domingo, 31 de diciembre de 2023

whispers

31-12-2023 09:02

Recuérdame que soy el universo adquiriendo consciencia.
Recuérdame que fui hecho a su imagen y semejanza, que soy su hijo más amado y el hijo pródigo.
Dime que el sufrimiento que siento en ésta reencarnación tiene un sentido ulterior y que hay una recompensa.
Convénceme que aunque no soy guerrero jaguar o águila, tengo derecho al Tonatiuichan, donde Tonatiu me mirará con el orgullo que ningunos ojos me han mirado y me dará la bienvenida.
Hazme creer que todo esto tiene un propósito y un significado, porque estos últimos días no he podido encontrarlo.
Dime que en algún lugar nos volveremos a ver y sin miedo al qué dirán bailáremos todas esas canciones que nos emocionaron cuando nuestras líneas de vida eran hilos de la misma tela, indistinguibles por separado, fuertes y resistentes unidos a otros. Hoy soy el hilo que sobresale y a veces molesta pero que no jalas por miedo a hacer mas daño. 

Aunque sea sin ganas, escucha lo que ocupa mi mente, eso que no quiero contar a nadie, pero que no quiero estar cargando por siempre. Son mis sentimientos, esos que la gente se apresura a corregir, a decirte que no pienses eso, quiero que me escuches, simplemente que estés mientras yo dejó salir los cuervos que han estado picoteando mi mente, puse un espantajaros que dice "estoy bien", pero ahora caigo en cuenta de que los cuervos no hablan español. 

Por favor dime algo que me permita olvidarme de todo el ruido que es mi mente, quiero sonreír, quiero pasar un buen rato, quiero creer que te acuerdas de mí, esa sería la mentira mas hermosa, que mi nombre aún significa algo y que te provoca una sonrisa y una estampida de recuerdos te viene a la mente y sin poder evitarlo, sonríes y repasas las imágenes carcomidas por el tiempo que algún día fueron vívido presente y que hoy apenas se distinguen los rostros, una canción suena mientras ves mi rostro y quiero creer que sonríes. O acaso entrecierras las persianas de los párpados y preguntas, quién es ese, y tratas de hacer memoria, pero nada, un débil parpadeo de borrosas imágenes, la película ha sido devorada por la polilla del tiempo. 

Me pregunto ¿qué estás haciendo? Yo estoy tratando de escribir de nuevo. Aferrándome a eso que una vez me hizo sentir tan vivo. Deseando que la memoria muscular guíe mis manos y pies a la salida, porque en esta bodega que vivo se ha fundido el foco de la razón y me siento perdido, tengo que abrir una ventana o la puerta para encontrar algo de claridad, pero sólo tropiezo con cajas donde guardo mis inseguridades y miedos, esos que prometí que iba a tirar, pero ya sabes cómo soy, guardo cosas pensando que algún día las puedo ocupar, como mi caja de cables, la que está junto a los sueños de infancia. 

Hoy más que nunca me vendría bien una voz que desde la oscuridad me guíe. Siempre creí que Pepe grillo era la manera perfecta de representar la consciencia, porque en el oscuro bosque del inconsciente, cuando más riesgo corres de perderte es de noche, entonces un grillo puede escucharse y ayudar a orientarte, no sabés exactamente donde está, pero lo percibes, lo escuchas con claridad. Yo, Pepe, estoy perdido en mi propio bosque o quizás todo este ruido no me deja escuchar a mi grillo. Te ofrezco una disculpa, ahora voy a guardar silencio, estoy esperando un canto que me sirva de guía.





viernes, 29 de diciembre de 2023

En un gesto heredado.

 

Ayer estaba sentado en las bancas de la cancha y algo pasó que de manera instintiva hice un gesto muy característico de mi padre, una mueca, una expresión que es de él, pero que por alguna razón la imité, me salió del alma, desde el fondo de mi ser para expresar desconcierto o sorpresa o desconocimiento, era esa mueca que él hacía cuando alguien le pedía una opinión o confirmar algo cuando el interlocutor quería la voz de alguien experto en el tema, y él, mi padre, simplemente levantaba levemente los hombros, casi de forma imperceptible y hacía el gesto al que me refiero, como para decir ‘no lo sé, no me consta’, ‘no puedo hablar del tema’, ‘no tengo ni puta idea’ y a mí siendo un joven ansioso e inexperto me molestaba el gesto, me parecía lo más estúpido del mundo, en mi cabeza llegaba un ‘pues diles que sí y ya, que le haces a la mamada…’ Pero ahora que tengo a dos hijos hermosos, y que las decepciones han surgido como canas en mis sienes, mis pobres sienes, entiendo que uno no debe afirmar o negar nada con tanta simpleza, muchas veces lo único que tiene un hombre es su palabra, y no debe empeñarla al primer postor, por eso ahora entiendo que mi padre no se comprometiera y no se aventurara a hablar de algo que no conocía a fondo, porque se podía jugar su reputación, aún cuando fuera algo tan simple como afirmar o negar si el gol había sido en el primer o segundo tiempo, algo tan efímero como una opinión acerca de qué era lo mejor para invertir en el ‘98, o una pregunta de tanto valor existencial y de permanencia tal como si alguien debería llamar a su hija Raquel. Seguramente la experiencia le enseñó que no debe uno hablar sin pensar, sin tener el suficiente conocimiento, habrá quienes se sientan cómodos hablando sin saber, pero no todos van por la vida diciendo que sí solamente para que el interlocutor se sienta mejor. Yo soy muy bueno escuchando y soy mejor callándome, me refiero a que procuro nunca dar consejos a menos de que me los pidan. Si alguien se acerca a pedirme escucharlo y es porque algo acongoja su mente, lo escucho con paciencia y aún cuando yo vea una solución no la expreso, procuro limitarme a escuchar y solamente si la persona me lo pide, entonces doy una opinión. También he de decir que soy capaz de leer la situación y a la persona, porque si alguien me pide un consejo, este dependerá de la persona, a saber: Si la persona tiene la fortaleza intelectual o psicológica entonces me puedo atrever a ser más honesto, y hacerles ver lo que desde otra perspectiva puedo ver, sin decirles qué hacer, pero llevándolos a lo que creo yo, puede darles una mejor perspectiva. Si la persona lo único que busca es aliento, entonces les doy esperanza, pero sin mentir, un, mientras no dejes de trabajar, las cosas van a mejorar, o cosas de ese estilo que le den cierta tranquilidad a la persona, pero creo y estoy convencido que lo mejor es la descarga emocional, por eso cuando alguien habla conmigo procuro callarme, no ver la conversación como una oportunidad para hablar de lo que me aqueja, por mucho que sea, sino que me callo y escucho a la persona, solamente hago preguntas para poder tener un mejor panorama, pero no interrumpo con experiencias personales que nada aportan a la persona, entonces se vuelve un momento en el que mi interlocutor puede desahogarse y expresar lo que le duele o lo que siente y entonces, creo yo, hay una descarga emocional.

