sábado, 30 de abril de 2016

Adiós amigo.

Corrieron cuanto pudieron, uno siempre detrás del otro. Corrieron felices,  como sólo se les ha visto correr a los cachorros. Uno pensaría que se cansarían rápido, pero la alegría da energía para rato.

Cuando se tropezó mamá dudó en ir a levantarlo pero decidió esperar a ver qué hacía. Y entonces se dio cuenta que el nudo no era tan resistente. El hilo que unía al niño con el globo, al globo con el niño,  se rompió. Y el pequeño sorprendido lo vio alejarse despacito, bailando al vaivén del viento, como si sorteara invisibles obstáculos,  mamá estaba lista para secar lágrimas, pero entonces vio como su hijo se puso de pie y con el porte de un campeón, erguido y eterno lo vio decirle adiós a su globo, con el respeto que sólo se ve en algunos animales que saben que jamás volverán a ver a sus amos,  con lealtad.

El globo se despidió bailando mientras el niño corrió hacia su madre para pedirle que le dijera adiós.

Madre secó lágrimas que emocionadas salieron a ver qué sucedía, una a una las recibió con el amor de madre, mientras su hijo la veía y le preguntaba intrigado,  "¿por qué lloras mami?", madre le dice que no es nada y es que ella cree que es difícil hablarle a un niño acerca del respeto,  siendo que él a sus cuatro años le ha dado una lección.

La vejez comienza cuando se termina la curiosidad.



Eran días en que se podía perder el tiempo sin miedo a consecuencias, sin miedo a que el tigre del tiempo se afilara sus garras en nuestro rostro, llenándonos de surcos por donde pudieran caer más fácilmente las lágrimas, eran días en los que no teníamos miedo al reloj, pues sabíamos que mañana íbamos a poder seguir jugando justo donde nos quedamos y a pesar de los gritos, poco nos importaba el lodo en las rodillas, pues éramos felices, corríamos sin miedo a que alguien pensara que estábamos locos, reíamos sin miedo a interrumpir la quietud, no nos importaba que el sol no se hubiera levantado, nosotros ya teníamos energía suficiente para salir a andar en bicicleta y comer helado, pero poco a poco nos educaron, nos condicionaron a reír de forma discreta, a comportarnos de acuerdo a la conveniencia de los demás, a no gritar, a no correr sin razón, a que el tiempo es algo que hay que atesorar y ocuparlo para correr y poder llegar a tiempo y quedar bien y verse bien ahora son prioridad, jamás deben verte con lodo en las rodillas ni mugre en las uñas, siempre hablando con voz baja en lugares públicos, pues lo contrario es vulgar, lo que no conviene a los demás está mal.
Corríamos sin preocuparnos por llegar a tiempo, pues el simple hecho de correr era el objetivo del juego, sentir, ser, experimentar el mundo era la prioridad y estábamos llenos de preguntas y la mediocridad de algún adulto nos enseñó a dejar de preguntar y nos dijeron que no tenía sentido hacer tantas preguntas y también nos dijeron que hay que sentarnos derechos y que hay que comer con la boca cerrada. Te acuerdas cuando el brócoli eran pequeños árboles y tú un gigante que había de devorarlos, la única parte divertida de los vegetales en la comida, y eso también nos lo quitaron.
Bailar sin música no era locura, era lo más divertido, jugar en la cocina sin miedo a cuchillos o al fuego, mirar a las hormigas pasar una tras otra, siempre con la duda, ¿A dónde diablos van? Y siempre antes de dormir pensar si acaso esa última hormiga, la que parecía perdida, había llegado al campamento y ahora se encontraría con sus amigas, contando su experiencia emocionada y diciéndoles que vio un ser enorme que la miró con curiosidad, mientras ella sufría para encontrar el rastro, pero entonces el ser ese enorme la sujetó con delicadeza y la llevó a un lugar donde pudo seguir el rastro y es por eso que pudo encontrarlos y algunas hormigas no le creen, pero no pueden explicar cómo es que logró llegar, si se había atrasado demasiado, pero hay cosas que es mejor no preguntarse, y justo cuando piensas en eso alguien te grita que tienes que dormirte por que ya es tarde, y tú te preguntas, ¿tarde para qué?

