jueves, 25 de septiembre de 2014

Soy lo que soy.

No poseo nada, ni siquiera mis ideas, buenas o malas, pues me han sido transmitidas por generaciones anteriores, es por eso que aún cuando pudiera escribir algo maravilloso, aunque sea una sola cosa, no me siento especial, pues yo sólo soy el recipiente donde se formó lo que otros concibieron antes, no minimizo mis letras, tan sólo les doy su justa medida.
Lo que visto no es mío, yo no lo hice, lo compré y tiene un uso limitado y después habrá que tirarlo, mi existencia no depende de eso.
Mis miedos no son míos, los aprendí de aquellos que convivieron conmigo cuando niño.
Incluso aquello que me molesta es prestado, en ocasiones al quejarme, escucho la queja de alguna hermana, o de mi padre o incluso de mi mamá, que ocupan mi voz para quejarse, repito las quejas que les escuché decir tantas veces, incluso usando las mismas palabras y sus mismos gestos no soy yo, sino ellos a través de mí.
Mi cuerpo no es mío, pertenece al todo, cuando destruyo mi cuerpo con chatarra destruyo a los que vienen después de mí, ya sea por vía genética, o al transmitir una idea errónea, haciéndoles creer que eso está bien. Mi cuerpo es una extensión de lo que fue y de lo que será, no quiero que mi cuerpo envenene la tierra, al contrario, deseo que al menos pueda nutrir esa tierra y dar algo a cambio.

Lo único que es en verdad mío y eso quizás, son mis recuerdos, nadie más los tiene y dependen de mi existencia, pero incluso puedo perderlos, sólo necesito un golpe en la cabeza, que un gen active la bomba de tiempo que ha de destruir las conexiones neuronales y comenzar a carcomer el cableado que conecta mis sentidos con los recuerdos o tan sólo que el tiempo reclame los rostros de aquellos que ya no frecuento, y se lleve lo que no hace mucho fue un vívido presente.

Recuerdos, eso es lo que en verdad poseo, lo demás me sobra y es reemplazable.  Pretendo no aferrarme a las cosas, pretendo dejarlas ir. Eso pretendo, pero a veces me cuesta.

A veces me pregunto qué sentido tiene escribir, para qué, para quién y por qué. Y mientras trato de responderme esa pregunta mi mente comienza a fantasear, como si le diera pereza pensar en eso, y se va otros lugares, a otros tiempos, algunos ficticios, algunas otras veces recuerda cosas o eventos del pasado y es entonces qué juega con los eventos y fantasea con sucesos imposibles y sus consecuencias y yo, único testigo, decido ser quien tome nota, para así poder plasmar con mis letras, muchas veces de forma torpe, cómo la ficción se mancha con realidad.

Qué pasará con mis recuerdos cuando yo muera, acaso volarán como cuando niños soplamos los dientes de león y veíamos como volaban los "pelitos" y se los llevaba el viento para nunca volverlos a ver, y esos recuerdos, los míos, van suspendidos hasta impactar con una cabeza que hasta entonces iba distraída y es entonces que esa persona levanta un poco la cabeza, los ojos miran hacia arriba, la boca deja de hacer lo que hasta entonces hacía y él o ella se dice a si mismo, "tengo una idea, se me acaba de ocurrir", y ese recuerdo que creí mío, regresa a seguir tomando forma y quizás entonces se convierta en algo más, quizás, sólo quizás, las ideas escogen donde alojarse.

O quizás las ideas no mutan, son las mismas en todos nosotros, pero no todos recibimos los mismos estímulos y sólo se dan bajo ciertas condiciones, son como el conocimiento que está ahí esperando ser descubierto, pero sin el estímulo necesario, no surgen.

Entonces me surge la duda, si esto último fuera cierto, entonces nada me pertenece, absolutamente nada. Que alivio o que pesar, aún no lo he decidido...

jueves, 18 de septiembre de 2014

Para pensar.

Me duele el cuello por escribir en una mala posición, eso o quizás por cargar viejos demonios...