Ayer, con la mirada perdida, siguiendo el ir y venir de las hormigas, pensé en qué puedo hacer para sentirme mejor, porque esta recaída anímica no era lo que esperaba, salté confiado en que alguien me iba a arrojar una cuerda para poder llegar al otro lado y justo cuando me animé a saltar, me sorprendió la falta de ayuda y en su lugar reproches. Ahora estoy en el hoyo que pensé iba a poder saltar con algo de ayuda, y desde aquí abajo me preguntaba ¿qué voy a hacer, cómo puedo salir de aquí? Y fue entonces que me sorprendí respondiendo mi pregunta, yo mismo me dije, en el gesto que siempre hacia mi padre cuando no tenía idea o no tenía todos los elementos para contestar, fue de forma natural instintiva, un acto reflejo que estoy seguro que sorprendía a mi padre de igual manera, era una forma de contestar con el cuerpo antes de que la lengua pudiera hacer el acto de ventriloquia que el cerebro tenía preparado. Y ese gesto, el mío, me sorprendió porque de manera honesta me dije, no tengo ni puta idea, no sé qué podemos hacer, y eso me dolió, ese hábito de no hablar sin saber me desarmó, porque al darme esa respuesta no me di ninguna, al contrario, me hice ver que la cosa está más complicada de lo que pensé, por otra parte y como lo dije antes, sólo si creo que el interlocutor tiene la fortaleza intelectual y psicológica me aventuro a ser más honesto, entonces, al menos quiero pensar que no me di palabras de aliento o falsa esperanza, porque no me servirían y de alguna manera puedo lidiar con esto, en este momento me siento abrumado por el putazo que me di al caer, pero una vez que me dejen de zumbar los oídos, recupere la sensación en las nalgas, me podré levantar y buscar puntos de apoyo para comenzar a escalar, o quizás haya alguna rama que pueda usar, algo, de alguna manera me las voy a ingeniar para salir de aquí, y sí, en este momento sólo tengo por respuesta ese gesto tan simple y sabio que me heredó mi padre, porque no tengo todos los elementos necesarios para entender cabalmente el problema, pero sólo deja que me recupere y podré darte una idea.


Ayer estaba sentado en una banca esperando a que avanzara el tiempo, a que se terminara el día para poder quitarme este saco de plomo que cargo todo el día y poderme acostar a ‘descansar’, porque a veces vienen pensamientos intrusivos que nada tienen que ver en este texto, pero así, de la nada llegan y me abordan y a veces no me dejan dormir, pero mientras esperaba, uno de esos pensamientos me vino a decir cosas horribles, logré callarlo y levantando la voz en mi cabeza me puse a pensar en mi situación y en lo que me sucede y me hice la ya repetida pregunta, ¿cómo voy a salir de aquí? Y en un gesto mío vino desde el pasado o desde algún lugar mi padre a ayudarme a responder la pregunta, en un instante lo recordé haciendo ese gesto y a mí reprochándole el no responder algo, lo que fuera, lo vi en diferentes ocasiones respondiendo con la afirmación de su desconocimiento, lo vi en reuniones con diferentes personas, en diferentes contextos y él siempre con la seguridad de que no le importaba parecer tonto, por el contrario, entendía el poder que tiene no aventurarse a hablar si no se tiene cabal comprensión de lo que le dicen, y entonces me puse a pensar, hoy, que quizás mi pregunta estaba formulada desde el odio y el rencor, desde la frustración de no haber recibido la cuerda que tanto necesitaba, y quizás la pregunta, al estar mal formulada, podía tener una respuesta negativa y mi ser, mi padre, el pasado y todo lo que me conforma respondió, ayer, con ese gesto de desconocimiento, porque muchas veces el que pregunta formula la pregunta a su conveniencia y quiera hacer ver a los demás como los victimarios y pregunta si debería vengarse, alguien, con sólo ese contexto, podría contestar que sí, pero aquél que sabe que las cosas no son tan simples como el mero hecho de contar algo que sucedió a lo largo de días o meses o incluso años, no se puede reducir en una banal conversación de cinco minutos y entonces al preguntarnos si debería vengarse, viene el gesto de desconocimiento, no podría yo decirte que te cobres como crees que te lastimaron, porque no puedo saber que lo que dices es cierto…


Una hormiga regresaba al hormiguero con la buena nueva de que había encontrado comida, mi hija tiró algo de espagueti, y mientras la seguía con la mirada, me hice la pregunta, entonces vino el gesto y sin que pasara un segundo completo, mi visión se tornó borrosa, la hormiga se comenzó a perder de mi visión y cerré los parpados, los apreté, pero aún así una lágrima logró colarse por la rendija de la represa y golpeó el suelo con furia, a escasos centímetros la hormiga, esto no pude verlo, pues cerré los ojos, pero imagino a la hormiga viendo hacia el cielo temerosa de alguna lluvia, para solo verme secar mis lágrimas. Como ves todo ocurrió en menos de cinco segundos, y contado así no tiene mayor relevancia o poder narrativo, pero lo que ocurrió movió algunos de mis cimientos y como dijo Eliseo Alberto, ‘Sí un segundo basta para morir, cómo no ha de bastar para cambiarnos la vida?



miércoles, 6 de diciembre de 2023

Debris.

