jueves, 30 de junio de 2016

Me pregunto cuánto tardarás en volver.
Y también me pregunto si te reconoceré.

Eso, sí es que existe la reencarnación. . .

Mis ojos masajean las páginas del libro, pero por más que intento, no logro enfocarme en la lectura.

Mis ideas van y vienen, náufrago entre la realidad y la suposición.

Regreso a una ciudad que forjó parte importante de mí, pero las circunstancias no son las mejores.

Amaneció nublado. Veremos si llueve.

miércoles, 29 de junio de 2016

don't waste time, or time will waste you.

Cómo cuando postergas contactar a alguien y te mientes diciendo, mañana le marco y llegado el día te vuelves a mentir y dices que lo harás en cuanto llegues a la casa, pues no puedes hablar desde el trabajo y cuando no tenias trabajo la excusa era esa, no tener dinero.  Y ahí se fue yendo el tiempo hasta que fue demasiado tarde y aunque quieras ya no podrás ver a esa persona. Jamás.


lunes, 27 de junio de 2016

Uno escribe y se pregunta, lo habrá leído
Unos ojos leen y se preguntan, será para mí

De princesas y dragones.

Cuando el caballero llegó al castillo, fue el dragón quien creyó ser rescatado.

La princesa decidió asesinar al dragón, para así ser libre.

No soportó ser libre, así que cada noche la princesa se escapaba al castillo abandonado, lloraba toda la noche sobre la tumba de ese pobre dragón.

El príncipe comprendió que el dragón no tenía a la princesa encerrada, era el único guardián que podía evitar que escapara.

El dragón se dio cuenta de dos cosas, que amaba a la princesa y que nunca podrían estar juntos.

La princesa se cansó de esperar y se descubrió vieja y arrugada y sólo entonces se atrevió a platicar con el dragón, pero no había tal. Nunca lo hubo.

Después de mucha insistencia del caballero la princesa se atrevió a mostrar su sonrisa torcida y él sintió como se le enderezaba el corazón.

Decidieron comenzar por el final, rompiéndose el corazón.

Ahora pasan las tardes enmendando sus despostillados miocardios.

Determinación.

Cansado de dejar las cosas al azar y la suerte, se acercó a ella y al entregarle una margarita con un solo pétalo le dijo:

-"Tú decides, me amas o no me amas".

Enamorados.

Ella derramó una lágrima.

Él creyó ver una tormenta.

Gato negro.

Ya iba en su sexta vida cuando volvió a enamorarse de la indiferencia que habitaba esos ojos y se dijo, quizás ésta vez sí.

Hilarante.

El hombre bala se sentía indispuesto, así que lo tuvo que cubrir el payaso.

Voló dando volteretas y de sus bolsillos cayeron las serpentinas y dulces que tenía listos para su acto. Al caer en la red se tragó el silbato y un sonido agudo inundó la carpa, la gente reía y aplaudía como nunca.

El hombre bala sufría en su carromato, sufría por los dolores de los pedos enclaustrados y sufría por que su temerario reto a la muerte, había sido reducido a risas y burlas.

La rama ha escalado poco a poco, se empeña en abrazar el sol, pero ha sido la lluvia quien la ha herido, pero no de muerte.

Crece hacia un lado la rama, sabe que quizás no alcanzará el sol, pero ahora le servirá de soporte a las estrellas.

Una herida infligida no mata, bifurca el sendero y permite encontrar nuevos caminos.

domingo, 26 de junio de 2016

Casi a medianoche.

El cielo se atrevió a llorar sus penas hasta que el sol llevaba rato de haberse ido.