Nos quitaron poco a poco las ganas de ensuciarnos las rodillas, las ganas de jugar con carritos en miniatura y nos dijeron que ya no éramos unos niños, que ya no podíamos ir por la vida despreocupados, ahora tienes que ocuparte y ser responsable y ser y parecer y estar limpio y ser responsable y comer con la boca cerrada y aprender a escribir y aprender que las conjunciones se tienen que usar de forma correcta porque entonces sino es cacofonía y está mal y se pierde la idea y el que lee puede considerarte loco o idiota y entonces quién va a querer leerte y te preguntas si acaso escribes para alguien o si acaso es catarsis y nada más y poco te importa el lector, porque lo que importa es el mensaje y qué si no les gustan tus letras y qué y qué si abusas de algo y lo utilizas como herramienta, si fuera ya famoso sería un visionario, un artista, pero como soy un don nadie es considerado una idiotez y otra vez pensando en lo que opinen los demás, que están precisamente DE MÁS, y nos enseñaron a no divagar y a ser concisos y a comportarnos y a creernos la historia que nos dijeron y a creernos lo que ellos creían que no podíamos hacer y me dijeron que no podía dibujar que no podía hacer juguetes de plastilina y me lo creí y hasta hace un par de años yo  decía que no sabía dibujar y me creí tanto lo que me dijeron que no creía en mí, hasta que decidí creerme mi propia historia, esa que voy forjando paso a paso, la que yo quiero que sea, dejé de creer que los demonios familiares eran míos y los dejé libres, los pobres ya no saben cómo pasar el tiempo, a veces los sorprendo rondando la casa en la madrugada cuando me levanto por agua y veo a uno sentado frente a la computadora escribiendo, y lo dejo en paz, que se entretenga no soy nada ni nadie para decirle a alguien lo que puede o no puede hacer o lo que debe o no hacer, si eso lo entretiene, que bueno y que sea feliz.
Nos educaron a responder lo que ellos querían escuchar, por favor, gracias, de nada, con permiso y otras palabras que repetimos como loros educados en espera de una galleta para el súper yo que pueda decirnos, eres bueno, eres una buena persona y una palmada en la cabeza como al perro fiel. Aprendimos tantas palabras pero no aprendimos, mejor dicho, nos enseñaron a dejar de hacer preguntas y es por eso que ahora no podemos responder la pregunta más importante de todas, ¿quién soy? No soy solamente el hijo de alguien, el hijastro de alguien o el hermano de alguien o la pareja de alguien, soy algo más, no debo definirme por lo que me rodea, sino debo definirme a mí, no soy mi nombre, hay muchos con ese nombre, no soy mi edad, no soy mi gusto musical, no soy estas letras y sin embargo soy todo, soy la suma de todas las partes, pero hay alguien, algo que me define como ser absoluto, y sin embargo soy parte de todo, el que aquí escribe y el que acaricia estas letras con su mirada, son el mismo, vienen del mismo concentrado de materia y energía que un día se aburrió y decidió expandirse y que un día se cansará y entonces se contraerá y chocaremos y volveremos a lo mismo, al todo, a la nada, a ser nada y todo como justo sucede hoy.

Somos vitales y efímeros y entonces la pregunta obvia es, ¿y ahora qué? Me dedico a lamentarme o a vivir, a trabajar y pagar mis deudas o a viajar por el mundo que al cabo es mío y yo de él, o me dedico a estudiar y ser mejor persona y mientras corro para no llegar tarde a clase arriesgarme a sufrir un accidente o a quedarme en casa a salvo sin vivir, o a ser lo que estoy destinado a ser y ayudar al colectivo a ser mejor, al cabo que, ¿si no servimos para servir, de qué chingados servimos?

Nos quitaron muchas cosas, nos condicionaron, pero no es culpa de ellos, no somos siempre víctimas, eso es lo más fácil, es el rol más sencillo de ocupar e interpretar, ser el que sufre por consecuencia de los demás, lo vital es dar un paso adelante y ser capaz de decir, yo me creí cuando me dijeron que no podía, yo les compré mi historia y la repetí como loro, yo quise aprender a repetir sus miedos y creerlos míos yo aprendí a repetir sus excusas, yo y sólo yo puede solucionar lo que pasó.  Y si bien nos condicionaron, no nos quitaron la curiosidad, esa que nos permite detenernos un momento y mirar con otros ojos y es entonces que el niño que fuimos puede ver el mundo y toma prestada nuestra mirada para redescubrir el mundo y para ver lo que quizás se perdió, y entonces te sorprendes viendo como lluvia, sin nada en la mente, simplemente ver llover porque sí, porque te dan ganas y qué si me mojo, y qué si mis tenis nuevos se manchan, y qué si me despeino, y qué si cae granizo, y qué. Nos preocupamos de las cosas materiales y se nos olvida que todo lo que el universo nos da, el universo nos lo quita. El mendigo va por la vida riéndose del destino, pues nada tiene que perder, mientras el trabajador corre al trabajo para poder pagar el espacio donde vive, espacio que deja libre todo el día, pues tiene que pagarlo. Y así se nos va la vida en una espiral, subimos y bajamos y a veces nos lamentamos en grupo y a veces reímos solos, o viceversa pero se nos olvida que la única constante, lo único que no faltará, seremos nosotros con curiosidad o no, siendo niños o no, con demonios propios o ajenos, con ganas de vivir cada instante o con ganas de tirar todo a la mierda, con emoción de levantarnos un día más y decir con emoción, estoy vivo o con ganas de dormir más y sin ganas de hacer nada y por tanto, sin dejar constancia de nuestra presencia, sin forjar nuevos recuerdos.

Es probable que algún día unos ojos curiosos acaricien estas letras con la paciencia que sólo da el verdadero interés y recorran el lomo de este escrito como se recorre el lomo del gato que reposa en nuestras piernas y que nos permite tener un pretexto para perder la mirada por un momento y recordar lo que fue y lo que no pudo ser, y los dedos sienten el suave pelaje y se sienten poderosos, el placer de acariciar un tigre, de domar el pasado y enfrentarlo y decirle a los demonios, mientras los miras a los ojos, “no puedes hacerme nada, no te tengo miedo” y  sólo puede hacerte daño aquello que tiene poder sobre ti. Y esos ojos curiosos al no comprender lo que acaban de leer se acercaran a mí y me preguntaran, “abuelo qué quiere decir esto” y entonces yo me reiré y le preguntaré de dónde sacó eso, pero entonces comprenderé que no tiene sentido encontrar respuestas y desde el pasado me digo a mi mismo, nunca dejes de soñar, jamás le transmitas tu demonios a ese niño que te mira y jamás le digas que no podrá, si tú no pudiste no quiere decir que él no pueda, dale coraje y dile que lo intente, apóyalo y explícale qué diablos querías decir con todas estas letras que se amontonan hasta terminar en un pequeño punto.



viernes, 29 de abril de 2016

Gracias.

Una moneda baila en el fondo de una lata, golpea un lado, tic, golpea el otro, tac, otro golpe, otro tic y otro tac.