En mi sueño estabas tú, sin estar presente, lo inundabas todo. Al principio estaba en las escaleras, subía y al ver que ninguno era el piso que buscaba, entonces bajaba para sentir la misma confusión y frustración, sin saber dónde encontrar lo que tanto necesitaba, pero sin tener la suficiente información para poder pedir ayuda o guía, era algo que tenía que resolver solo, sabía que al ver el cuarto, lo identificaría, sabría que ese era mi lugar, pero no podía recordarlo, tenía que verlo, tenía que sentirlo. Entré a un par de cuartos, o departamentos, la atmósfera era ajena, no me transmitía nada, era entrar en una mente ajena, fotos en las repisas que mostraban siempre sonrientes rostros que nada me decían, eran historias que no entendía, no veía ningún sentimiento, no veía recuerdos, no sentía nostalgia, simplemente no sentía, era como entrar en un museo, te puede interesar lo que ves, llamar la atención, pero no te identificas con nada, podría haber no sucedido y tu existencia sería la misma. En cada cuarto la atmósfera era distinta y sin embargo ninguna era mía, en algunos cuartos habían personas que no se inmutaban al verme entrar, ensimismados continuaban sus lamentos o permanecían acostados, esperando a que pasara algo, la vida o la eternidad. Yo subía y bajaba las escaleras, en un punto se abría frente a mí la puerta del elevador, asomaba la cabeza, buscando algún punto de referencia, pero nada, siempre la misma fría indiferencia. En el lenguaje onírico no hay lugar para la lógica, las escenas cambian y sería absurdo que me pidas una explicación, simplemente se puede creer en mí, como único testigo o se me puede acusar de deformar mis recuerdos para que coincidan con mi narrativa, ¿pero acaso entonces no somos todos culpables del mismo crimen? 
Mientras entraba a los cuartos encontré a personas que conocía, algunos viejos conocidos, en otros encontré personas que nunca antes había visto, algunos me sorprendió encontrarlos ahí, a otros era más que evidente que ese era su lugar. Algunas personas las vi sólo durante un breve periodo, otros supe que llevaban mucho tiempo ahí, y sospeché que seguirían ahí durante mucho tiempo. Entonces encontré a un viejo amigo, que se sorprendió de verme ahí, quiso preguntarme cómo había llegado a ese lugar, pero sin permitirme responder, le pedí que me hablara de él, agradecí el gesto de ayuda, pero supe que necesitaba que saliera él, y eso me podría de alguna manera, ayudar a encontrar una salida. Conforme conversábamos vi por las ventanas que el hotel, o el condominio se movía, avanzaba como si fuera un vehículo en movimiento, y entendí que el edificio se iba a caer, estaba temblando. Le pedí que se protegiera, yo me oculté entre la cama y un mueble de madera y esperé el impacto, no fue un movimiento telúrico violento, sino que poco a poco la estructura iba colapsando, como si alguien quisiera aplastar una lata con insectos dentro, pero no quisiera aplastarlos de una vez, sino que poco a poco triturar todo lo que hay dentro, generando angustia y dolor, y ahí, en medio de todo y nada escuchaba como todo se iba aplastando, en los pisos de abajo se escuchaban gemidos de dolor, pero ni siquiera tenían ganas de gritar, simplemente se resignaban, el crujir de la madera, el lento devorar de los recuerdos, los marcos de las fotos y de las puertas se convertían en añicos, los vidrios de las ventanas y de los retratos, ambos servían para contemplar y perder la mirada en el futuro o el pasado, tronaban y quizás causaron heridas que sangraron, cuando antes habían generado sólo lagrimas. Todo era aplastado despacio, yo entendía perfectamente lo que sucedía, cerré los ojos y lloré, por los que se quedaban y que afortunadamente no estaban en ese edificio conmigo. Entre escombros y lleno de polvo me sorprendió ver que estaba vivo, pero entonces comprendí qué diablos quería decirme mi inconsciente, la depresión mata, la depresión es un lugar donde parece que puedes vivir cómodamente, pero no es la vida, es un lugar donde pudiera parecer que puedes ser, pero no eres tú. Fue una revelación que me pesó demasiado, y ahí en el sueño me senté en el suelo, pensando en qué hacer ahora, tenía la tranquilidad de que ese amigo con el que estuve conversando había conseguido salir, pero mi mente seguía buscando lógica donde sólo hay símbolos. Quise entrar a buscar mis cosas, quise entrar a ayudar a otros, a buscar sobrevivientes, pero me costaba moverme, no podía respirar bien y me dolía todo el cuerpo, así que tomé la opción más generosa para con la humanidad, me senté a esperar a sentirme bien, me revisé el cuerpo, buscando heridas que necesitaran cuidado, me ajusté las cintas de los zapatos, por si fuera necesario correr y así evitar lesiones, sacudí mis ropas y mientras secaba mis lágrimas con el dedo indice de la mano derecha, pensaba, ‘¿cómo podría yo ayudar a los demás si no me cuido yo, cómo podría atender a los que necesitan de mí, si no atiendo mis necesidades?’ En medio del escombro de todo lo que fue me senté a llorar, me di el tiempo de sacar el veneno que hacía mi sangre tan pesada, poco a poco sentí como el calor regresaba a mi cuerpo, como el torrente sanguíneo fluía con nueva furia dentro de mí, ese ímpetu hizo que mis lágrimas corrieran con fuerza, como un río subterráneo que el sismo hubiera puesto al descubierto. Hubo un momento en que quise darme una idea de la hora, así que mire al cielo y una luz me cegó, entrecerré los ojos y por eso, y por las lágrimas no puedo describir lo que había ahí, pero comencé a reír, reí con esperanza, con el entendimiento de que venían cosas mejores y que eso luminoso era todo y nada, era algo que mi mente no sería capaz de describir, que al estar limitado por el lenguaje, tendría que usar palabras que no podrían expresar lo que eso era, simplemente lo sentí, y espero que un día lo sientas tú también. 
En mi sueño estabas presente, y mientras reía me ibas soltando, iba dejando de sentir la presión de tus brazos, o de tus lazos, ibas aflojando las correas que sujetaban mis extremidades, sentí un nuevo vigor en mis músculos, sentí un bienestar. 


Cárcel.
Por fin tuvo el valor de sentar a sus demonios, a encararlos, y a quemarropa les preguntó qué querían de él. Ellos, sorprendidos, lo miraron atónitos, y le dijeron que era él el que los tenía ahí encerrados, sin poder salir. 

Entendió que no era prisionero, sino el carcelero.

viernes, 6 de enero de 2023

La eternidad por delante...

Tocaron la puerta con furia. Pensé que podía ser un amigo entrañable o un enemigo que tenía ganas de matarme, pero cuando llegué a la puerta no había nadie.

Me asomé por la ventana y todo lo que vi fue tedio y abandono.

Hay ocasiones en que tocan la puerta a horas razonables y puedo salir sin reparos, pero en ocasiones tocan la puerta entrada la madrugada, cuando ya ni los perros ladran o aullan, cuando todo lo que esté vivo decide dejar las cosas para mañana que aclare el día. Han habido ocasiones en que apenas tocan, quiero decir que los golpes son diametralmente opuestos, apenas se escuchan, pero sé que tocan la puerta y sé que en ese instante hay alguien, pero nunca alcanzo a llegar a la puerta, quiero decir que llego a la puerta cuando ya no hay nadie o nada.

La semana que moví mi sillón junto a la puerta no tocaron.

Es una broma cruel. Me encantaría que quienquiera que sea que toca la puerta tuviera la cortesía de quedarse un rato para que me digan qué desean de mí.

Para aquél que se lo pregunte, sí, he intentado ignorar cuando tocan, pero eso sólo hace que toquen cada vez más fuerte la puerta, cada vez con mayor intensidad, cada vez con más furia, como si quisieran derribar la puerta. 


En una ocasión me acerqué a abrir, pero justo a unos metros de la puerta decidí detenerme en seco, dejé de avanzar pero aquello no dejó de tocar la puerta. Quizás debería de decir que golpeaban la puerta, cada vez con más fuerza. Me pareció ver una sombra por debajo de la puerta, como si esta vez sí hubiera alguien, así que corrí a abrir para encontrar la indiferencia delante de mí. No hay nada vivo que corra tan rápido, mi puerta da a la calle y no hay dónde esconderse, las esquinas de la calle están a una distancia considerable, no hay árboles dónde esconderse, sólo tierra, olvido y tedio. El pueblo cada vez está más sólo, hace mucho tiempo que no he visto a nadie, nadie ha venido a visitarme, y en honor a la verdad, no he ido a visitar a nadie, no salgo, para qué.

Estuve tentado a dejar de escribir, pues tocaron la puerta, otra vez. Ya no me sorprende. Ahí está, tocaron otra vez.

Nada.

Otra vez, más fuerte.