Cayeron las lágrimas con furia, como aquellos males que nos envenenan y deseamos expulsar cuanto antes y formaron charcos en las calles de ésta ciudad que nunca duerme y sólo por un momento los perros no ladraron pues corrieron a buscar refugio, el señor de los tamales se escondió bajo un techo disfrazado de paraguas y ahí esperó enfundado en un plástico transparente y le dio tiempo para pensar en la falta que hace el dinero y esperó atento, escuchando lo que la lluvia tenía que decir. Un taquero se sienta resignado a ver el agua caer y se lamenta, una puta espera en la puerta del motel y mientras ella susurra un "chingada madre" que se va junto con una nube de tabaco, una niña se emociona al ver las gotas golpear el vidrio del auto y se sorprende al no ver nada y cuando la condensación se lo permite, dibuja un pequeño árbol de ramas torcidas y en los semicírculos que pretenden ser hojas dibuja unas manzanas, siempre manzanas, cuatro de un lado y cuatro del otro, pero la señora que la mira atenta quiere creer que son naranjas y con la mano izquierda limpia lo que puede y se entretiene mirando a la niña dibujar y sabe que llegará tarde a casa y quizás mojada, se resigna y desea al menos disfrutar el dibujo de la niña, pero jamás podrá ver lo que pretende ser un perro, pues el cielo ha comenzado a partirse a pedazos y las gotas insignificantes toman una fuerza descomunal al unirse y convertirse en tormenta.

La ciudad espera paciente a que el cielo derrame sus lágrimas y en la oscuridad se escucha el ronroneo de las nubes, poco a poco la tormenta es un débil chispeo. Poco a poco la gente comienza a salir de sus refugios, algunos corren al metro, otros corren a la combi, algunos por fin pueden entrar a un bar, otros pueden salir de su centro de trabajo, otros salieron de un útero para comenzar a vivir y enseñarles a sus padres a redescubrir el mundo, otros no sintieron la lluvia y no sentirán ya nunca nada, esperan acostados en un ataúd mientras las lágrimas del cielo se confunden con las de sus familiares.

En algún lugar alguien derramó una lágrima no hace mucho, la cual se evaporó y lo que fue pena y soledad se convirtió en nube que cubrió y paralizó por un momento a toda una ciudad.

Pobre de aquel que duda de su potencial, pues está condenado a maldecir la lluvia y no a verse en ella y decir,  "hoy, entrada la noche, detuve toda una ciudad".

I felt the needle deep inside
And suddenly i realized
That it was my life
the one leaving this world

She was yelling at me
Come back, come back
But i was so sleepy
For my dreams i wished to see
And those who left before me
I wanted to see

Now she's crying for me
Without knowing
That's not me
But only a vessel
Which i called myself

Viejo amigo.

La banca del parque ya está oxidada y cubierta de hojas secas.

Las palomas se acercan esperando algo que hace días no llega. Afortunadamente no saben de sentimentalismos, pues entonces estarían llorando por aquél que no ha de venir más.

Rey de papel.

Tirado en la banqueta, mientras el sol le arranca el olor a humedad, el viejo sueña que es una persona rica y que no debe buscar en la basura para comer, tiene sirvientes que lo atienden apenas truene los dedos, pues saben que no tiene paciencia y a su antojo se preparan diez platillos para el desayuno, veinte para la comida y al menos cinco para la cena. Siempre hay agua de horchata en el refrigerador y siempre cerveza fría.

Han habido ocasiones en que ha golpeado a sus sirvientes y es que le gusta su café caliente y las tortillas del día. A veces los ha tenido que marcar con su cigarro, la primera vez fue accidente, las siguientes fueron por gusto.

Así va el viejo, déspota rey de una proyección de su psique, su lado oscuro toma control de ese mundo irreal.

Cuando despertó y se vio en harapos, apestando a orines, entendió cual era su castigo.

For my demons.

Decidió abandonar todo lo que le dijeron que era y decidió forjarse una nueva identidad lejos.

Pretendía dejar todo atrás, sin saber que sus demonios viajaban con él.

Se vio cometiendo los mismos errores y sufriendo los mismos miedos, inventando las mismas excusas y culpando siempre a los demás, hasta que comprendió que de los demonios no se huye, se les enfrenta y sólo entonces podrás reclamar tu historia, solo entonces podrás ser.

viernes, 17 de junio de 2016

Yo, super yo y el ello.

En su mente una voz le dice que ha de matar al dragón, o al menos dominarlo y quien se lo dice se hace pasar por un ángel.