El señor que la hace bailar vive en la oscuridad y espera que la empatia le permita ganarse unos pesos. Tic, tac.

Poco a poco el ruido de la gente va llegando y los gritos de los vendedores ambulantes que espantan a la quietud y que ofrecen mercancía tan diversa y de dudosa procedencia y la gente los ignora igual,  va pasando sin preocuparse por esos que gritan y como un colectivo de hormigas avanzan con prisa,  pero sin ganas, buscando llegar a un lugar a tiempo,  para desear no estar ahí,  sino en cualquier otro lado y por sobre el bullicio se logra elevar un estridente ruido, algunos le llaman música,  otros más pretensiosos le llaman basura, otros dicen que es de nacos, otros dicen que si no bailas eres un fresa aburrido y así se va la vida entre discusiones que nada aportan a nadie,  pero que parecen entretener tanto al colectivo.

La gente sigue yendo y viniendo y la moneda baila un poco más,  pretende competir con el ruido que parece que nunca basta,  cada puesto con su música y con sus gritos y todos quieren gritar más y sonar más fuerte. El señor sigue suspendido en su oscuridad y no alcanza a escuchar cuando depositas la moneda, pero minutos después se da cuenta que en el bote se lleva a cabo un tango, baile lleno de drama,  como la vida misma y las monedas bailan y van de un lado a otro y a veces chocan y se golpean con furia,  como a veces chocan nuestras personalidades,  pero siguen juntas, en este momento dependen una de la otra para darle ritmo a ese místico vaivén que llamamos vida y ese señor le está dando sentido a todo y a la vez a nada, su presencia es vital y a la vez efímera, al querer darle una moneda tuviste que desviarte y abrirte paso entre la gente, salir de la corriente humana y en la orilla escarbar en busca de una moneda, depositarla como se deposita una ofrenda,  no buscando la salvación del ya fallecido,  sino la propia y entonces te avientas a la corriente de seres autómatas que recorren un pasillo y eres uno más, eres parte del todo. Esos segundos que te tomó separarte del colectivo, escoger la moneda y depositarla, hicieron que no alcanzaras el camión,  pues salió segundos antes y ahora esperas sentado y son ahora estos segundos los que harán que no te encuentres con la señora que tardó en la tienda y por tanto llegas sin prisa y puedes pedir el queso que quieres para quesadillas y al no estar presionado puedes escoger con calma unas galletas y son ahora estos segundos los que se acumulan con los primeros y por esa forma en que suceden las cosas no  vas a cruzar la calle justo en el momento en que ese taxista perdió el control por unos segundos, otra vez segundos.  Pero esa pausa y esa diferencia de segundos te asegura vivir un día más.

Una serie de improbabilidades se desencadenaron y se tejió una red tan absurda y por tanto,  perfecta. Como la vida misma. Es la suma de nuestros segundos lo que le da sentido a la vida, el segundo que tardamos en decidir y dudamos si la corbata roja o la azul y ese segundo nos retrasa un poco y ahora nos rasuramos más tarde y nos retrasamos y por tanto no nos cruzamos con ese loco que estaba dispuesto a matarnos.  Y esa duda nos salvo la vida, pero quizás mató a alguien más. Pues el loco se terminará cruzando con alguien, ya no nosotros, pero alguien gritará de dolor al sentir la fría lengua del acero y por un segundo se preguntará,  por qué a mí,  por qué yo,  por un segundo,  simplemente un segundo nos separa de la muerte. Un segundo fue el que dudó mi abuelo antes de atreverse y besar a mi abuela y gracias a eso nació mi madre y de ella yo y quizás por cuestión de segundos mi madre pensó en quedarse con su hijo y trató de convencerse de que sí iba a poder,  pero un segundo bastó para decidir algo que se dice fácil, decidió entregar una parte de su alma. 
Y quizás algún día nos cruzamos en la calle y sin saber quiénes éramos nos miramos por un segundo y fue su amiga la que la distrajo al preguntarle,  a quien ves,  y ella le responde mientras voltea otra vez a buscar mi mirada que ya no está y se dice a si misma,  me pareció ver alguien muy familiar. Y en un segundo pudimos terminar con años de dudas.

Por un segundo.

Y mientras las monedas bailan y el oído entrenado de ese señor se da cuenta y por tanto envía un mensaje al cuello diciendo,  muévete un poco, y el mástil del rostro que es la nariz apunta hacia su derecha y el oído confirma, sí ya tenemos otra moneda,  parece que de 10, y entonces, si no hubiera tanto ruido, escucharíamos un gracias, pero no lo vas a oír jamás, ya hace rato que no estás cerca para escucharlo, pero si supieramos la forma en que suceden las cosas quizás no le hubieras dado una simple moneda,  pues esa persona que parece un simple adorno urbano, te salvó la vida. Esa estatua, vital y efímera, que no puede ver como transcurre la vida, pero se la imagina.

Y ahí de pie,  esperando convencido que dios es ciego, la mano seguirá haciendo bailar a las monedas, un tango que se baila a ritmo de regeton del metro.

jueves, 28 de abril de 2016

Fulfillment.

Hace un par de días soñé con mi pasado,  que para el inconsciente es lo mismo que ahora o nada.

Era niño y en mi sueño jugaba con mi perra en el patio de mi casa, o he de decir la casa en la que viví de niño, jugábamos a nada,  a que ella saltara y a que yo la acariciaba en el lomo y me sentía poderoso,  eterno,  y entonces se nos unió un perro que hasta hace poco era olvido,  un perro que me regalaron hace mucho, de nombre kaiser o keiser y que estuvo conmigo sólo unos días,  unos minutos que bien pudieron ser meses,  pero que para mi fueron segundos.  Un sueño de infancia que se volvió dolor por la decisión de alguien más. 