Miro hacía la puerta, no veo nada.

Nada.

Ahí están los golpes. A veces suena como si alguien pateara mi puerta, a veces es un golpe con la mano abierta.


Es cómo si quisieran sacarme de aquí, pero aquí nací y aquí estaré por siempre, hasta el fin de los tiempos...



Sólo ahora se me ha ocurrido una idea, qué tal que no quieren entrar a mi casa, que tal que quieren salir...



No había sentido miedo ante una amenaza externa, pero la idea de que pueda haber algo aquí dentro, conmigo, es otra cosa y eso me perturba. No sé qué pensar, sí acaso sentirme amenazado o acompañado, pero de qué me serviría una compañía que no quiere estar aquí.



Intenté dejar la puerta abierta. Pero tenía que cerrarla en la noche para dormir y lo que menos pude hacer fue dormir, los golpes comenzaban en cuanto cerraba la puerta.


Estoy cansado, no tengo miedo, estoy harto.

Hace tiempo que he abandonado la idea de encontrar una respuesta en el plano racional, hace mucho que abandoné esa idea, porque no es posible lo que me está sucediendo. No hay manera. 

Ha pasado mucho tiempo y nada cambia, tocan, a veces voy, a veces lo ignoro, a veces miro hacia otro lado, pero siguen tocando y yo sigo sin saber qué diablos quieren. En las secas el polvo entra por mi ventana, en las aguas la lluvia besa la tierra y la milpita se refresca, pero siguen tocando la puerta, siguen golpeando mi puerta, estoy harto.

Hace tiempo que no pruebo bocado, creo que he estado semanas sin comer nada. No sé si tenga que ver con estrés relacionado con la puerta, aunque de verdad no me estresa, no sé que adjetivo usar, no es algo que ocurra frecuentemente, no he conocido a nadie que haya vivido cosa similar.

El otro día me sorprendió el amanecer sentado en mi sillón mientras observaba con detenimiento la puerta y me dí cuenta de algo que no había reparado, llevo semanas sin dormir, pero no estoy cansado.



.

.


...


Trato de...


No sé cómo expresar la idea que tuve hace un momento, pudo haber sido un momento o hace unos días ya no mido el tiempo por días, pero más que una idea me dí cuenta de que no he comido ni bebido nada en mucho tiempo...


Creo que aquello que toca la puerta no busca entrar, o salir, sino que es algo que espera a que me de cuenta de algo, o acaso me invitan a irme, lo que no sé es a dónde.


Ahora sí tengo miedo. Creo que tengo que irme, pero no sé a dónde, no tengo idea de qué va a pasar y eso me aterra, este lugar es mi casa, lo conozco muy bien y no sé si quiero irme.



Creo que todo esto es un trabajo de mi imaginación, ahora siento que hay algo dentro de la casa. 



O alguien.


Soy tan despistado que poner cualquier clase de trampa está descartado, no quiero someterme al ridículo de tener que pedir ayuda y tener que explicar que me sentía acosado en mi propia casa, así que puse una trampa en la que terminé cayendo...

Acabo de sentir un soplo en mi mejilla izquierda. No fue una corriente de viento, alguien sopló en mi cara.


Me estoy cansando, aún cuando dicho verbo no aplique, no es un cansancio físico, es un tedio que me devora, es un sentimiento de impotencia, desasosiego e incertidumbre.


Todo se ve gris, el pueblo ya no tiene el hermoso color verde que tanto me gusta, está apagado, como cenizo. No sé cómo explicarlo, sólo sé que no me gusta.


Creo que voy a irme. La próxima vez que toquen la puerta voy a salir de la casa...


No tuve el valor, tocaron con fuerza, golpearon la puerta, casi la derriban y yo sólo gritaba que se fuera, que me dejara en paz. No me escuchaba, así que corrí a la puerta, la abrí con fuerza y me escondí detrás de ella, llore, no lo voy a ocultar, lloré como nunca había llorado, lloré por las veces que me golpearon de niño con la misma reata que amarraban a los burros, lloré por aquella vez que maté una gallina sin querer, yo era sólo un niño aventando piedras, lloré por las veces que mi padre me insultaba y golpeaba con furia porque yo no sabía desgranar el maíz o porque no lo hacía bien, lloré cuando murió mi madre, no por ella, sino porque mi hermana y yo nos habíamos quedado solos con papá, lloré por las veces que tuve que abrazar con fuerza a mi hermana para que los golpes no la tocaran a ella, lloré porque el agua en mi espalda quemaba y aún cuando mi hermana me limpiaba con cuidado y cariño yo sentía que un millón de hormigas se comía mi carne, lloré cuando mi padre se quitó la vida, no porque sintiera lástima por él, sino porque era algo que quería hacer yo, lloré cuando mi hermana se fue del pueblo con un novio que yo nunca le conocí, lloré porque me abandonó así de fácil, lloré porque pensé que podía tener una vida feliz, lloré cuando se me murió manchitas, el perro que desde cachorro me amó y amé, único ser vivo que sintió algo por mí que no fuera desprecio, lloré por aquella vez que quise cortarme las venas pero me ganó el sueño, al día siguiente desperté donde me había quedado dormido y desde ese día no he llorado más.


Creo que no voy a esperar a que toquen, me voy a parar y me voy a ir, para qué quedarme aquí, sólo me ata sufrimiento a este lugar y no quiero eso, quiero crecer, trascender. Siempre tuve ganas de conocer el mar, me voy a ir caminando, no creo que esté tan lejos y si lo está, no importa, tengo la eternidad por delante....

jueves, 5 de enero de 2023

Olvido.



Se sentó despacio en el sillón que estaba junto a la ventana, la luz del sol le dio un gentil abrazo. En la pequeña mesa había tres porta retratos, uno con una pareja bien vestida, ella con vestido blanco y él con un traje negro, ambos con miradas atentas a la cámara, estoicos, podía verse miedo en la cara de ambos, o acaso era tedio, pero no aparentaban felicidad.
En la segunda foto se encontraba ella, la mujer de la primera foto, ahora más vieja y con dos pequeños niñas en el regazo, no tendrían más de ocho y diez años, esta foto sí era a color y se adivinaba que eran hermanas, además del leve parentezco en sus facciones, la ropa era idéntica en colores y patrones, la única variación se daba en los tamaños, pues una era mayor que la otra.
La última foto, aquella que sus manos se apresuraron a sujetar, era nuevamente ella, única constante, sonreía pero no se le veía feliz, era como ver el rostro de un muerto, peor aún, era ver el rostro de alguien que se sabe que ha muerto, pues se podía adivinar una mirada cómplice, como si preguntara a aquél que la mirara, qué se podía hacer, había que quedarse ahí toda la eternidad o el tiempo que durara esa foto. Quiso liberarla y romper la foto, quemarla y usar esas cenizas para plantar algún árbol, pero no se le ocurrió qué podría plantar o en dónde. 