Ojos para ver lo que no ha sido y lo que ya no es

Pasados algunos años nuestros dedos temblarán mientras sostienen una foto de aquel que fuimos y nuestros cansados ojos tratarán de ver más allá de las cataratas, único vestigio de tantas lágrimas derramadas. Y en un segundo nuestra memoria echará a andar, el óxido de la rutina hará chillar los engranes y las imágenes vendrán poco a poco y veremos imágenes al azar, las veremos danzar frente a nosotros, despacio.
Y ahí estamos, en el primer día de clases, lágrimas que reflejan el brillo del sol en nuestras mejillas, y una mano las retira con amor infinito, y una voz que pretende no quebrarse, nos dice que todo va a estar bien, y recuerdas a una maestra que toma tu mano y que sonríe, pero no recuerdas su rostro y a pesar de que seguramente había mucho ruido, no escuchas nada, tan solo te ves caminando junto a ella, ambos entran al escuela y puedes ver como ese niño pequeño mira hacia atrás mientras camina con pasos torpes, una mano sostiene a la maestra y la otra lleva una lonchera de plástico rojo, y al mirar atrás puede verla a ella que se seca una lágrima mientras sonríe y le dice adiós, y el suave viento se lleva su grito, "no pasa nada, vas a estar bien", y ahora te preguntas si acaso se lo decía a ella y no a tí.

De la escuela recuerdas poco, la forma en que rehuías las peleas, los empujones que recibiste y los empujones que diste, las burlas poco originales que cada año se repiten en las escuelas, siempre pretendiendo ser novedad, algún maestro, alguna maestra y contrario a lo que pensaste entonces, recuerdas más a los maestros estrictos y no a los llamados barcos y puedes evocar a la maestra Alicia repitiendo uno de sus ya conocidos regaños, pero lo que más recuerdas es la angustia que sentías en esos días, por no hacer la tarea, por haber fallado en el examen o alguna otra nimiedad, y tu cuerpo puede sentir esa presión en el pecho, tu estomago siente un vacío y la mano que sostiene la foto suda y se ve obligada a pedir ayuda de la izquierda y a pesar de estar tan lejos, lo sientes tan presente y te sorprende que eso te haya quitado el sueño, y mientras frotas tu mano en tu muslo para secar el sudor, recuerdas que ese movimiento te ha acompañado toda tu vida, siempre que dudas o que sufres por los nervios y recuerdas cómo ese niño que fuiste tartamudeaba ante ella, ser pequeño, una niña apenas, pero que llenaba tu mente y tus sueños y en las tardes imaginabas la forma en que sostendrías su mano y mirarías sus ojos, pero era demasiado, la adrenalina golpeando tu pecho o quizás era la música que bombardeaba tus oídos, tardes en que el amor era inocente, tardes en que deseabas tener valor.

Te sorprendes al sentir los músculos de la cara en clara formación de sonrisa y aunque no puedes verte en un espejo, podrías jurar que la sonrisa se forma en tus ojos, pues casi los cierras, conforme han pasado los años sonríes con ellos, a falta de dientes, llegará un día en que los ojos se cerrarán por completo y tu boca mostrará unas encías coronadas aquí y allá por algún diente curioso.

Desfilan imágenes frente a ti, te ves más grande jugando a ser maduro, después jugando a ser responsable y sobre todo jugando a ser fuerte y las lágrimas que no corrieron ese día frente al ataúd, hoy vienen a recordarte que eres humano y que sientes, pero sólo hoy lo entiendes, ya no juegas, sabes que no hay tiempo, ahora eres. Es curioso que la única similitud entre ese de la foto y el que mira, son los ojos, la piel se ha arrugado, algunos dientes abandonaron ya el barco, como ratas asustadas, los cabellos volaron o quizás cayeron como aquellas ideas que fueron semilla alguna vez, pero que no lograron germinar. Miras tus manos y cuentas las arrugas en el dorso, les das la vuelta y mientras miras la palma recuerdas aquella vez en que un profesor les pidió dibujar, sin ver, las líneas de sus manos, nadie pudo, y fue entonces que aprendiste a usar las palabras en su justa medida, sin abusar de ellas y siempre tratándolas con respeto, dejaste de decir "me muero" para darle dramatismo a algún percance, borraste palabras como nunca, imposible, jamás y otras expresiones absurdas.

