jueves, 4 de abril de 2013

De aquellas flores que no florecen.

Existieron historias maravillosas que se proyectaron en una mente,
pero jamás se ejecutaron. Historias increíbles que fueron concebidas
en una noche de insomnio y desaparecieron conforme los rayos del sol
iluminaron el cuarto de aquel que durante toda la noche fue dando
forma a una magnífica historia. Camino al trabajo dio las pinceladas
finales y logró una magnánima historia. Quizás por fortuna, nunca la
transcribió, los críticos no la hubieran recibido como se merecía y
los lectores la habrían mal interpretado.
Sólo nos queda el consuelo de que los mejores autores no escriben, se
llevan, junto con ellos, su obra a la penumbra. El consuelo de la
poesía, el consuelo de colgar nuestros destinos en las estrellas.

Quizás hoy fue concebida la novela mas hermosa y quizás jamás la
leeremos, ya que esa joven que posee la idea, se siente incapaz de
plasmar un sentimiento en papel.
Quizás sea justo, quizás no merecemos esa maravilla.

Quizás, aún no...

miércoles, 3 de abril de 2013

Remordimiento onírico.

Recuerdo que estabamos en Acapulco, en un hotel que calculo tendría
unos veinte pisos, nosotros estabamos en el último piso, o al menos
eso me pareció. Para el momento en que comenzó a temblar yo pensé que
no volvería a sentir nada igual en mi vida, y es que la intensidad del
temblor era absurda, y mientras nuestro hotel oscilaba de un lado a
otro, yo vi a través de la ventana como un hotel se desplomaba. Corrí
junto a mi novia y, siempre con la idea de perecer en mente, la hice
reír con mis tonterías, al menos durante esos segundos se nos olvidó
que temblaba. Terminó el movimiento telúrico y me apresuré a guardar
en mi mochila las llaves de casa, nuestras carteras y dos botellas de
agua. Cuando intentamos salir del hotel e ir a ayudar a quienes
tuvieron menor suerte, la gente del hotel, gerencia y otros huespedes,
pretendían detenernos alegando que habíamos sido muy afortunados, que
mejor descansaramos. Desperté terriblemente angustiado y turbado. Por
aquellos que no pude ayudar.

No hay peor ausencia que la intencional.

No es que no tenga nada que decír, es que no lo he querido decir en
voz alta. Quizás has venido constantemente buscando leerme, quizás ni
siquiera te has percatado de la ausencia mis letras. De cualquier
manera aquí estoy, dispuesto a que me leas con el corazón, porque los
ojos han estado muy ciegos ultimamente y los oídos muy sordos...
Eso me dijo, con el pensamiento, el niño que fui, me lo dijo en
sueños. La metafora surrealista que explica la falta de letras. Letras
del inconsciente, dedicadas al colectivo, que es todo y a la vez
nada...