Una muchacha, muy parecida a la señora de la foto, y también muy parecida a una de las niñas de la segunda foto, entró despacio al cuarto, como lo haría un padre que adivina que su pequeña hija a despertado de la siesta y con una sonrisa que comenzaba en los ojos, le preguntó, ¿estás viendo la foto de mamá?.
Él volvió a mirar con atención la foto que sostenía su mano izquierda y que por alguna extraña razón su dedo índice derecho acariciaba con cariño, pero no pudo adivinar qué significaban esas palabras, la mamá de quién y quién era esa muchacha, qué hacía en su casa y porque le hablaba con tanta confianza...


Ella adivinó lo que causaba su presencia y le dijo con voz amorosa, tranquilo papi, soy yo. 


Le sujetó la mano que hasta hace poco acariciaba el frío retrato  se la llevó al rostro de ella, y le dijo su nombre, nombre que nada significaba para él. Todo parecía ser muy importante para ella, así que no quiso interrumpirla y no le dijo nada, solamente la miró con atención y supuso que la mujer de la foto y esta señorita podrían ser la misma o acaso tenían algún parentesco.

Ella lloraba y le preguntaba si se acordaba de ella. Él no sabía que responder, todo esto lo tenía muy incomodo, no sabía cómo había llegado ahí y porqué había una muchacha hablándole de forma tan insistente.

Una enfermera asomó la cabeza y preguntó sí todo estaba bien. Hablaron casi al mismo tiempo, ella dijo sí, él dijo no. Las dos miraron con sorpresa y él complementó su respuesta: "no conozco a esta señorita..."

Ahora las lágrimas brotaban copiosamente mientras la enfermera se disculpaba y le pedía que se retirará, quizás mañana tuvieran más suerte. Él solamente le secó una lágrima antes de retirar la mano, la mirada hace rato que había regresado a la foto que su otra mano sujetaba con fuerza.

miércoles, 4 de enero de 2023

Eres sonrisa.

 

Sin saberlo, y muchas veces sin hacer algo de manera consciente para provocarlo, somos la sonrisa de alguien. Somos el recuerdo de ese comentario jocoso, la vez que hicimos algo estúpido en la escuela, aquella broma que le gastamos a alguien, estamos en la canción que alguien escucha a lo lejos, somos un momento efímero que provoca una explosión de químicos en el cerebro de alguien, provocando una sonrisa apenas perceptible para los demás, pero que se siente como un abrazo que puede colocar en su lugar las piezas sueltas, somos las ganas de sonreír de alguien, somos un recuerdo hermoso, somos aquella tarde que pasamos horas platicando sin saber que sería una de las últimas, somos aquella canción que cantamos tantas veces al amanecer y que le pedimos a alguien que jurara que se encargaría de tocarla en nuestro funeral, somos ojos que encierran dos pequeñas estrellas, somos el aire que refresca, somos la brisa que da la bienvenida a la playa, somos un hermoso recuerdo, somos eso en lo que alguien piensa cuando su mirada se concentra en una llama, en fuego, en la lluvia, somos aquello que se esconde detrás de la ventana en un día lluvioso, somos el olor a tierra húmeda, somos el último partido de fútbol que jugamos en la calle, somos rodillas raspadas por jugar en el suelo, somos un vaso de nieve de limón con coca, somos alberca inflable en un caluroso día de verano, somos curita que ayuda a sanar heridas, somos la voz que arrulla, la voz que enamora, la voz que transporta a otros tiempos, somos la voz que cuenta historias maravillosas, somos la voz que ayuda a recordar viejos momentos, somos un momento efímero y por tanto hermoso, somos la eternidad concentrada en un instante, somos brazas que arden enmedio de la noche, somos semilla que germina en la cabeza de alguien, somos una vieja carta carcomida por el tiempo, somos una foto que nadie recuerda cuándo se tomó, somos la suma de todos los que estuvieron antes que nosotros, somos peldaño para los que vienen, somos aquella cerveza fría en una calurosa tarde de verano, somos una taza de café en medio del frío invierno, somos la primera flor de la primavera, somos todo para alguien, por eso nunca te creas la mentira que a veces dice tu mente, 'soy nada'. 

Para mí, eres todo.

martes, 3 de enero de 2023

Acerca del tiempo perdido.


Quizás al morir, escucharemos una grabación con todas las veces que nos dijeron que no hiciéramos algo.

 

Y veremos el tiempo, y las experiencias que perdimos, cada vez que hicimos caso. 



lunes, 2 de enero de 2023

Presencias.

 
En la tarde fuimos al terreno a embolsar la mazorca, mi hija se llevó su oso, por las prisas del hambre nadie se dio cuenta que la niña había olvidado a su compañero de siestas, a su guardián nocturno, aquél que ahuyenta las pesadillas y los malos sueños, objeto transitorio para muchos, sagrado para ella.

Estaba la posibilidad de que fuera al día siguiente temprano, pero yo suponía que mi hija lo iba a querer a la hora de dormir, como siempre, y no pude imaginarla triste al saber que no estaba su oso porque a su padre le dio flojera ir a buscarlo. Así que fui, el aire frío de enero me laceraba el rostro, pero mi optimismo me llevaba arrastrando con una sonrisa.
 
El sol estaba muriendo detrás del cerro y ante la ausencia de los rayos del sol, el frío calaba más. Cuando lo vi, el oso estaba encima de la lona, esperándome. Me acerqué despacio y como lo hiciera mi hija, le pregunté al pequeño oso blanco, cubierto de tierra, porqué se había quedado ahí, que nos tenía preocupados.

Entonces escuché, a lo lejos, entre la milpa seca, un susurro y quise escuchar mi nombre, digo eso porque no pude distinguir que en verdad fuera una voz o que siquiera hubieran dicho mi nombre... Sólo fue un sonido a lo lejos, o quizás muy cerca.

Comenzaron a rodearme, un susurro aquí, otro detrás de mi, pensé que serian unos niños tratando de espantarme, pero mientras más quieto me quedaba, mas tenso era el silencio, que de repente era interrumpido por otros susurros. Me cansé y sin pensar demasiado en las consecuencias, arrojé la piedra que había tomado del suelo, cuando creí que podrían ser unos perros. La piedra golpeó con furia el aire y después regreso a la tierra.

El sonido se acercaba cada vez más, en ocasiones detrás de mí, o los lados, pero no recuerdo que haya escuchado nada al frente, lo que sí recuerdo es que sentí que mi corazón me quería abandonar, el cobarde, como si se quisiera salir de mi pecho....

El aire cada vez mas frío y todo cada vez más oscuro.

Recordé que mi misión era rescatar al oso y salir de ahí, así que eso hice. Caminé deprisa, pero a los pocos pasos y ante el sonido de pasos, decidí trotar. Los pasos me perseguían, y yo no podía dejarlos atrás, no podía perderlos o dejarlos atrás, siempre a la misma distancia, de forma imposible, y aun a pesar de mi terror, volteé un par de ocasiones para saber si huía de un perro o de algún animal que pudiera ahuyentar con una patada o una piedra, pero siempre que miraba había nada. 

