miércoles, 4 de julio de 2007

El peso de la muerte



Cuando sabemos que alguien va a morir, o mejor dicho, cuando tenemos idea de cuando sucederá, ya que todos hemos de morir pero hay algunos afortunados, o tal vez desafortunados, que saben cuando sucederá. Les da tiempo de arreglar las cosas que haya que arreglar, tendrán que decir en poco tiempo las cosas que pensaban que tendrían años para decir, tienen el verdadero peso del tiempo, por que saben cuanto les resta, y no pueden darse el lujo de perderlo, bendita ignorancia que nos permite perder ese tiempo tan valioso.
Cuando sabemos que alguien va a morir, generalmente aprovechamos cada segundo con esa persona, buscamos hacer que ese tiempo valga, queremos aprovechar cada segundo para poder forjar recuerdos que atesorar. Buscamos siempre hacernos tiempo para ver a esa persona, aún cuando haya mucho trabajo o la bolsa vaya a la baja, aún si hay mucho tráfico, lo que nos interesa es poder darle el verdadero peso que tiene cada segundo, aprovechar el tiempo.
Es más fácil ignorar las palabras dichas que puedan lastimar, perdonamos que sean honestos, soportamos dejar a un lado nuestro ego y tenemos mayor capacidad de pedir perdón. Es mas fácil que las palabras que realmente deben ser dichas, sean pronunciadas. Somos capaces de decir "te quiero", "te admiro", "perdón".

Cuando alguien tiene la certeza de que va a morir, busca a los amigos, pasa tiempo con ellos, sabe que no hay tiempo para reclamar cosas que ya pasaron, sabe que es mas importante reír juntos, recordar aquellas cosas que tanto los divirtieron y no estar peleando por quien es mejor, mas popular, más rápido, mas agradable o mas importante que los demás, esas cosas pierden importancia. La muerte nos hace darnos cuenta de las cosas que realmente valen, uno pierde interés en el reloj de oro que pudiera tener, la atención es captada por esos segundos que no nos esperan.

Es el tiempo de poder ser introspectivo, saber que se hizo mal y buscar remediarlo. Buscar a las personas que se les hizo daño, aún sin quererlo, y enmendar las cosas. Podemos pedir perdón por que realmente queremos ser perdonados. Deja de importarnos lo que piensen los demás de nosotros, dejamos de mortificarnos por si nuestra casa esta lo suficientemente limpia para recibir a las visitas, ahora nos importa que haya visitas, no nos importa tener celulares, faxes, GPS en el carro o internet, solamente queremos alguien a quien llamar y platicar, dejamos de preocuparnos por lo bien que podamos vernos, si es que acaso nuestra loción/perfume o es "buena", nos deja de preocupar la marca de la ropa, ahora nos interesa ese cuerpo que pronto dejara de funcionar, ese cuerpo que no es el mismo en el que nacimos, sin embargo es nosotros. Cambiamos, el cuerpo se adapta, pero lo que nos define es la manera en que nos expresamos, la manera en que vemos el mundo, la manera en que tratamos a los demás, la manera en que aceptamos el dolor, la derrota, o el amor. Somos una complicada suma de materia, células, impulsos eléctricos, pero eso deja de importarnos, o acaso núnca nos importó, ahora lo que nos interesa es aprovecharnos, sacar el máximo rendimiento de lo que hasta antes de la noticia no era mas que nuestro cuerpo, ante la noticia de la muerte se vuelve lo mas importante, queremos explotar todos los recursos que tenemos, pensamos como nunca lo hicimos, queremos explicarnos lo que siglos de ciencia aún no pueden descifrar. Las complicadas reacciones química que nos hacen llorar no nos importa, lo que nos importa y duele es la despedida. Eso es lo que nos define como personas, todas, dejamos a un lado el orgullo, la inseguridad, el miedo, la pena, el dolor. Cualquier sentimiento pierde su peso ante la certeza de la muerte. Perdemos el miedo a decir "te quiero" ante un grupo de extraños, deja de darnos pena saludar con emoción a una persona allegada al hablar por teléfono ante amigos o compañeros de trabajo. Somos capaces de mostrarnos de manera mas auténtica.

El tener que enfrentar a la muerta puede causar que nos demos cuenta de lo efímero que es lo material. Es entonces en que recapacitamos y sabemos que todo lo que conseguimos y ostentábamos, se va a quedar aquí, e inclusive, si es que conseguimos bastante, causará discordia entre aquellos que dejamos, inclusive podría separar familias.

Resulta incomodo que solamente ante la certeza del termino de nuestros días, seamos capaces de compartir con aquellos que queremos. Solamente en ese momento somos capaces de darle mas importancia a pasar tiempo con nuestra familia, leer un buen libro, tener una charla con nuestros amigos, preocuparnos por las personas con quienes compartimos algo, compañeros de trabajo, de estudios, los vecinos, las personas que vemos en la calle y que no merecen nuestra atención por que no conocemos.

Si fuéramos capaces de dejar todo a un lado y poder ser atentos con las personas, eliminar la indiferencia, tendríamos menos estrés, podríamos disfrutar el tiempo de mejor manera, seríamos mas felices y haríamos mas felices a los demás.

Desafortunadamente la vida es otra la situación en la que vivimos es que no nos importa mas que los allegados a nosotros, y a veces ni ellos. Somos personas que se ocupan más de sí mismos, somos egoístas, las cosas que hacemos las hacemos por satisfacción personal. No buscamos aportar nada, solo queremos cumplír nuestras propias metas, es triste pero tal vez la única solución, sería que nos digan que la próxima semana vamos a morir.

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