domingo, 12 de junio de 2016

La niña ya lloraba cuando mamá entró a su cuarto, lloraba mientras se rascaba el brazo y cuando salieron, las dos lloraban.

Y es que sólo un cuerpo sin alma no lloraría al darse cuenta que hay gente que duerme bajo la lluvia, mientras otros duermen en cómodas camas, quejándose por un mosquito que no les dejó dormir.

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