Escuchaba que algo o alguien me seguía, y aún cuando el sonido se movía, quiero decir que en ocasiones lo escuchaba a mi derecha, entre la milpa seca, o en ocasiones a la izquierda entre los platanares y un par de ocasiones entre las ramas de los guamúchil. Decidí dejar de correr y me detuve en seco, volteé y miré fijamente entre la oscuridad, grité que dejaran de estarme chingando, nada por respuesta, el aire frío y seco seguía siendo mi único testigo, ni siquiera mi sombra puede corroborar lo que digo, creo que esa se quedó en la carretera. 

Nada respondió, yo solamente miraba la oscuridad, tratando de determinar qué diablos me estaba siguiendo, sí acaso había algo realmente siguiéndome o si acaso era mi mente jugándome alguna broma cruel. El aire agitó la milpa y las ramas de los árboles y yo quise engañarme pensando que ese sonido era lo que me había estado molestando, pero entonces lo escuché claramente, un susurro que dijo mi nombre, a mi izquierda y por mero reflejo arrojé otra piedra que para ese entonces ya estaba bañada en sudor, la arrojé con fuerza y para mi sorpresa escuché un golpe seco, como si hubiera golpeado piel, o cabello, no sé como explicarlo, pero sé que aunado al sonido de la piedra al golpear hubo un sonido que reconocí como el sonido de un lamento que alguien busca contener. No quise investigar más y ahora sí corrí, al principio, pero después recapacité pues una piedra suelta podría hacer que uno de mis tobillos se lastimara o incluso se rompiera y entonces sólo caminé con prisa y miedo, tanto miedo que ya no puedo decir si acaso los susurros continuaron o si el sonido de los pasos se detuvo. 
 
Con prisa amarré el mecate al pie de la carretera, esperando que eso le impidiera salir del terreno y que se quedara ahí, en la oscuridad y mientras amarraba el viejo mecate con un nudo, iluminado por el farol de la carretera, vi que mi sombra había regresado y ya no me abandonó en mi camino de regreso.

Cuando llegué a casa y conté mi historia, mi esposa me recomendó ir con don Refugio, para que me curara de espanto, me explicó que era el huesero del pueblo y que sabía mucho de esas cosas y que podría ayudarme. Ella estaba convencida de que alguien me quiso asustar y que lo mejor era actuar antes de irme a dormir, porque no era sensato irme a acostar así. Yo no quería salir pero la vi tan convencida que me dejé convencer. Mientras caminaba hacia allá pensé en lo sucedido y no pude encontrar explicación, no me fue posible entender nada. 

Cuando llegué a casa de Don Refugio la luz estaba encendida, me paré justo frente a su puerta y le grité tal como es costumbre y entonces escuché que una mujer hablaba preocupada. Mi gritó, que solo entonces me pareció inapropiado, les obligó a callar, quizás para confirmar qe alguien hablaba desde la calle, pero justo cuando iba a volver a gritar, alguien la calló. Cuando abrieron la puerta, la luz se apagó. 
 
Don Refugio me preguntó en un tono muy amable, como siempre, qué se me ofrecía. Le pedí que me atendiera, pues "me quisieron asustar".

Desde la oscuridad me preguntó si estaba bien, pero se disculpó por no poder recibirme sin escuchar mi respuesta, y después me dijo que se sentía muy mal. Le dije que no había problema y sin poder preguntarle si era apropiado regresar mañana, el se volteó para dejarme como llegué, solo en medio de la noche. 

Lo que ocurrió después me sirvió para entender que no debía regresar mañana, o ningún otro día, pues cuando cerró la puerta y la luz de la luna iluminó su rostro apenas lo suficiente, vi un hilito de sangre que recorría el costado izquierdo de su rostro.



domingo, 1 de enero de 2023

Father and son.

Nadie me enseñó a hablarle a mi hijo, mi padre casi no habló conmigo así que no tengo mucha experiencia y supongo que él tampoco platicó mucho con su padre. Somos neófitos, la diferencia es que yo no me quejo de que mi hijo no me hable, le hablo y le cuento cosas y a veces se ríe, a veces solo me ignora. Yo no le digo que lo quiero sólo cuando estoy borracho, se lo digo sobrio y trato de que sea cada día.
Me imagino a mi padre, incómodo, sin saber como hablar conmigo o qué tema usar para romper el hielo, haciendo preguntas que siempre recibían repuestas monosilábicas. 
 
Nunca me dijeron si era autista, estúpido, diferente o simplemente indiferente. Muchas veces tenían que traerme de regreso a la realidad con gritos, o los menos pacientes, a golpes. Me ensimismaba jugando con mis útiles escolares y aunque no me interesaba, podía escuchar a mis maestras y profesores y más de una vez me miraron con furia cuando, al hacerme una pregunta acerca del tema abordado, yo respondía con indiferencia y de forma correcta. Nunca me interesaron las tareas. Siempre tuve una excelente memoria, al día de hoy recuerdo cada una de las mentiras dichas a cada uno de los seres humanos con los que interactuado y sé qué datos, falsos, di como coartada y años después nadie me ha descubierto gracias a eso, una memoria que me hace pasar por alguien inteligente, pero creo que esa es mi mayor mentira, no soy un genio, soy una mota de polvo que resultó bueno escuchando mientras iba por el aire suspendido, indiferente a la realidad.
 
A veces miro a mi hijo atento a lo que hace, ajeno al mundo y no sé como reaccionar, porque no quiero traerlo de regreso a la realidad como me traían a mi, y aunque no quiero quitarlo de ese mundo de imaginación, a veces necesito que se cambie el short o que se prepare para la escuela, o que vaya al baño para preparar la hora de dormir... A veces le hablo con cariño y le hago preguntas y recibo silencio y siento lo que supongo sentiría mi padre, un frío que viene desde la indiferencia y a veces me frustro, pero recuerdo que yo escuchaba con atención todo, así que en lugar de ofenderle, le digo que lo quiero o que me encanta la forma que disfruta pasar el rato. Nadie nos enseña a ser padres, no hay un manual para saber qué hacer, pero el cariño que uno siente tampoco lo puede expresar en palabras ningún padre, y desde ahí busco los recursos adecuados y recuerdo que nada es tan urgente, que no pasa nada si se levanta tarde o si se duerme media hora después, nada pasa si le compro una mantecada para que la disfrute en calma, en silencio mientras yo escribo este texto y de vez en cuando lo miro y le hago preguntas u observaciones, como el perro que pasó hace rato y le gruñó a otro que venia en sentido opuesto y se me ocurrió decir que de seguro uno le debía un hueso al otro,  escuché una risa de un transeúnte, mi hijo sonrió, espero que por mi comentario. 

