viernes, 22 de abril de 2011

Somos como estrellas, no dejaremos huella en el firmamento.

Como cuando Caín mató a Abel, no sólo mata a Abel en ese momento sino que mata a los posibles descendientes del hermano, y la hipotética descendencia de esa descendencia, así cada cosa que uno hace o deja de hacer, afecta exponencialmente a la humanidad, quizás sin darnos cuenta, quizá mínimamente. Pero afectamos a la humanidad entera. El aleteo de una mariposa se siente al otro lado del mundo, viejo y sabio dicho chino, de donde surge el nombre de “el efecto mariposa”.

El que alguien se siente a leer estas líneas lo privara de hacer otras cosas, de convivir con alguien más, de leer otras cosas. Pasar tiempo con una persona supone quitarle valiosos segundos, segundos que pueden hacer la diferencia, el que esté con nosotros y no haya seguido su camino puede ser causa de que no conozca esa bella mujer que iba a cruzarse en su camino, o por el contrario evitar que al seguir su camino lo hayan asaltado.

Las cosas suceden sin que nos demos cuenta, hay miles de posibilidades cada segundo y sin embargo elegimos una, de qué nos perdemos, jamás lo sabremos, de qué nos hemos salvado, tampoco lo podremos saber. Sólo nos queda disfrutar cada instante.

Somos como estrellas, no dejaremos huella en el firmamento. Solo tenemos este instante. Este instante y nada más.

viernes, 15 de abril de 2011

El niño que fuimos



José Saramago decía que hay que dejarse llevar de la mano por ese niño que fuimos, que sea él el que nos guíe, el que en ocasiones nos diga “no hagas esto o aquello”.


Y resulta que no nos dimos cuenta. Y mientras estábamos festejando el haber llegado a la luna, la invención del laser, el ci di, el refresco de cola invisible, el ay fon, y mil chacharas más, gente seguía muriendo de hambre, de insolación, de desamor, sintiéndose cada vez más lejos y ajenos del mundo. Y mientras pisábamos una duela finísima, alabando los acabados en caoba, los grandes espacios, la opulencia de un enorme jardín impecable, había un campesino preguntándose por que cada día llovía menos, deseando que llegara una lluvia, una al menos para al menos alimentar a su familia, ya no vender la cosecha, esa ya estaba jodida, pero al menos un maicito para sus hijos…


Y mientras reímos viendo televisión, festejando el gol de un chicharito que ni se inmuta de nuestra existencia, admirando lo que hacen aquellos a los que les llaman “estrellas” , hay gente que quisiera encontrar una banca decente para poder dormir hoy, que alguien pierda aunque sea veinte pesos y poder encontrarlos para llevar algo de comer a sus hijos aunque sea un pan dulce.


Y mientras vemos como suceden tantas cosas a nuestro alrededor y ser capaces de no hacer nada. Caer en la peor de las indiferencias. Me pregunto cómo es que somos capaces de ignorar lo que sucede. Ser capaces no solo de permitir, sino de fomentar que una persona gane millones de dólares por caminar unos cuantos metros con ropa prestada y que una persona que trabaja de sol a sol apenas y tenga para comer.


Estoy seguro que el niño que vive en mí no permitiría nada de esto. Y no es que el pudiera arreglar el mundo, pero al menos lo intentaría. Un “es imposible” no lo detendría.


Y no no es imposible cambiar. Si yo puedo cambiar y tender la mano a quien lo necesita, quiere decir que no es imposible. Es solo cuestión de que despertemos a nuestro niño interior para que nos diga que hacer.

jueves, 14 de abril de 2011

Cambio de perspectiva

A veces la gente se acostumbra a ignorar a los demás. A veces simplemente es que no están acostumbrados a poner atención a alguien que no es de la familia. Si a eso le sumamos la creciente desconfianza.Pero me parece absurdo no tenderle la mano a alguien que batalla para subir al camión o subir las escaleras de algun lugar. Ayudar a cargar una bolsa no nos hace mejores seres humanos, ni nos garantiza el cielo ni un nirvana ni conseguir absolutamente nada, y eso debería ser suficiente incentivo, hacer las cosas por querer ayudar.No que tan dificil sea, pero debería de haber una manera de ver las cosas mejor.Quizá si la hay. Las cosas se ven como las quiero ver, no caer en optimismo cegador, pero si ver lo bello de las cosas.

sábado, 2 de abril de 2011

Sin título


Chilango, no más.








