lunes, 22 de febrero de 2016

Un paso hacia la locura.

Quizás debiera cambiar el título del blog.

A veces siento que estoy usurpando un espacio que no me pertenece, aquél que inició éste blog no es el que hoy escribe, hemos cambiado, quiero pensar que para mejor.
No tiene derecho de replica y no puede criticar lo que hoy escribo.
Alguna vez dije que iba a escribir lo que me naciera que al fin y al cabo el blog es mío y hago con el lo que yo quiera.
A veces escribo para un lector imaginario y me tomo el tiempo de pulir las ideas, de darles coherencia y, al menos intento, lograr un texto claro y de lectura amena.
Durante mucho tiempo me pregunté a quién le escribía, que ojos pretendía cautivar, pero hoy comprendí que escribo para aquél que seré, para el yo del futuro, y entonces él leerá con paciencia infinita estas líneas y se entretendrá leyendo lo que su viejo yo escribió y quizás ría y se diga a si mismo, "que forma tan pobre de expresarme", o quizás piense que perdió el tiempo, o quizás no pueda leer este blog pues se encuentre encerrado en una oficina, persiguiendo la efímera felicidad.




sábado, 13 de febrero de 2016

Un viaje.

Le dijo con lágrimas en los ojos, "no te preocupes, nos volveremos a ver". Y cumplió su palabra, pues siempre lo visita en sueños.



miércoles, 10 de febrero de 2016

I am the only mind which exists.

Creía firmemente que él era la única forma de consciencia, todo cuanto lo rodeaba era tan sólo una invención de su mente.

La idea se le ocurrió a los ocho años cuando vio un pájaro muerto en el patio de su casa y meses después, vio a su tía muerta. La imagen del ave inmóvil le atormentaba en las noches y se le ocurrió pensar que su mente lo había preparado de alguna manera, para enfrentar la muerte de su tía. A partir de ahí todo se fue en picada.

Durante la secundaria y la prepa no ahondó mucho en el tema, hasta que en la universidad encontró el término que definía su mal, y le pareció un nombre hermoso para su prisión, “Solipsismo” dijo en voz alta, y a partir de entonces vivió la vida de acuerdo a su nuevo dogma. 

Poco le importaba la realidad, al fin y al cabo era tan sólo una proyección de su mente y lo que ocurría en el tiempo y en el espacio dependía de él, o al menos eso quería creer. Alguna vez le explicó a un desconocido que él, el desconocido, no existía, que era tan sólo un ente creado por su inconsciente a quien llamaremos J, y que él J, le había dado vida tan sólo para poder repasar su idea del universo, pero que él, el desconocido, desaparecería en cuanto el, J, se fuera. 

El pobre anciano, que andaba en busca de demonios, se creyó la historia y a partir de entonces entre los hipos del alcohol, se le oía gritar, “no somos nada, somos efímero pensamiento de alguien a quién poco le importamos”, no es de sorprender que lo hayan tomado por un fanático religioso.

En algún momento J creyó prudente convivir más con ese colectivo que era él mismo, decidido a conocerse mejor, a saber, sí todo lo que lo rodeaba era carente de consciencia y razón y al mismo tiempo era una extensión de él mismo, qué mejor manera de conocerse que platicar con esas extensiones de su ser, aquellas que eran simples fragmentos, simples conceptos de un yo tan complicado y tan desconocido. Fue entonces que conoció a su parte bella, una mujer hermosa a la que decidió colocar dos pequeñas estrellas por ojos y el aroma de los recuerdos de infancia, una mujer perfecta. 

Al principio le dio miedo hablar con ella y quizás esto hubiera sido suficiente para romper la burbuja mental, pero no, decidió llevar el concepto de yo a un punto descomunal, se dijo que esa mujer hermosa no era más que su lado femenino, aquel que debía reconocer y amar para alcanzar el ser andrógino perfecto, para que entonces el universo mismo implosionara en un beso y volviera a comenzar, como en el inicio. 

Logró hablar con ella y derribar el primer miedo, el del rechazo, fue lo más honesto posible, por supuesto omitió la idea de que ella era parte de él, pues estaba sobreentendido, al menos para él, así que se sobreentendía. Logró enamorarla, logró enamorarse pues se entregó en su totalidad, no tenía miedo a ser herido, no tenía miedo de lo que pudiera pasar y permitió que fuera ella la causa de risas y sonrisas, de ratos invocando su rostro cuando no la tenía a su lado.