En cuestión de segundos recordé el par de veces que lo pude llevar a pasear y como siguió un gato hasta un árbol y el estrés que me causó escuchar maullar a ese gato sin poder ayudarlo y sabiéndome culpable.

Recordé eso y me sentí mal y justo cuando más perdido estaba en mi olvido,  mi perro,  el que hoy me mueve la cola para decirme que está aquí y que un sueño de infancia se ha cumplido, me trajo de vuelta a lo que ya no es realidad sino recuerdo, mi sueño, y el perro que no pude cuidar de niño lamió mi rostro para secar con su saliva la lágrima que curiosa venía desde el pasado, y con ese gesto me hizo entender que seguíamos siendo amigos y cuando mi mirada golpeó la suya me movió la cola y lo abracé y entonces ellos rieron con la cola y yo con mi alma y corrimos como si no hubiera un mañana, primero en círculos después en zig zag y después,  estoy seguro, formando hermosas y efímeras figuras fractales, después saltamos como niños y en algún punto ellos eran humanos y yo perro y no había diferencia y comprendí la maravilla que es detenerse a oler la vida misma, la orina de otro perro, el aroma que deja el miedo de alguien que corre al hospital y ese aroma que acompaña al amor,  allá en la esquina huele a impotencia, esa que siente el niño cuando mamá le grita al salir de la escuela y lo jala y él solo sabe mirarse los pies,  deseando salir corriendo pero sin poder hacerlo y lo jalan un poco más y gritan y la gente lo mira y él se siente mal y sin quererlo,  terminará creyendo que fue su culpa, a eso huele la esquina,  pero mas adelante huele a esperanza,  esa que da escuchar,  "te juro que voy a cambiar" y por enésima vez se quiere aferrar a esa idea y quiere creerle y otra vez le va a apostar al amor y otra vez le va a decir que está bien,  pero que ésta vez sí es la ultima.  Y mientras hueles sientes como te jalan impaciente, tu humano quiere correr a seguir viviendo sin detenerse a vivir, es la ilusión de vivir,  creer que vivir es estar en movimiento, sin comprender que la perfección se alcanza al lograr mantener todo en calma,  eterna  impermanencia.

Y cuando me di cuenta el sol me rascaba la panza mientras mi lengua colgaba columpiandose cual niño que se pasa la tarde esperando nada, solo va y viene y siente como el viento le acaricia el cabello y las mejillas, son todas las madres que ya no están en éste mundo y se van turnando para acomodar sus cabellos y él se deja querer, va y viene mi lengua y lo que estaba destinado a ser lágrimas escurre por la resbaladilla que es esa lengua y se deja caer con emoción,  pues no hay tiempo para llorar, mis hermanos le rascan la cabeza a una pulga que tiene comezón con cariño infinito y al ver que no es suficiente lo hacen con los dientes,  con la precisión de un cirujano que pretende curar, bien dicen que la medicina cuando no puede curar,  corta, pero mi hermano perro rasca esa pulga que no encuentra la manera de alejarse, cual niño de su madre para seguir jugando,  pero ella lo quiere ver guapo siempre,  aún desde la eternidad de la nostalgia.

El sol ser fue ocultando despacito y nosotros nos quedamos ahí jugando y entonces fui el niño que deseó tener perros y que no pudo.

No puedo decir que hicieron ellos,  los dejé jugar un rato más,  yo me fui en silencio mientras detrás de mi escuchaba mi voz,  o la voz que recuerdo como mía que gritaba emocionado, ya tengo dos perros,  ya tengo todo lo que quiero.

martes, 26 de abril de 2016

Divagación.

El mejor poeta trabaja doce horas seguidas como guardia de seguridad.
La voz más hermosa de nuestros tiempos limpia baños en el metro.
El mejor cuentista escribe para un periódico de espectáculos.
La idea revolucionaria de nuestro tiempo está encerrada en la mente de un viejo que ya no consigue trabajo.
Un gran actor está preparando hamburguesas en serie y no en serio.
La cura del cáncer la tiene el joven que se creyó cuando le dijeron que estudiar medicina es muy caro.
El mejor arquitecto está cargando bultos de cemento.
El amor de tu vida es imposible de encontrar por el simple hecho de estar tan cerca.
La mejor canción la podría escribir ese joven del que todos se ríen y por tanto no la va a escribir.
Una bailarina cruza con gracia el camellón para poder limpiar el parabrisas de otro carro. El chef más grande es todavía un niño y su hermana le grita que no puede cocinar.
Un virtuoso musical se ve obligado a dejar su guitarra,  pues no deja dormir a su tía.
La niña que podría ser una gran artista debe aguantar el llanto mientras su madre le tira sus plumones, pues alguien tiene que ayudarle a lavar la ropa.

Las posibilidades son infinitas,  la constante es alguien que dice "No podrás".

De ti depende tu realidad.

Melodía del olvido.

Uno de sus estrábicos  ojos me desnudó el alma mientras yo
colocaba unas monedas en su vaso de plástico, una bocina intentaba reproducir una canción,  y él,  él dejó de cantar un momento para decirle gracias al espacio que supuso yo ocupaba y entonces noté que las cataratas habían carcomido a las niñas que alguna vez hubo ahí.

Siguió cantándole a un amor,  a su único amor o eso decía.