El dragón y el ángel quieren el control de su mente, quieren ser el único.

Pero en medio de ellos se encuentra él, sin saber a quien escuchar.

domingo, 12 de junio de 2016

Sueños.

Espero pacientemente a que llegue el sueño y mientras eso sucede miro fotos viejas, pequeñas capturas de instantes vivídos, hay fotos de otras ciudades y de rostros que hace mucho no veo, hay una donde bebíamos café y nos poníamos al día, hace ya mucho. Hay fotos de rincones de ésta mi nueva ciudad y de otros rostros que hace tiempo no veo. Hay demasiadas fotos de momentos que recuerdo muy bien, algunas calles del centro y muchos mercados, exposiciones de arte y entre ellas hay fotos de Ron Mueck y su tipo esperando y al verla me identifiqué, aunque no tengo idea de qué es lo él espera, quizás se le cayeron los remos y espera a que la corriente lo lleve.

La verdad es que pocos se interesan por lo que tengas que decir, de nada les sirve tu opinión e incluso se ríen de lo que te hace sufrir.

No lo hagas por ellos, hazlo por ti.

Palabras al aire.

Cuando camino por las calles de ésta y otras ciudades, hablo sólo.

Soy de esos que incluso mueve las manos para explicarme mejor lo que sólo yo puedo oír e incluso a veces me repito las cosas, como si de verdad aquello que me digo fuera tan complicado, pero la verdad es que no. Me cuento nimiedades o incluso solo repito en voz alta las cosas que pienso.

Más de una vez me he visto sorprendido por unos ojos curiosos, a veces escoltados por una sonrisa, otras veces es sólo una mirada llena de prejuicio y antes me importaba, ahora sonrío y retomo el hilo de la madeja que es mi mente, siempre llena de nudos.

Si algún día me ves cruzando la ciudad ensimismado, hablando sólo y sin prisa, regálame una sonrisa, que yo haré lo mismo.

La niña ya lloraba cuando mamá entró a su cuarto, lloraba mientras se rascaba el brazo y cuando salieron, las dos lloraban.

Y es que sólo un cuerpo sin alma no lloraría al darse cuenta que hay gente que duerme bajo la lluvia, mientras otros duermen en cómodas camas, quejándose por un mosquito que no les dejó dormir.

Sin posibilidad de pensar.

Cada vez quedan menos lugares para reflexionar. Camino al trabajo la gente va escuchando música o leyendo, algunos incluso duermen mientras señoras los miran con coraje, quieren ver en ellos a los responsables de sus fracasos.

En el trabajo poco se puede hacer, de ahí uno escapa con prisa y regresamos al punto de origen. Comentar las nimiedades del día y ver alguna serie o algún video y después a dormir. Repetir cinco días y los dos restantes, intentar romper la rutina con otra rutina aún más aburrida.

Ya no hay muchos lugares donde se pueda uno poner a pensar, a veces el baño es el único que queda, donde podemos jugar con la imaginación o  simplemente pensar, en el futuro, en lo que no fue, en el pasado, en el trabajo y la posibilidad de hacer algo más, en ese problema que nos está carcomiendo el cerebro, en tantas cosas que se podría pensar si nos lo permitieran, ahora todo es regurgitado y puesto ante nuestros ojos, sólo es cuestión de dar me gusta.

No me gusta.

sábado, 11 de junio de 2016

Seré nada.