Ante tan inesperados eventos, ella le correspondió con la misma honestidad, una verdad brutal, “los médicos dicen que me queda poco tiempo de vida”, No quiso saber los detalles, la estocada de muerte estaba dada, le dolió el pecho y la boca del estómago, pues temió perder el amor de su vida y se sintió traicionado, todo al mismo tiempo.

Consciente de que él era la única causa de su enfermedad, decidió arrojarse al vacío, desde lo alto de una torre de departamentos, decidió terminar con lo que él consideraba el universo mismo.

Cuando exhaló su último aliento un doctor determinó que no había nada más que hacer, y ella, su parte bella, fue declarada muerta. 



Del viejo poco se sabe, dicen que se dedicó a guardar sus memorias en un espacio virtual y por tanto, inexistente, como él...


a veces imagino que entre todos aquellos que me rodean día a día hay uno que no pertenece a éste plano.
imagino que es alguien que se quedó en éste plano, alguien que no ha sido capaz de dejar ir y que por tanto sigue aferrado a éste plano, o quizás alguien que tiene algo pendiente.
con esa idea en mente miro los rostros de aquellos que deambulan por la ciudad, esperando encontrar al alma atormentada, les pongo atención, esperando se den cuenta que pueden confiar en mí y que pueden contarme su secreto, o pedirme ayuda.

hasta el día de hoy nadie se ha acercado a mi y eso me deja pensando, y si acaso el único atorado en éste plano soy yo.

Nada más comodo....




justifico mis errores ortográficos basado en que el lenguaje es un ente vivo y ejerce su libre albedrío, como aquel joven brillante que abusa de drogas y alcohol.


martes, 9 de febrero de 2016

Tormentosa relación



Y si resulta que en este momento, en otra dimensión en el mismo espacio que estás ocupando, se encuentra alguien más, o algo más. 


Los doctores insistían que era esquizofrenia, yo les decía que no, pero qué va a saber un niño de ocho años, al cabo los que estudiaron fueron ellos. Siempre las mismas preguntas tontas, "¿Pero entonces ves a alguien que te jala?" Y por más que les decía que no siempre anotaban en un cuaderno cosas que me imagino que ni ellos entendían. 

Te cuento, nos mudamos a esa casa porque a mi papá le ofrecieron un trabajo en Guadalajara y pues ni modo de que se fuera sólo, así que fuimos todos con él. La empresa le consiguió la casa, creo que eran terrenos del corporativo o la empresa que construyó las casas era de la misma familia de la empresa de mi papá, algo así, el chiste es que no pagábamos renta y a mi papá le pagaban muy bien, lo malo era que estábamos como en un pueblito entre dos cerros, donde la empresa estaba al pie de un cerro, las casas del otro lado y en medio había una escuela y un como centro comercial, con una semana viviendo ahí ya conocías a todos. 
En la escuela no hice amigos, bueno me llevaba bien con algunos más que otros, pero eso que se dice amigos, no. 

Total que a mi mamá se le ocurrió organizar una comida con algunas señoras, los esposos y por supuesto los hijos. Después de comer los niños nos sentamos en la sala y comenzamos a jugar juegos de mesa que yo traje de mi vieja casa y algunos otros juguetes que me regalaron de despedida mis amigos, así que fui la sensación y me convertí en el niño que tenía muchos juguetes padres, aunque nadie sabía mi nombre. 

Después de jugar una tarde y de despedir a los niños que fueron a visitarme, mi mamá tuvo que salir corriendo, nunca me dijo qué pasó, pero me pidió que cuidara la casa mientras ella salía. 

Y ese día fue el primero, comenzó con algunos ruidos, siempre detrás de mí, nunca podía ver si se caía algo o qué era lo que hacía el ruido. A veces chocaban los vasos, como si alguien los moviera, pero no había nadie. Otras veces mi mamá me gritaba en la mañana bien enojada porque mis juguetes estaban en la sala tirados, y yo todavía medio dormido los levantaba, hasta que me daba cuenta de que yo no los había sacado...