Quizás mientras yo voy rumbo a un punto él sigue cantándole a las sombras que son los recuerdos y el vaso de plástico es mero pretexto.  Quizás le canta de verdad a su único amor. A esa que alguna vez le dijo mirándolo a los ojos, te amo,  y él, todavía naufrago en su mirada, le sujeto la mano con la misma dulzura que el mendigo recibe el pan,  el campesino las primeras gotas de lluvia, el niño su domingo y aquél que busca ser amado sujeta al ser que parece ser la solución a una vida sola y vacía y sin reparos y sin miedo le entrega lo único valioso que tiene un ser humano,  su ser.

Me pregunto si acaso ella se fue o si acaso él, convencido de que ha de estar solo, la hizo a un lado,  fallándole.

Ahora no podré sacarme esa canción de la cabeza, así como quizás no podre olvidar su mirada que al no ver nada, fue capaz de desnudarme y hacerme ver cosas que creí ocultas, que creí olvidadas.

Y entre esas cosas se encuentra un recuerdo que tiene nombre y que durante años quise olvidar y una canción sirvió para intentar olvidar, when you were young sonaba con mis amigos en casa de mi amiga mientras yo quería olvidar a alguien, hasta que entendí que no es cuestión de saber olvidar,  sino saber recordar.

Me pregunto si alguna canción invoca un recuerdo en el que yo aparezca y por tanto le quite la armonía.

lunes, 25 de abril de 2016

Un viaje.

A alguien se le hizo fácil tatuar la piel de la madera con una promesa lujuriosa. Me pregunto si alguien se comunica a los teléfonos que otros escriben por diversión,  en los camiones,  en los baños públicos o en tantos lugares inimaginables.
Quizás alguien marcó el numero por curiosidad y aquella voz sorprendida que dijo bueno, estaba a punto de dejar de ser,  ya decidida a quitarse la vida cuando el teléfono sonó. Es improbable, más no imposible.

Y mientras sigo detenido en el tiempo y el espacio, esperando a que el camión avance ya que el calor se vaya y a que el tedio sea menos,  me pregunto si alguien escribió mi numero en algún baño público y quizás alguien marcó,  pero ese numero hace mucho que es mio y quien contesta se molesta ante una insinuación sexual por considerarla en serio y en vez de jugar con su interlocutor,  lo amenaza y eso,  es lo que más divierte.

Vida es lo que sucede mientras vamos de un lugar a otro, mientras creemos avanzar,  mientras huimos,  mientras damos la espalda a unos para extender los brazos hacia otros.

Me pregunto qué estarás haciendo.  Cómo se entretiene tu mente mientras esperas llegar.  Que recuerdos te asaltan mientras quieres olvidar. 
Afuera la gente también espera, a alguien,  a algo, un mejor trabajo, una casa, un amor, olvidar, que los perdonen,  perdonar, morir, vivir un poco mas, el camión, la fortuna, más tiempo, una segunda oportunidad, una nueva historia, no saber, no haber hecho daño, no haber dicho que si,  no haber dicho que no, un hijo, una vida nueva, que llueva, que no vuelva a llover, que todo se vaya a la mierda de una vez, alguien a quien asaltar, llegar a casa con bien, que su esposo no se entere, que sea falsa alarma y que no haya embarazo, que los doctores se equivoquen y que ocurra un milagro, que el examen no esté difícil, que quien aquí escribe se detenga ya,  que el sol no se vaya tan rápido,  que hoy haya luna,  que no olvides su nombre,  que no lo odien aunque lo merezca, que esa ambulancia que no puede pasar no vaya por alguien que yo conozca, que nunca te rompan el corazón, que por fin llegues a casa,  que no vuelva nunca, que cumpla su promesa de no volver a tomar, que se muera de una puta vez, que hoy se pongan los tacos, que me hagan de cenar, que haya algo de comer, que mama no me pegue, que papá me diga que me quiere, que no me digan que no puedo, que dejen de ser ellos para convertirse en nosotros.

Que el señor que está sentado junto a mi despierte, pues ya casi voy a bajar. . .

A veces trato de recordar esa canción que solías tararear.

martes, 19 de abril de 2016

Tláloc juega mientras todos corremos.

Mientras el mundo se caía a pedazos los dos perros seguían jugando,  poco les importa lo material, movieron la cola cuando quisieron,  ladraron cuando les dio la gana, persiguieron sus colas las veces que fue necesario, le rascaron la cabeza a más de mil pulgas, se lamieron los genitales cada vez que se les antojó, durmieron las horas justas, corrieron los kilómetros que tenían que correr, persiguieron demonios que no eran suyos, en la noche espantaron monstruos infantiles y monstruos del pasado sin saber cuales son peores, babearon litros a causa del calor y el hambre, cual esfinge se posaron en el pasto mientras el mundo se caía a pedazos y jugaron una ultima vez, sin saber que era la ultima y aunque hubieran sabido no se hubieran detenido, poco les importa la cacofonía del hubiera o el miedo a morir.

El cielo se cae a pedazos y ya es imposible verlos,  pero ellos siguen jugando sin miedo al tiempo pues eso es lo que nosotros inventamos para tener prisa, sueños, nostalgia, mal de amores, enamoramiento y apegos.

Una gota estuvo a punto de golpear mi mejilla pero de esa si pude escapar, fueron litros los que si me alcanzaron y que ahora se acomodan en mi playera y pantalón.

Tendré que llegar a bañarme, si el mundo aguanta esta lluvia...

sábado, 16 de abril de 2016

Aún hay tiempo.