Ahora es la risa la que te invade, para poco a poco dar paso a la tos, vestigio de años de excesos, y la risa viene porque justo en el clímax de tu ensimismamiento, remataste con un "ay sí, ahora resulta que soy un sabio..." La tos sigue y una mano te ofrece agua, es vieja y arrugada como la tuya y eso dispara el mecanismo de la memoria, otra vez, pero esta vez tarda menos en arrancar, y recuerdas todas las veces que te ofrecieron un vaso con alcohol, primero decías que sí para demostrar que no eras un cobarde, después por gusto y muchas otras veces por aburrimiento, y puedes ver cómo desfilan rostros frente a ti, compañeros de secundaria jugando a ser adultos, después los compañeros de prepa, compañeros de trabajo y amigos, todos platicando cosas triviales pero que en ese momento resultaban fascinantes, casi metafísicas. Y recuerdas la forma en que "expandías" tu consciencia y como la música sonaba diferente y la forma en que tus manos tocaban el sonido...

Es su sonrisa lo que te trae de vuelta a la realidad y como si fuera un espejo sonríes como respuesta, sus manos se posan en las tuyas, cual ave que regresa al nido, con esa confianza, y con ternura te pregunta por qué sonreías y entonces cuentas de la mejor manera, tu vida. Sin máscaras, sin adornos y sin pretensiones relatas en voz alta lo que hasta entonces era solo silencio en tu mente y los dos ríen y cuando la historia lo amerita, lloran.

Estas cansado, quieres acostarte y descansar, tomas sus manos y las miras, poco a poco recorres con la mirada su cuerpo  pero al llegar a su rostro todo se pierde, la razón es muy sencilla aquél que serás conoce muy bien ese rostro, pero tu que estás en el hoy, no.

De ti depende quien será ese rostro, puede ser el amor de tu vida, tu hija o hijo, el enfermero del asilo, algún familiar que espera el día en que dejes de ser una carga, o quizás el psiquiatra que se sorprende de la forma en que has pulido los detalles de tu historia, hasta el punto de que parezca realidad.

Un viaje

Ensimismado sonríe hacia la nada.

Los que pasan junto a él lo miran con lástima, mientras él descubre el significado de la vida, y deja entrever una formación incompleta de dientes.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Catarsis por música, obligada y luego voluntaria.

2:34 de la mañana

Imagino un estéreo grande, excesivamente grande, de esos que se pueden ver a la entrada de las tiendas Elektra que inundan las calles, de esos que incluso tienen luces neón, para que el comprador no tenga que hacer un gasto extra. De sus grotescas bocinas se escucha, a pesar de los que queremos dormir, música común que nada tiene de particular y por tanto es tan difícil de soportar.
Pasados unos minutos la cofradía entona, mal, las mañanitas, siguen unos aplausos y la música sigue.
Todo comenzó ayer a las once y media e incluso hoy sábado las bocinas siguen vomitando canciones que a mí me parecen una burla, una clara afrenta a los oídos que buscan cerrarse y que en este momento lamentan no tener párpados. (deja vu)

En un momento quise enojarme por no poder dormir, pero no pude, desafortunadamente tengo buena memoria. Y fue la memoria la que susurró a mi saturado oído aquellas veces que recibí el amanecer de igual manera, con amigos del alma o amigos de ocasión y música que yo considero genial inundaba el ambiente y justo hoy me pregunto a cuánta gente no dejé dormir en su momento, cuántos no habrán maldecido mi (nuestro) gusto musical y el ruido de nuestras risas y porque no decirlo, aquellos gritos desesperados. Incluso puedo sentir el humo de cigarro que sube despacio por entre mis dedos recorre mi muñeca y de ahí salta a mi hombro, susurra cosas que aún hoy no termino de entender, juega con mi cabello, tal como lo hacen los mayores con el cabello de los niños quizás temiendo aquello en lo que han de convertirse, y después de unos segundos sube, se condensa en una nube y desde ahí observa como te pones en pie de forma torpe, entras al baño y después de un rato sales, y ahí de pie miras lo que sucede a tu alrededor, gente que no conoces acompaña a quienes crees conocer, pareciera que nadie nota tu presencia, hasta que alguien coloca su mano en tu hombro y te pregunta si estás bien y entre hipos logras articular un sí, un sí que tomó una eternidad en resbalar desde tu lengua hasta el borde del vaso que sostienes con maestría, es tu punto de equilibrio.