Seré el libro que nunca leíste, la camisa que nunca te pusiste pues esperabas adelgazar, el recorte de periódico que alguien guardó durante años pero al que nunca puso atención, la carta de amor que el tiempo le robó el color y el sentido, la foto al fondo del cajón, el billete de un dólar que se pudre en una cartera, el grito provocado por un orgasmo en un convento, las llantas oxidadas de tu bicicleta, el árbol que plantó el niño pero que jamás regresó a regar, las promesas rotas, las miles de rosas que fueron cortadas para impresionar a mujeres egolatras, el curita que tiraste a la basura una vez que la herida cerró, la sangre que manchó las sábanas, causando que las tiraran a la basura por pena, la semilla de fruta que nadie sembró y por tanto no dio vida, las miles de moscas de mataste con gusto a pesar de haber jurado no hacerlo, la almohada de avión que tiran a la basura después de haber sido abrazada, el oso de peluche que apesta a humedad y que se pudre en la basura, la colilla del primer cigarro que fumó el chico que quiso sentirse malo, el cassette que tardaste días en grabar pero que hoy no sabes ni dónde está, el primer diez de un niño genio, la prueba de embarazo que dio negativo ante el alivio de una niña jugando a ser mujer, las uñas que te cortaste sólo por primera vez, el cabello que tapó la coladera, el pedazo de pastel que nadie se comió en la oficina y que tuvieron que tirar, el poema que tardó tanto en escribir él y que ella tiró a la basura sin siquiera leerlo, el sentido de patriotismo que siente un chico de dieciocho años en medio de una guerra que le demuestra que no es valiente, las planas con tu nombre que hiciste en la primaria, el dibujo que hiciste y que tanto te gustó pero que nadie puso en el refrigerador, la oración que dijiste cuando tenías miedo, el dolor de cabeza que sentiste por hambre, la coma que quiere dar punto final a un texto.

Seré olvido. Seré nada y me llevaré todo cuando mueras. Borraré tu existencia y será como si nunca hubieras estado aquí, lo único que te queda es hoy, vívelo y aprovechalo.

Ceguera.

el sol miraba fijamente un charco que olvidó aquella nube que se paseó por encima de una ciudad cualquiera, ese donde un niño saltó deseando llegar muy lejos y que la gente evita a toda costa, sin saber que es tan sólo agua, igual que sus lágrimas y su sudor.

la gente va de un lado a otro siempre con prisa, algunos niños van arrastrados por sus padres, un perro va tres veces que pisa el charco y a diferencia del señor de traje que hizo rabieta, no se molesta, sigue su camino, dando vueltas por la colonia y cerca del mercado.

muchas personas van y vienen, el charco ya lleva rato que se fue, los niños han salido del colegio en azarosa formación, escoltados por madres de familia que comentan las nimiedades del día, conceptos sin substancia que tanto las entretiene, allá un par de jóvenes espera su turno para jugar fútbol, pero les falta uno para completar la reta y se atormentan como si de eso dependiera su éxito.

frente a sus ojos transitan miles de personas que poco les importa conocerse y que sin embargo están ínter conectadas, para bien y para mal. lo que algunos llaman día, está por terminar, el sol ya casi no puede vernos, más que de un ángulo que poco permite vislumbrar, pero entonces sucede lo que había estado esperando, por fin has decidido salir.

con curiosidad mira tu rostro y aún a pesar de su profundo deseo de saber de qué color son tus ojos, nuevamente te has cubierto el rostro al mirarlo, quizás mañana consiga satisfacer su curiosidad.

jueves, 9 de junio de 2016

Note for future self.

Quizás pudiera escribir algo con cierto contenido. Algo que pudiera ser al menos entretenido, pero no tengo disciplina.

Quizás cuando viejo, podré darle sentido a todas estás ideas que hoy regurgito de forma virtual.

Equilibrista.

Dicen que comencé a morir un 24 de septiembre, pudo haber sido la noche del 23. No lo sé. 

Me dieron el nombre que se le da a los primogénitos en la familia de mi papá mas un nombre adicional que rimara con josé, los dos apellidos de mi padre y el apellido de mi madre sumados fueron la causa de un dolor de muñeca intenso en mi infancia y eso significó una aversión a mi nombre, que entendí años después. Cuando niño escribía mi nombre como José Ruiz, así a secas, pero una maestra me corrigió y me explicó lo que era un apellido compuesto y desde ahí me pesó mi nombre. 


Mientras hacia planas con mi nombre, decidí naufragar entre dos mundos, el de la realidad y la ficción. La única forma que he encontrado de visitar ambos mundos ha sido a través de las letras. Me muevo entre uno y otro y creo que aún sé distinguir que costa le pertenece a cada uno y es por eso que aún la gente me considera una persona cuerda, alguien centrado. 