Cuando quiso que lo atropellaran, sorprendentemente, le cedieron el paso.
Cuando estuvo a punto de arrojarse al metro,  el colectivo lo empujó hacia un lado y después dentro del vagón. Cuando se quiso aventar a un río,  maldijo la falta de lluvias. Cuando se quiso electrocutar, recordó pagar la luz. Cuando se quiso ahorcar entendió qué significa pudrirse cuando se refiere a cuerdas. Cuando por fin quiso toparse con el perro bravo del barrio, éste le rehuyó con la cola entre las patas. Cuando quiso ahogarse en la alberca comunitaria,  resultó que si sabía nadar.  Cuando quiso morir de tifoidea, ningún puesto de tacos encontró abierto.  Cuando quiso encontrar su perdición,  la sirena se negó a cantar. Cuando por fin se enfrentó a los asaltantes buscando una bala,  ningún caco venía armado. Cuando se atrevió a andar de noche en los barrios peligrosos, nadie lo atracó. Cuando quiso regalarle su alma al Diablo, éste le pidió sus datos, ya le llamaría él si estaba interesado. Cuando quiso cortarse las venas, ningún cuchillo tenía filo. Cuando quiso arrojarse al vacío,  los turistas le bloquearon el paso. Cuando quiso morir aplastado por una multitud, escuchó como la gente susurraba para sí, no corro, no empujo,  no grito.

Cuando quiso terminar con todo, se dio cuenta de que todavía tenía tiempo para comenzar.

Y entonces,  se dedicó a vivir.

domingo, 10 de abril de 2016

En el azul lienzo se dibujaba la silueta de una iglesia, los colores le iban llegando poco a poco, conforme el frío de la mañana iba abriendo paso a la cálida caricia del sol.

Las palomas esperan pacientes a que los visitantes lleguen a darles de comer, tan orgullosas y tontas son.

El aroma a café va llenando la plaza, y mezclado con él, como siempre, el olor a pan. Algunos esperan impacientes las campanadas que den inicio oficial al día y esperan sentados en un pequeño banco, una mano acariciando a la otra tratando así de espantar el frío, quien lo viera pensaría en un ritual pugilístico de gran campeón, pero tan solo es otro domingo de pueblo.

Las primeras en llegar son las señoras que nada compran, los que mueven la economía de éste país son los niños y todo mundo lo sabe.

Un ave cruza el ya azul cielo, va en dirección al sol. Los perros en formación escopeta, esperan a los visitantes, ya tienen ensayada la mirada que derrite corazones y que les llena la panza, los ciegos son colocados como estatuas en las cuatro entradas, cada familia se esfuerza en presentar un ciego limpio, pero lastimoso, esperando con eso llenar el bote de monedas y los dejan ahí, listos para pedir una caridad. El que vende los algodones de azúcar llega casi al último, pues sabe que su función comienza hasta que termina la primer misa.

La gente que sale con prisa de la iglesia no sabe qué hacer primero, algunos quieren sentarse, otros tienen antojo de garnacha, los más se dejan llevar por los niños que ya gritan emocionados.

El padre mira con envidia a los comerciantes mientras cuenta las limosnas y entonces cree comprender porqué Jesús corrió a los mercaderes de su iglesia, pero la verdad es que Jesús no hubiera pedido limosna.

sábado, 9 de abril de 2016

If you know where I'm going, don't tell a soul...




Ha dejado de llover, los perros han dejado de ladrar, los comerciantes por un segundo se han callado, el tráfico y su oda al caos, parece haber desaparecido, los niños no gritan ni lloran, no se escucha nada por un segundo, ni siquiera el tronar de las tripas de aquellos que siempre tienen hambre, ni las llamas que lamen con lujuria el trompo de pastor, ni las putas que mascan en una esquina un motita de menta, ni siquiera el reguetón sale de una motoneta de forma estridente, nada, sólo silencio por un segundo.
Las abejas no zumban, las moscas no estorban y los perros no se queman las patas en el asfalto buscando comida pues llovió, pero ni así se mojan las patas, todo es quietud y calma. El mundo se encuentra suspendido de un hilo de plata que amenaza con romperse, mientras dios se entretiene pensando qué pasará después, quien cruzara la calle sin fijarse y que conductor tendrá la mirada en su celular y cuántos de estos escenarios a lo largo del mundo coincidirán causando un accidente y de esos eventos, tendrá que definir cuáles serán un gran susto y cuales terminarán en tragedia, además tendrá que decidir qué va a pasar después y así cada segundo, y si le place, hará que recuerdes a aquella persona que pretendías olvidar y no podrás recordar el nombre de aquellos que fueron parte de tu vida.

En un segundo que es eterno se define lo que ha de suceder después y comprenderá el lector que resulta una tarea laboriosa en extremo, así que dios no lo hace, pero cómo se pregunta usted, siendo que acabo de afirmarlo, pues sí, no sucede así, sino que dios ha decidido que lo mejor es que cada quién decida lo que ha de sucederle y entonces el mundo sigue y el efímero tiempo continua su marcha y entonces nos llegan los ruidos de nuevo, allá un perro que le ladra a sólo dios sabe qué, un niño que grita mientras juega, más allá, en la avenida, un carro frena de forma brusca y un claxon se escucha casi al instante, pero no sabemos qué ocurre, tan sólo suponemos y mientras queremos creer que hubo un choque esperamos unos segundos, pero no hay sonido de impacto y por tanto nuestra morbosa curiosidad, al no verse satisfecha, se enfoca en algo más, el sonido de un niño llorando, un pájaro que canta a lo lejos, una mujer que grita con desesperación, pero por ningún lado escuchamos a dios y ese es nuestro problema que lo queremos encontrar afuera, sin saber que duerme en nosotros, esperando a que lo encontremos y nos demos cuenta que somos eternos, una extensión del todo y que todo es uno.