Desde ese vaho que flota queriendo salir de ahí, ves la misma escena una y otra vez, cambia la gente que está contigo, algunas veces cambia la ubicación y la música, incluso cambias tú, te ves cómo el contestatario rebelde, como el intelectual de closet, siempre repitiendo ideas ajenas, como el melómano, como el gran cuenta chistes, como el poeta y la gran mayoría de las veces todos convergen en un tú callado que escucha, se entretiene aprendiendo de los demás.

Con un suspiro expulsas los recuerdos, la música sigue en este momento que transcurridos unos minutos será pasado, escribo líneas que son testimonio de algo que ya ocurrió y que el yo del futuro podrá recordar al releerlas, pero que el yo de ahora plasma poco a poco y que son su realidad y por tanto importante, tan importante como aquellas pláticas que apenas y podían escucharse entre los acordes de guitarra, un comentario aquí y otro allá y se conseguía algo extraordinario, pero ahora se requiere de mucho mas para captar tu atención.

Estuve a punto de beber un güisqui, pero me iba a dar hambre y no quiero cocinar, no quiero encender la luz, sería una declarada invitación para que el insomnio entre a mi cama, se revuelque en mis cobijas y me robe la mejor almohada, pero no, prefiero que sea un simple coqueteo.

Me pregunto en donde estás, en dónde está el yo del futuro y donde quedó el yo del pasado, cierto es que convergen en el que aquí escribe hoy e incluso en aquel que comenzó a escribir esto y en aquél que pasados unos días lo lea nuevamente, pero no puedo evitar preguntarme que será de mí dentro de unos años, me tatuaré como alguna vez me prometí o ahora sí podré comprarme una guitarra para poder disfrutarla y en ese futuro tendré el restirador que tanto quiero. No lo sé, pero más vale que desde hoy le de forma a esa arcilla que seré yo.

La música por fin se ha callado, nos hicieron escuchar las mañanitas de cepillín, las de alejandro fernández, cuatro versiones infantiles y otras dos que no pude reconocer el artista, pero que resultaron igual de redundantes, creo que con una vez bastaba. Curioso que éste mes también es mi cumpleaños, si buscas mi nombre en el 82 podrás verlo entre muchos otros, será un evento común y corriente en lo general, pero especial en lo particular.

Sin darme cuenta el insomnio tomó control de mis manos y escribe a voluntad, plasma como puede el caudal de ideas. Debería estar durmiendo.

Para contrarrestar la música de ellos, me puse los audífonos, encerrando la música que me gusta dentro de mi cabeza. Canciones que hoy repito hasta el cansancio y que quizás mañana al escucharlas diré, hace mucho que no escuchaba esa canción y como nota adicional diré, esa canción me recuerda, y agregaré detalles que hoy me resultan tan cotidianos, pero que para entonces serán distantes y tendrán manchas de óxido y ficción.

3:39 de la mañana

simple catarsis.

El sueño me ha abandonado. Rasco mi cabeza sin ganas y sigo escribiendo, dejo que las ideas se acomoden en el lugar que quieran.

Justo ahora me dan ganas de pararme, encender la computadora y pasar unas canciones al celular, canciones de antaño que masajeen la memoria y le permitan mostrarme cosas que en éste momento no puedo ver con claridad y que estoy seguro que mañana no querrán mostrarse o al menos no como lo harían hoy, pero desisto, en verdad quiero dormir.