Después con el tiempo empecé a sentir que me tocaban, como cuando te dicen "tú las traes", un toque rápido pero no fuerte... No sé cómo explicarlo.

Ah y pues fue entonces que vinieron unos psicólogos del trabajo de mi papá y me hicieron no sé que tanto estudio... Siempre con lo mismo, que si lo veía, que si sabía quien me tocaba, que si alguna vez lo había visto.... Por más que les dije que no, pero lo raro era que me preguntaban como si supieran que era lo que pasaba, pero terminaron diciendo que era esquizofrenia...

Total que pasados seis meses le dieron las gracias a mi papá en el trabajo, y hace poco llegamos a vivir aquí, el otro día le pregunto mi tío que qué había pasado, y mi papá dijo "pues no sé mano, fíjate que estaba todo muy bien, pero al parecer estaban esperando algo que no pasó o no sé, lo único que me dijo mi jefe fue que no podían seguir invirtiendo tanto dinero sin tener resultados "tangibles" cosa que no entendí, pues ya ves que yo estaba en contabilidad..."

Uno de mis amigos del DF, donde vivía antes, me mando un recorte de periódico por mensaje de feisbuk y dice que encontraron un pueblo fantasma cerca del pueblo donde yo vivía, y quedó de mandarme una foto, por que la del periódico está toda fea y en blanco y negro, no se alcanza a ver nada. 


-"Y no crees que era un fantasma"
-Pues no sé, a lo mejor. Puede ser que sí...

 

 
Entonces comprendí que el fantasma no quería asustarme, era torpe, pero sólo quería un amigo.

lunes, 8 de febrero de 2016

Soy lo que soy.


no me creo inteligente por la música que escucho
no me creo inteligente por los autores que leo, al final son sus ideas, no mías.
no me creo inteligente por saber utilizar el corrector de ortografía
no me creo inteligente por pasar tiempo a solas, muchas veces imagino cosas como cuando niño, nada profundo
no me creo inteligente por poner en el mismo cajón un siglo y un segundo
no me creo inteligente por usar expresiones como “en los confines de mi ser”
no me creo inteligente por haber dejado de beber y fumar, quizás es cobardía
no me creo inteligente por ser menos inocente, a veces creo que la madurez es un lastre psicológico e intelectual
no me creo inteligente por sentir que me he deshecho de lazos o por creer que he dejado de aferrarme a las cosas
no me creo inteligente por saber mentar la madre en inglés
no me creo inteligente por enlistar mis fallos
no me creo inteligente por considerar el regetón una basura
no me considero inteligente por gustar del rock progresivo
no me creo inteligente al no poder exorcizar grandes escritores de mi prosa, al contrario
no me creo inteligente por decir exorcizar para referirme a que tengo ideas ajenas arraigadas en mi
no me creo inteligente por mover la cabeza mientras escribo y escucho música
no me creo inteligente por saber preparar sushi
no me creo inteligente por saber usar google
no me creo inteligente por tener buena memoria
no me creo inteligente por saber escribir
no me creo inteligente por saber leer
no me creo inteligente al escribir o dibujar, pero quizás dependiente de la catarsis que esto representa, también débil
no me considero inteligente por tener más ganas de escribir un libro que comprarme un Ferrari
no me considero inteligente o superior si escribo dios en lugar de Dios, o demonio en lugar de Demonio
no me considero inteligente si comparo a dios con el demonio, son cara y nalgas de ideas humanas
no me considero inteligente por ser agnóstico en las buenas y católico que reza en las malas
no me considero inteligente por perseguir el vacío mental
no me considero inteligente por querer dejar de envenenar mi cuerpo
no me considero inteligente al saberme cobarde
no me considero inteligente al saberme mortal y efímero
no me considero inteligente al saberme parte del universo y por tanto eterno
no me considero inteligente al querer vivir aquí y ahora
no me considero inteligente repitiendo un zen de caja de cereal
no me considero inteligente al ser contestatario de tuiter
no me considero inteligente al ser activista de feisbuk
no me considero inteligente al escribir tuiter o feisbuk
no me considero inteligente por escribir mis defectos
no me considero inteligente al querer llamar la atención dentro de 140 caracteres.
no me considero inteligente por no ver fútbol
no me considero inteligente por tener consciencia de que gente muere a diario por un lado y por el otro hay quienes viven en la miseria
no me considero inteligente por escribir lo que me hace un ser común y corriente
no me considero inteligente por leer los fallos de aquel que escribe en su blog…

domingo, 7 de febrero de 2016

Donde quiera que veas, hay algo que ver


Zen de caja de cereal.