Y ahí vamos, suspendidos en un grano de arena viajando por el cosmos persiguiendo a una estrella que muere poco a poco, como nosotros, y que terminará por succionarnos, si acaso no chocamos contra otro grupo de estrellas y después que la energía nos convierta en algo más, en algo diferente, quizás comencemos de nuevo, una masa caliente que por gravedad toma forma y después aloja vida y esa vida evoluciona para convertirse en algo que puede pensar y que tiene consciencia de sí mismo y que puede cambiar su realidad, pero que se conforma con tomarse fotos en un baño público persiguiendo la aprobación de extraños y la limosna que es una muestra virtual de empatía y seguiremos viajando hacia la extinción hasta que después de millones de intentos el universo mismo sea capaz de desarrollar una consciencia que crea y es capaz de entender que se trata de todos, no de un yo o un tú, sino de un nosotros y sólo entonces el universo habrá pasado la prueba y entonces podamos evolucionar al siguiente nivel y ser seres luminosos que no dependen del cuerpo físico y que pueden estar en todo y en nada, pues eso son, todo y nada, mientras tanto me conformó con escribir para nadie, como catarsis, como escape.
Y mientras las letras se me van acabando, yo me quedaré buscando una canción para seguir viajando a miles de kilómetros por hora suspendido en un grano de arena, mientras trato de recordar tu nombre.

Of life and death.



Sólo supe que estaba muerto hasta meses después y quizás no me hubiera enterado nunca, tengo la mala costumbre de abstraerme del mundo mientras me desplazo de un lado a otro de la ciudad y ese día no tenía ni idea.

La foto era por demás gráfica y tan sólo pretendían con un título ocurrente justificar el hecho de mostrar a un hombre atropellado, al principio pensé que era algo reciente, pero al leer la fecha descubrí que había ocurrido hace año y medio, casi dos. En ese momento no me asusté, sino que comprendí todo, entendí porque se refería a todo en pasado y por qué la nostalgia se apoderaba de su voz, como si hablara desde un lugar donde no pudiera ver más a sus seres queridos jamás y entonces comprendí el mensaje.

Fue de esos días en que el metro se llena de forma asquerosa, todos quieren llegar rápido a su casa para poder tener más tiempo antes de volver otra vez a ese lugar donde no quieren estar. Yo sabía que no tenía sentido salir corriendo con todos y además las nubes estaban cargadas de agua, así que esperé a que terminaran de parir.
Lo que pensé que iba a ser una simple llovizna resultó ser una tormenta, tardó horas en quitarse y mientras estaba solo en lo oficina, aproveché para hacer algunos pendientes, para cuando terminamos, la lluvia y yo, ya era muy noche. Todavía me acuerdo que salí sin correr, pensando que iba a tener que tomar taxi, pero deseando alcanzar el metro. Alcancé el último, sé que era el último porque se quedó un rato esperando en el andén y además escuché como cerraban las rejas y comenzaban a apagar algunas luces, mientras algunas personas caminaban con prisa hacia el tren, y entonces lo vi, un viejo canoso pero de mirada joven, es difícil de explicar, se veía que era grande, pero los años no lo habían hecho menos, al contrario.

Se sentó frente a mí y entonces empezamos a platicar, me dijo que pensó que no alcanzaba y por alguna extraña razón me sentí con la confianza de platicarle y le expliqué que yo también estaba pensando tomar un taxi, y ahora que recuerdo, su rostro se frunció cuando dije taxi, no me sorprende.

Me contó que llegó a los 65 años, quizás cuando murió tenía 65, pero había pasado un año más, pero dejó de contar consciente de que son los años que vivimos los que contamos, no los que estuvimos presentes, hay algunos que murieron a los veintitantos, pero llevan más de cien años presentes, pues los que se quedaron tras de ellos aún los recuerdan y los miran en fotografías y les suspiran y tratan de estar con ellos al menos un día al año y en la oscuridad tan sólo una llama les ilumina el rostro mientras ellos, los que se quedaron, les prenden veladoras y les sirven comida y aquello que en vida disfrutaron, una cajetilla de cigarros, una botella de tequila o de whisky o de mezcal, para algunos un porro, para otros un dulce de camote, para otros un tamal oaxaqueño, para mí una pluma y una hoja para plasmar mis pensamientos, pues siempre me sorprendo sin tener donde anotar y la gente me juzga y me dice torpe al no usar mi celular, pero así soy, prefiero tatuar la suave piel de lo que fue un árbol y que se extiendan las raíces de mi pensamiento en aquello que puedo tocar y poder guardar y leerlo mientras hurgo en mis bolsillos y recordar y entonces los engranes comienzan a empujarse y un hecho que parecía simple desemboca todo un suceso, leer la idea, ir a mi escritorio y sentarme a dibujar o a seguir escribiendo, a desarrollar una idea que parecía fugaz pero que tenía toda la intención de hacerme una mejor persona . Eso, una pluma y un papel para mí, y un libro, esperemos que el mío, junto a mi foto vieja, una donde esté sonriendo mientras te miro a los ojos, ojos que yo no veo ni veré jamás porque en ese momento lo que yo miraba era una cámara y a nadie más, esperando a que alguien me dijera ya, ya quedó guardado este momento para la posteridad, ya eres recuerdo, ya te puedes mover, ya puedes seguir con tu vida, ya te he robado un pedazo de alma. Ya. Siempre esperando que alguien nos diga que ya podemos movernos, que nos diga ya, ya te puedes comer el tamal, ya puedes beber tu tequila, ya puedes seguir suspendido en la eternidad esperando a que mi nostalgia te invoque y te invite a entrar en mí, para después ser despedido con un suspiro, ya puedes comer, ya terminé de rezar y ya puedes seguir siendo todo mientras yo me aferro a tu recuerdo y mientras yo siga aquí seguirás siendo parte de este mundo, a menos de que alguien se interese en tu historia y yo la cuente y esa persona, por respeto a mí, coloque tu foto junto a la mía el próximo año en otro altar, en otra casa y entonces estaremos juntos viendo cómo se prepara un altar que es para nosotros y reiremos al ver la seriedad que le ponen al asunto, mientras nosotros impacientes esperamos a comer, a beber, pues es lo que nos queda, hasta que nos olviden y podamos volver al todo que es nada y por tanto es vital y efímero, eterno y absurdo, simple y hermoso y mientras eso ocurre esperaremos a que alguien nos diga, ya, ya puedes volver a comenzar y entonces lloraremos pues hemos comenzado a morir otra vez, y los que más nos duele es tener que volver a empezar de cero, volver a comprender que somos todo y nada, ahora con otra historia, con otro nombre, con otro rostro y sin embargo el mismo.