Más de una vez he soñado que vuelo y que floto por sobre todos, y hoy me pregunto su acaso el volar no es una cualidad innata del ser humano, pero estamos convencidos que solo es posible en sueños y por tanto no lo intentamos, pues han logrado tatuar en nuestra psique "NO PUEDES VOLAR" y lo peor es que lo hemos creído...

Ejercicio mental,
Reproductor en "shofl", dejar que suene la canción y evocar esos recuerdos que se despiertan y se mueven cual serpiente encantada que asoma su cabeza y se muestra bailando a ritmo de cumbia de celso piña, y uno cuenta todo lo que recuerda con esa canción, dónde está, con quien, haciendo qué o acaso en qué momento de tu vida se escuchaba esa canción.
Repetir cuantas veces sea necesario y en caso de ser posible hacerlo con varias personas, cada uno con su propio soundtrack de vida y ver cuantas canciones son comunes y cuántos recuerdos parecieran fundirse en uno solo.

Ya casi llega el sol y no quiero que me vea aquí escribiendo. Adelantando canciones que son muy buenas, pero no para éste momento, siempre hay canciones que no queremos escuchar en ese momento y pareciera que no llega su momento, les vamos negando la oportunidad de acompañarnos y de pronto, pasados unos días o unos años, se convierte, quizás por accidente, en la canción perfecta para enmarcar un momento, y no dejamos de escucharla y cansa a los que nos rodean pero no a nuestros oídos, incluso sucede con canciones que vienen a visitarnos desde el pasado y aunque no cautivaron al yo de entonces, hoy enamoran a nuestros oídos, y las piezas encajan de forma perfecta, ahora sí y el espectro total lo comprendemos mejor y forjamos un recuerdo nuevo, uno que con suerte nos acompañará hasta ese momento en que cansados cerraremos los ojos y lo recordaremos todo y una canción sonará en nuestra mente y todo tendrá sentido y podremos comprender todo. Solo nos queda hacer las cosas hoy para que mañana no sea demasiado tarde.

4:05

En mi cabeza suena una melodía triste, las cosas tienen más sentido y puedo entender aquello que ayer no comprendía, pero que hoy ya no puedo solucionar, sólo me queda revivir el momento y jugar con la imaginación.

Qué hubiera pasado sí

no me hubiera puesto los audífonos, quizás ya estaría dormido

me hubiera servido ese whisky o güisqui

hubiera dicho perdón a tiempo

hubiera dicho no aquellas veces qué me vi obligado a decir sí

no te hubiera conocido

no me hubieras conocido

no hubiera seguido sus pasos

sí no hubiera nacido

No me arrepiento.

Espero calmado a qué el insomnio se vaya y en la calma haré recuento de daños.

Hace años compré una cinta para grabar un cassette de música mezclada, por una serie de eventos no pudo ser y hoy acumula polvo en un cajón, pero no la tiro porque tengo fe en que pronto podré grabarla, pero sobre todo porque me recuerda que lo que no hago y dejo para después, puede convertirse en sólo una intención y no en realidad.

EN DÓNDE ESTÁS, QUE ESTÁS HACIENDO, YO ME PREGUNTO.

4:20  cerraré los ojos esperando que el insomnio se aburra y busque a alguien más que pueda entretenerlo...

viernes, 5 de septiembre de 2014

Pequeños jitomates.

Nuevas flores amarillas adornan las ramas, los bichos blancos ya no se ven, quizá se ahogaron con tanta lluvia.
El pequeño jitomate, vecino de otro más, espera impaciente la llegada de más jitomates y yo también.

El otro día al salir de casa, pude ver en el suelo a una lombriz que  andaba despacio por sobre el cemento, en busca del oasis de un charco, único vestigio de la lluvia del día anterior, ella buscaba un hogar y yo deseaba que alguien oxigenara la tierra de la maceta, la decisión fue fácil.

Quizás debería mirar las plantas con más frecuencia, saber como les va y si acaso necesitan algo y dárselo si está en mis manos.

Quizá eso debe de sentir dios con nosotros...