El maestro meditaba durante el día y en las tardes jugaba con su perico, regalo que recibió de un viejo amigo.

Todos los días el maestro abría la pequeña puerta de la jaula, pero el perico insistía en cerrarla durante las noches, al momento de dormir. El maestro sonreía como el padre que ríe ante el niño que juega frente a él.

El maestro nunca obligó al perico a ser libre, sino que lo dejó ser libre, encerrado en su jaula. Y pensó que mucha gente así decide ser libre, en su jaula mental.

Al meditar podía sentir las pequeñas patas recorriendo su cuerpo. 

A fuerza de convivencia el perico aprendió varios koans y algunas máximas y se le podía escuchar con su voz de ave decir, "la vida es una ilusión". 

Al morir el maestro la gente recorría miles de kilómetros buscando la sabiduría y la iluminación. 


Ahí se puede ver a un grupo de turistas con un celular frente al rostro, tratando de enfocar a un perico que repite sin saber que quiere decir, " Aquí y Ahora", y todos le aplauden con prisa para después poder elegir un buen filtro y subir la imagen a Instagram y de ahí a Facebook o Twitter...


miércoles, 3 de febrero de 2016

Haz reír a un elefante.

Intentó encontrar su rostro entre la niebla, mientras su reflejo sonreía curioso.

Las líneas de las manos tienen la forma de aquellas cosas que durante su vida sujetó con anhelo y aprehensión. Las arrugas que circundan los ojos tienen la forma de las lágrimas que derramó al soltar esos objetos que sólo hoy comprende, son efímeros.
Nombres que nada significan y rostros difuminados desfilan en su mente, uno a uno van pasando mientras en su mente una tuba suena a desfile de payasos y elefantes y gladiadores poderosos que en el centro de la arena reciben pastelazos, ahí, recibiendo pastelazos, se encuentran todos aquellos que admiró y que incluso imitó, pero que hoy es capaz de mirar de forma objetiva y decir con autoridad que fue una idiotez pretender ser durante tanto tiempo, en vez de simplemente ser.

La tinta transmite lo que se forma en el corazón y es despedido hacia el torrente sanguíneo, un telegrama que es recibido en el centro de mando y se transmite en clave morse a través de pulsos eléctricos para así llegar al papel, mientras la mano danza un vals sobre este. Una carta que durante años no se atrevió a escribir nunca, pues sabe que el remitente la ha esperado siempre.
Sólo hoy comprende lo que tiene que decir, aún no sabe que palabras usar, pero entiende el concepto, pedir perdón es fácil en esencia, lo difícil es expresarlo.

“Ahora comprendo que mucho de lo que hice lo hice para complacer a los demás, ya fuera para que hablaran bien de mí, o para que dejaran de hablar. Idealice a muchas personas, creyéndolas y tratándolas como santos, como budas, devoré todo lo que tenían que decir, use sus flatulencias como incienso para meditar y me adorné con sus ideas. Viví mi vida bajo su mirada acusadora y a pesar de que lo sabía, quise complacerlos.
Nunca me atreví a viajar y convertirme en artista ambulante, nunca recorrí el mundo lejos de esas personas, nunca me alejé del lugar que sabía no era bien recibido, nunca me atreví a decirle en la cara “¡cállate perra!”, sino que agaché la cabeza cuando me regañaba, cosa que amaba, ella, la perra, no yo, nunca me atreví a decir adiós, sino que me quedé esperando.
Hoy comprendo que el único que debió tener poder de decisión en mi vida, era yo, que el único que tenía derecho a disfrutar mis fracasos era yo, el único que debió lamentar mis perdidas y el único que debió de celebrar mis victorias debí ser yo. No vivo, ya no vivo para nadie, y a pesar de que ahora el tiempo es lo menos que tengo, ahora quiero disfrutar lo que yo decida hacer con mi vida.
Si alguien quiere venir conmigo bienvenido sea, pero no pretendo, ni voy a esperar a nadie, ya esperé demasiado.