Sesenta y cinco años dijo y sonrío, llegué a los sesenta y cinco, pero fueron muy buenos. Tuve una hermosa familia y una hija que amo más que nada en este mundo, eso lo dijo en presente, quizás por ese hecho seguía entre nosotros. Me dijo que un día salió de casa sin poder decirle que la amaba y que todo iba a estar bien que él la iba a cuidar.
Si hubiera sabido qué iba a suceder hubiera escrito todo lo que me dijo y cómo lo dijo, pero siempre me falta papel o pluma, o ambas. Lo siento.
Me contó que tus decisiones eran las mejores, porque eran tuyas y porque la única persona que puede decidir sobre algo o alguien, es uno mismo, me dijo que ahora lo comprendía muy bien, pero que se disculpaba por gritarte ese día y que si ya sabes cómo es, no lo tomes tan en serio.
Me dijo que ibas a tener un hijo y que no querías abortar y que por eso se molestó.  También me pidió que escribiera esta carta para que tú la pudieras leer, no me dijo más. Sólo me pidió escribirla, pero la verdad no sé cómo hacértela llegar. Pero fue entonces que me cruce con un periódico, el que seguramente tú ya conoces y si no es así, prefiero no citarlo, para evitarte más penas. Ahí había una foto de sus familiares y se podía ver tu rostro junto el de otras dos señoras, y comprendí lo que tenía que hacer. Te ofrezco una disculpa por no entregarte esta carta en persona y así aclarar cualquier duda que pudieras tener, pero la verdad es que no sabría qué decir. Por ejemplo ahora sólo doy vueltas y no doy datos importantes, espero aclarar las dudas que me imagino puedes tener.

Lo vi bien, como ya he descrito se le veía fuerte y sano, la sonrisa inspiraba confianza y seguridad, durante todo el trayecto que me acompañó estuvo sonriendo, se le veía contento, quizás porque durante todo el tiempo estuvo hablando de ti y por eso sonreía.
Durante toda la conversación fue claro, los ama con todo su ser y espera, mejor dicho, sabe que estarán muy bien, porque siempre has logrado lo que te propones, ya ves, conseguiste mejor trabajo que todos, gracias a tu esfuerzo. Desea que seas muy feliz y se disculpa por irse sin despedirse. Y también quiere que cumplas tus sueños que no los dejes para después, que no te quedes con ganas de nada.

También me pidió que cuidaras a beto, por lo que entiendo es un perro, salúdamelo, eso te lo pido yo.


Espero no te moleste, pero además de la foto donde vi tu rostro había una foto vieja de él, que he recortado y que pondré este año en mi altar de muertos, será el primero que ponga, me he animado porque ahora cuando estaba a punto de doblar la carta para ponerla en el sobre, recordé algo que me dijo y ese algo tenía que ver con los sueños y con lo que uno hace para cumplirlos y que a veces no nos damos cuenta de que un día podemos quedarnos sin tiempo para nada, ya no podremos ver el amanecer otra vez, ya no podremos mojarnos bajo la lluvia como cuando niños y no podremos disfrutar de nada, ni siquiera del sol que nos quema mientras sudamos con desesperación, o el hecho de movernos de un punto a otro . Yo siempre quise honrar mis recuerdos con un altar y este año pondré uno, algunas fotos no las tengo y tendré que improvisar, pero la verdad es que mi altar será para todos, para todos aquellos que no tienen nombre en nuestros recuerdos, aquellos que no conocimos y que por tanto creemos que no existieron, pero que tienen igual o mayor importancia que aquellos que sí conocimos, les pondré mezcal y coñac, un porro y un cigarro marlboro y uno sin filtro con papel arroz, un filete miñón y una hoja de lechuga, e incluso unas croquetas para gato y para perro, será un altar para todos y para nadie, será para todos los que no están en éste mundo y para nadie que pueda verlo, conforme el sol comience a iluminarlos lo quitaré y sin decirle a nadie, invitaré a mis amigos a comer y a beber y les pediré que traigan a sus mascotas y lo que sobre se lo regalaré a alguien, no tiraré nada. Será una fiesta para vivos y muertos y por qué no decirlo, me servirá para curar mi alma y permitir que todos esos recuerdos salgan y convivan y sean uno y podré ser parte de todos y a la vez nada, un efímero punto minúsculo en el espacio que va viajando de un lado a otro, esperando a que un hoyo negro lo consuma para comenzar de nuevo.


Saludos al bebé, espera que haya sido niño, yo le aposté que era niña. Gracias por darme la oportunidad de conocer a tu padre, es un excelente ser humano, dondequiera que esté, te ama.