Ya hace frío, el aire sopla y juega con nuestro cabello, él está por terminar su mantecada y vamos a volver a caminar, de regreso a casa, si me lo pide lo cargo sobre mis hombros de caballito, recuerdo que a mi me encantaba y supongo que él también lo disfruta y si me lo pide así regresáremos, ya habrá una pastilla para calmar el dolor de espalda, lo que no tengo es tiempo que perder, quiero que mi hijo se sepa amado y que cuando yo esté en mi lecho de muerte él no se quede sentado a mi lado, en silencio, sin saber qué hacer, o qué decir. Espero que él me hable y aún cuando yo ya no pueda responderle, él sepa que lo escucho con atención y que no se sienta incomodo al expresarse frente a mí, que no me rehuya o que sienta desconfianza. Espero que recuerde con cariño estas tardes frías en las que el viento nos acariciaba el rostro y yo le decía con cariño lo mucho que lo quiero, mientras subo el cierre de su chaleco y que sienta la confianza que pretendo brindarle. 

Me llena de esperanza que ante mi pregunta, "¿te cargo?", él inmediatamente levanté los brazos y me diga sí, con ese tono de voz que tanto me gusta escuchar y que espero me hable en esas tardes en que no tenga nada que hacer más que matar el tiempo, esperando a que este haga lo mismo conmigo...

martes, 22 de marzo de 2022

Sting.



Cuando llegué a vivir aquí le temía a las avispas. Cuando entraba una al cuarto quería matarla, hacía lo imposible por terminar con ellas.
Ahora simplemente nos ignoramos con desconfianza.
Ellas entran y salen y yo sigo fingiendo ser quien inventé ser.

Un poco como mi relación con el tiempo.

viernes, 21 de enero de 2022

The Shadow.


Porque en la vida no sólo hay que celebrar cuando florecen las rosas. Hay heridas que nos definen mejor que cualquier momento de gloria.

domingo, 21 de marzo de 2021

Domingo en la mañana.

Cuando era niño me levantaba temprano para ver caricaturas. Hace ya muchos años. Hoy me levanté temprano para comprarte un pan. Ya tengo la computadora lista, esperando a que te despiertes, para que podamos juntos ver caricaturas.

domingo, 4 de febrero de 2018

Amanecer.

Más de una vez nos encontró el amanecer bebiendo en la sala de una casa que nunca consideré mi hogar, un espacio tan ajeno que me obligaron a llamar mío, entre hipos prometí cosas que al cabo de un instante olvidé, estreché manos de extraños a los que les juré lealtad, les llamé amigos a tipos que en la primer oportunidad me hubieran vendido, dije verdades que nadie quería escuchar, callé opiniones que quería gritar, escuché con mermada atención la plática de otros que nada me interesaba, sentí el frío acurrucarse en mis piernas. En ocasiones el sol nos sorprendió afuera de un oxxo, esperando para comprar más cervezas, de ese tamaño eran mis vacíos de entonces.
Más de una vez busqué en el cenicero algo más para fumar, alguna bacha que todavía tuviera tabaco, incluso salí a comprar sustancias ilícitas que nunca me ayudaron a elevar mi consciencia, tan solo me consiguieron un susto de muerte y la triste confirmación de que aquellos que pretendía estimar, eran unos interesados.
En una ocasión caminé media ciudad tan solo por no dormir en un sucio antro, pensé que era buena idea y tropezando me encontré con un señor que trotaba en la calle, su día apenas comenzaba, mientras que el mío se había extendido, yo tarareaba una melodía en mi mente, mientras él me miraba con curiosidad, simpatía o acaso nostalgia. Hoy comprendí esa mirada, siendo las cinco cuarenta de la mañana, mientras llevaba a mis perros al baño, me crucé en el camino con un joven que se tambaleaba y cantaba en voz baja una canción que en ese momento no reconocí, nos miramos en silencio y para mi sorpresa mi perro negro no le ladró, simplemente se ignoraron en silencio y él grito con una voz pastosa "buenos días", entonces le vi los audífonos y solo asentí despacio para que me viera y se supiera correspondido, él siguió caminando y continuó susurrando su canción.

Yo me quedé ahí viéndolo, mientras mis perros comenzaban a impacientarse.

Conforme se alejaba me pareció reconocer la letra de una canción de Charlie Montanna:

"esta amaneciendo y todo es igual, yo sigo esperando el momento final. Siento que me estoy alejando, siento que me estoy hundiendo, mi vida esta acabada y en el fondo estoy huyendo..."

lunes, 29 de enero de 2018

Nevado de Toluca.

Fuimos al nevado de Toluca. Ni siquiera éramos los mejores amigos, tan sólo buenos compañeros de colegio. Creo que incluso me invitó a su fiesta de cumpleaños en una ocasión y yo me puse a jugar fútbol con sus primos, que después supe, no lo querían.
Recuerdo a su papá, alto y de bigote cano, robusto sin ser musculoso, de voz ronca e imponente. Su madre, la de mi compañero, era una mujer sumisa y protectora cuando el padre no estaba, callada y distante ante la presencia de la figura paterna, pareciera que le temiera, o que no quisiera contradecirlo en nada y por eso callaba. La hermana era muy guapa, o al menos a mi me lo pareció.
Fuimos al nevado de Toluca y caminamos por horas, entre hielo asentado que me hicieron creer era nieve. La gente jugaba a arrojarse bolas de hielo, cuando había una colina nos arrojábamos sobre mantas viejas y rodábamos como piedras, yo me divertí pero R. parecía no querer estar ahí. Como si le hubieran obligado.
Cuando nos alcanzó la tarde tuvimos que regresar al carro. Al cabo de unas horas R. comenzó a llorar, cansado y con frío, decía que le dolían los pies y que estaba ya oscuro y que le daba miedo.
Su padre lo sujetó del brazo y le dijo en un susurro que mas bien fue grito contenido, "¡me estás poniendo en ridículo! ¿Por qué no eres como tu amiguito que no llora como niña?" R. sólo pudo gritar: "¡me estás lastimando!".
Pude notar el desprecio cuando el papá de R. lo soltó, negó con la cabeza y siguió caminando. R. lloró y corrió hacia su madre, ella lo abrazó y le pidió que se calmara, en un susurro verdadero, como aquél que le reza a dios en momentos de verdadero terror, o como aquélla que le habla a su bebé y que quiere que nadie la escuche, pues es un dialogo sagrado.

Todos seguimos caminando en silencio. Yo no sabía que sentir, mi pueril mente me decía que eso había sido gracioso, pero algo en mi me dijo que había sido testigo de un abuso que aún no entendía. Años después recordé a R. decir que odiaba a su padre, mientras contenía las lágrimas, fue en un recreo, mucho tiempo después del viaje al nevado de Toluca y ese día R. me miró de forma fugaz, yo sabía que estaba agradecido conmigo por nunca contar en la escuela lo sucedido con su padre, no creo que su reputación lo hubiera soportado, ya muchos lo catalogaban de joto, a mí poco me importaba entonces, pues él era buena persona y en el recreo siempre comía rancheritos con limón y salsa y me invitaba, quizás me consideró su amigo, pues nunca le dije joto. Quizás no tuvo verdaderos amigos en la escuela, no lo sé. Hoy lo recordé al sentir el frío pasearse entre mis pies, cual niño que juega entre los adultos. Y mientras abría un chocolate recordé que la madre nos dio chocolates Carlos V, para no sentir tanto el frío, decía. Y puedo jurar que ese chocolate me dejó un sabor a nostalgia, un sabor a recuerdos de infancia que hacía mucho no me visitaban.

jueves, 25 de enero de 2018

Tales of a thousand memories.