Al único que le debo una disculpa es a mí, el único que debe reclamarme el tiempo perdido, soy yo.”

Dobló la carta con la misma solemnidad de aquel que forja un carrujo y mientras la nostalgia jalaba del hilo de plata de su rostro para formar una sonrisa, la guardo en la pequeña maleta negra, donde se encontraba su vida. Todo se reducía a una maleta, ahí apretujados van los recuerdos de la infancia, las tardes lluviosas en que ganó el super bowl con un pase de mas de cien yardas, y los remates de tijera que hicieron que su equipo ganará el mundial por enésima vez y junto a ellos van las tardes en que la luna lo sorprendió mirando las estrellas, imaginando que un ser querido lo extrañaba igual o más que él, y también van los golpes que le dio la vida, esos que le dieron la forma que tiene hoy y van los sueños rotos, no olvidemos todo aquello a lo que dijo adiós, todo aquello que alguna vez deseo, también apretados van sus sueños junto a sus mejores poemas, esos que nunca escribió y que lleva tatuados en la psique, al igual que esa historia con que ha entretenido las mandíbulas de la creatividad y que sí le da tiempo escribirá en el lomo de la arena, antes de que la marea vuelva a subir, pues le dolería no plasmar su huella en esta tierra para que así haya constancia de su existencia y antes de que un cometa destruya la tierra, otra vez, pueda dios decir “claro que me acuerdo de él, le gustaba escribir, algunas cosas las disfruté mucho, otras me parecieron pretensiosas y rebuscadas, pero recuerdo una vez que su nombre brilló al atardecer antes de que el mar lamiera la sal y con esta su nombre.”

Algo de ropa, su carta y la nostalgia bastaron para armar su maleta, la esperanza y el ánimo se los hecho al hombro.

El circo ya estaba recogiendo cuando lo vieron llegar y reconocieron en él a un poeta, lo que les extrañó fue la maleta, pero bastó la cara llena de determinación como pasaporte, se encontraba ante ellos un soñador, un artista errante que bien puede vivir del aplauso o de la risa y no de la efímera fama.

El director del circo le estrechó la mano y se sorprendió de la fuerza que esta contenía, seguramente se encontraba un corazón joven debajo de esa piel que comenzaba a marchitarse. Lo escuchó con atención y donde otros hubieran reído, él preguntó:

-¿Y qué sabe hacer abuelo?
El sonrío como nadie al decir, “soy muy bueno haciendo reír elefantes…”

Recorrieron el país de cabo a rabo, en cada ciudad y en cada función deleitó su paladar con comida deliciosa, el viejo sabía cocinar como los grandes, y para salpimentar el momento les contaba una historia de su vida. Nadie sabía si esas historias eran ciertas, pero poco importaba, la magia que encerraban sus relatos estaban llenos de talento, ya fuera suyo, al inventarlas, o de dios, al fraguar dichas historias para un sólo hombre.
A mitad de la gira, en Jalisco, primera ciudad que visitaban con playa, notaron al viejo mas melancólico que de costumbre.
El sol ya se escondía cuando lo descubrieron en la playa, los calcetines agazapados en la cueva de los zapatos a una distancia segura del mar, los pantalones enrollados a la altura de las rodillas mientras él con un dedo escribía su nombre en la arena, primero una J, una sonrisa por todas las victorias, una O, una lágrima brota emocionada, un pequeño monumento a todos aquellas derrotas y sinsabores y dolores, una S, la taquicardia le invade el cuerpo, los recuerdos no le caben en el pecho, una E, todas esas personas que ya no están y que le hubiera gustado ver una vez más, una tilde ´, voltea a ver el mar y suspira, se siente satisfecho y está listo para irse, para despedirse, pero mientras el mar lame la sal del sudor de su piel se da cuenta de que todavía le queda tiempo, dios quiere entretenerse con sus historias un rato más, ya después lo llevará con él a dibujar atardeceres, eso es lo que hacen los artistas al morir, para así deleitarnos un poco más.

Allá a una distancia respetuosa, una cofradía de soñadores lo mira con orgullo y cariño, un viejo ha sido capaz de conmoverles por el simple hecho de cumplir su deseo de vida, ser.