Hay que levantarse a las seis de la mañana para desayunar, cinco y media si por pereza no me bañé en la noche, prepararme para salir a las seis y media para tomar la combi, la que va al Toreo, por que si no tengo que tomar otra combi, lo que complica el itinerario y el presupuesto.

Bajar por la super avenida lomas verdes, no no es broma ni sarcasmo, ese es el nombre, para encontrar que a esa hora la gente que va a la Universidad del Valle del México es demasiada, pero son mas los autos que llevan solo uno o cuando mucho dos pasajeros. Tráfico.

Llegar a toreo y rodear por los andenes, de la K hasta la L, que alfabéticamente esta de volada, pero estando en el metro son unos cuatro minutos y medio, eso si no paso a comprar una guajolota o unas galletas. Llegar a la fila de las combis que salen a "Interlomas, Centro Banamex", si todo salió bien y no cometí errores, estoy en la fila del andén L a las siete y media de la mañana, quizás siete treinta y cinco, entonces la fila no es tan considerable, quizá unas siete u ocho personas, si por el contrario llego después de las siete cuarenta ya hay una fila bastante considerable, lo que hace que sea bastante difícil conseguir un lugar en el transporte.

Salir del metro para incorporarse nuevamente al tráfico, ahora a bordo de una "urvan" ya no son combis, incorporarse nuevamente al tráfico, ahora es más incomodo, por que se está mas cerca del destino y se va mas apretado.

Llegar al trabajo a las ocho y media, quizás antes, prepararme un café o un té, o a veces hasta comprar un jugo de naranja.

Comenzar una rutina que no me aburre sino que me entretiene.

Trabajar de lunes a viernes, descansando los fines de semana, visitando bares del centro donde las cervezas dos equis lager circulan al por mayor, eso si bien frías, las ámbar se ven menos, quizá solo a algunos nos gustan. Por extraño que parezca hay quienes prefieren beber cerveza indio.

Entrada la noche ya con unas cuantas cervezas entra al bar un señor con una pequeña caja negra colgando al hombro, no es ninguna celebridad, no es nadie que por el simple hecho de existir haga que la inercia del mundo continúe, ni siquiera se le recuerda una vez terminada la noche. Sin embargo todos lo esperan, esa cajita que cuelga es una simple batería con un par de cables sujetos a un par de mangos de metal. Es el señor de los toques.

Por diez pesos se puede disfrutar de vivir el cliché, ser parte de lo que muchos no conocen, han oído, pero que ni siquiera imaginan.

Eso o visitar el centro histórico con sus librerías de viejo, sus tantos museos, sus tantas calles llenas de chacharitas útiles.

Vivir en una ciudad donde hay millones de personas, donde nadie sabe el nombre del que va al lado en el metro, todos en su pequeño universo, perdiendo de vista que aquel que esta a nuestro lado también respira y orina, que come y que depende de las mismas cosas que nosotros. Que yo.

A veces pensando que historia podría contar cada uno de ellos.

A veces pensando que historia tengo que contar yo.


Sábado, igual que ayer, escribiendo en un teclado un montón de letras que quieren dar a entender un mensaje, pero esta vez no sé si seré leído, y si acaso me lean, no sé si me leerá la persona que quiero, o si me leerá quien no quiero. No lo sé, pero no me apura, escribo por que hace mucho que no lo hacía aquí.

Parece que ahora podré decir esa tontería, "sigueme en mi tüiter, güe!"


espero que no me gane la antipatía hacia esa cosa y que me conecte más seguido. Si les interesa es: JruizMeillon creo que le ponen una arroba antes, no sé.... Creo que mi falta de ánimo solo augura pereza hacia el tüiteo...