El sol golpeaba con furia, se entretenía quemándonos.
Mi papá se bajó del automóvil convencido de que la radio era suficiente para entretenerme y entró en la plaza comercial, al parecer tenía una cita, no lo recuerdo. Me dio cincuenta pesos, que deberían servir para comprarme algo de comer. Yo esperé un rato más, hasta que el tedio me salía por los poros disfrazado de sudor.
Entré a la plaza buscando algo que hacer, sin hambre de comida, tan sólo deseando que el tiempo me devorara a mí, esperando a ver que podía sacar él de mí. Entré a una comercial mexicana casi por accidente y me entretuve en la sección de música, donde exhibían unos discos y varios cassettes, mis manos mayugaban la mercancía, tentantando como ciego que quiere oír con las manos, reconocer una cara con las yemas, buscando encontrar un punto seguro, una cara familiar.
Mis manos inexpertas encontraron un oasis en el cassette doble de el Tri, un cuarto de siglo. Grabado en vivo y del cual yo desconocía su existencia, me dio esperanza, quizás el futuro no fuera tan malo, quizás esperar a que el tigre del tiempo afilara sus garras en mí podría no ser tan tediosa con éste nuevo descubrimiento.
Lo compré junto con un refresco y regresé al carro, a sudar con gusto mientras escuchaba el soundtrack que habría de acompañarme en mi nueva vida, en León guanajuato. Lugar desconocido para mí.

Hoy los engranes de la memoria se activaron cual perros de Pavlov al escuchar una canción y me acordé de esa tarde calurosa que está condenada a ser olvidada, pues mi padre ha muerto y no puede confirmar nada de lo que aquí comparto, los empleados y personas que pudieron compartir ese instante, seguramente no me recuerdan y poco les podría interesar recordar ese momento que poco aportó a su vida. Soy la suma de esos eventos que significan algo para mí pero que quizás poco o nada aportan al colectivo.

Algún día le contaré esta historia a dios y nos reiremos, mientras el café me susurra tu nombre y me obliga a contarte, a compartírte y a narrar la mejor historia que pude presenciar, la tuya.

jueves, 11 de enero de 2018

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algunos llevan rato despiertos, preparando la comida que otros comerán con indiferencia y prisa algunos tratan de no dormirse, hacen guardia por si acaso alguien los necesitara algunos ya están preparándose para ir a trabajar algunos siguen durmiendo, ignoran lo que sucede en el mundo algunos acarician el lomo de un perro con una mano, esperando unos centavos con la otra algunos sufren de migraña algunos apenas están terminando su rutina diaria, preparándose para descansar algunos buscan comida en la basura algunos se desabrochan el cinturón por tanto comer algunos aparecerán en tus sueños, pero ya no en tus días algunos pretenden olvidar algunos son olvido algunos viven mal algunos quisieran poder vivir un poco más algunos ríen algunos lloran algunos suspiran algunos quieren gritar algunos dejar de existir cuando termines de leer

jueves, 28 de diciembre de 2017

quisiera

Quisiera que escucharas la misma música que a mi me emocionó, pero sé que escucharás bandas que yo ni siquiera concibo, me compartirás cosas que hoy ni imagino y no sé cómo voy a reaccionar, por eso te pido paciencia, mi vida tiene ciertas referencias y ciertos eventos que han hecho lo que soy y espero tengas la paciencia para escuchar a éste viejo que te contará su vida, siempre y cuando tú, así lo quieras.

sábado, 16 de diciembre de 2017

December 16, 2017 at 09:57PM

en mi sueño había una feria abandonada, todo el metal había sido carcomido por el óxido. el viento soplaba despacito. el carrusel andaba con flojera y en blanco y negro daba su vuelta cien mil. la música venía de ningún lugar, pero inundaba el ambiente. la hierba acariciaba mis pies. un olor a palomitas me golpeó la nariz, pero mi antojo fue un algodón de azúcar, rosa. de color vívido y esponjoso, frente a mi se encontraba una nube de dulce. con emoción infantil tomé un trozo, cerré los ojos y abrí la boca, listo para degustar un recuerdo de infancia. entonces me detuve y pensé en ti. te busqué por todo el parque, para que ese primer bocado fuera para ti. cuando desperté, tenía la boca entreabierta y mis dedos índice y pulgar formaban una pinza.

viernes, 15 de diciembre de 2017

no lo soñé.

lo curioso es que ella ni siquiera ha de acordarse, sin embargo para mi es algo que hubiera sucedido ayer.
llegué de la escuela con emoción pues podría ver a mi único amigo, así lo consideraba mi psique infantil, a mi hamster, a spike.

y entonces ella burlona me dijo que lo había tirado a un escusado, yo sufrí como nunca, conocí la muerte, la decepción, la traición y la mentira, todo en una sola tarde. ella dirá que no, pero para mí, el universo se partió en dos, en lo que era y en la mierda que podía ser.

y durante años, sentí que le fallé, a mi hamster, pues nunca me pidió nada, nunca me juzgó por lo que era, nunca me reclamó nada, y si yo hubiera estado ahí, quizás lo hubiera podido salvar, quizás hubiera soportado unos golpes en la cara, tan solo por verlo vivir, o por dejarlo correr en un terreno baldío, no lo sé, pero eso me duele hasta el día de hoy y me duele no haber podido haber hecho algo por salvar a mi único amigo, salvarlo de la mierda que era esa joven celosa de un niño que nada quería de ella, que simplemente nació en el momento en que ella se sentía princesa y especial y entonces es cuando digo , que se vaya a la mierda todo y que se vaya a la mierda ella y sus intentos por hacerme sentir mal y sus golpes a mi rostro mientras mi "madre"  no veía, y que se vaya a la mierda la basura psicológica que generaciones han querido cargar, yo no quiero y no tengo nada que ver con ellos.
Su basura no es mía, sus dolores no son míos, sus malestares no han de ser los de mi familia y con pesar les digo basta.

Es triste reconocer que los ídolos de la infancia fueron causa de tantos males.
Merezco más que esa basura mental.

viernes, 8 de diciembre de 2017

My name.

Mi padre estaba enamorado de su esqueleto, siempre fue muy flaco.
Amaba la música de trío y la cerveza tecate. Las tardes de fin de semana se llenaban de nostalgia que algunas risas querían disfrazar de convivio. Los recuerdos flotaban en el aire de la sala, junto al humo de cigarro, Raleigh, siempre Raleigh.

Qué deseos incumplidos se le habrán atorado en la garganta, cuántos muertos no se le habrán condensado en lágrimas, cuantos adioses no habrán bailado esas manos, cuántas cosas me habrás querido decir, cuántas cosas no habrás querido escuchar.

Hoy escuché un trio que me recordó al Quijote, me recordó a mi padre.

Me pregunto, ¿Qué canción te hará recordar mi nombre?