Cuando era niño memoricé una historia, un perfil, gustoso repetí la historia que me dijeron era mía, hice planas enteras con un nombre me dijeron era mío e incluso llegué a tomarle cariño, hasta que un día supe que fui adoptado y el castillo de naipes se cayó y al ver con detenimiento la baraja,  me di cuenta de que estaba incompleta, lo que creí era un todo absoluto e inamovible, era tan sólo una parte, un grano de arena pretencioso quería ser llamado playa. 

Y entonces comenzó mi viaje. Comenzaron las preguntas obvias, cuál hubiera sido mi nombre, cuál mi historia, cuáles mis ilusiones, acaso me llamaría brayan y seria cacharpo o quizás Esteban, aunque no me imagino siendo Esteban y no tengo ni idea de que es lo que hace un Esteban para ganarse la vida. A lo mejor no le tendría miedo a las alturas, pero si un severo problema con la autoridad, debido a un padre alcohólico golpeador, o quizás el alcohólico sería yo y cada noche me iría a dormir y en vez de mentirme diciendo, mañana voy a escribir, quizás mi mentira sería, ya no voy a tomar. 

Entre la realidad y la suposición paso el tiempo y me entretengo imaginando qué sería de mí y a veces me aventuro y juego con la imaginación, pero ocasionalmente me abordan ciertos demonios y me llevan a lugares que creí olvidados, oscuros rincones de mi inconsciente donde habitan los recuerdos que duelen, esos que me cuesta vera los ojos, pues son yo mismo, son mi parte horrible, mi parte que ha presenciado lo que el yo real no es capaz de enfrentar. Mientras uno se miente y cree que todo es hermoso y quiere ver atardeceres de revista, el otro se encuentra a la deriva en medio de la tormenta, luchando contra el mar y su furia. 

De entre esos recuerdos he visto miedos que no son míos, he escuchado la voz que alguna vez me dijo no podrás y entonces comprendo de donde vienen mis miedos, sin que por eso sea yo menos responsable. Sí alguien me dijo No podrás, no es su culpa, pues yo le creí y yo quise repetirme lo mismo. A veces me gustaría ser víctima, pero eso es lo más cómodo, lo que muchos hacen y entonces bbuscó mi culpa, aquello que me corresponde arreglar. 

A veces me atrevo a hacer lo que me dijeron no podría.


Soy bueno dejando ir, ya dejé ir una identidad.


Quizás en un futuro las hormigas del tiempo carcoman el cableado de mi cerebro y ante el corto circuito, la idea de ficción y el concepto de realidad se harán uno y me verás repitiendo cosas que nunca viví, pero que si imaginé y entonces la gente pensará que estoy loco, pero a final de cuentas la realidad son esos impulsos eléctricos que experimentamos a lo largo de nuestro viaje, incluyendo las ideas y conceptos que nunca experimentamos de primera mano. Cuando mis manos bailen al ritmo del Parkinson, dame una pluma y pon atención a lo que sea que escriba, seguro ahí estará lo que hoy no comprendo. 


Encerradas.

Encerradas en letras se encuentran tantas cosas, rostros, recuerdos, dolores, miedos, traumas, fobias, sentimientos nunca dichos.


Encerradas en letras que nadie ha de leer. 

Sosiego.

Lo que fue tormenta ahora es charco que el sol calienta.

Reina basura.

Sentada sobre un montón de basura juega con la espuma para afeitar que alguien tiró.

Quizás juega a ser repostera o quizás juega a dibujar nubes, pequeños círculos que se juntan para dar sentido al todo o quizás aprovecha la oportunidad de desperdiciar algo sin que papá le grite o sin que mamá le pegue en la mano y le repita que lo poco que tiene, ha de cuidarlo.

Su mirada me golpeó justo en el pecho y después entre los ojos, sentí que no era bienvenido, a pesar de caminar a media calle sentí que transgredía un lugar sagrado y por tanto seguí caminando, donde se encontraba su padre quien recibió una bolsa con ropa, y mientras la señora le explicaba que era ropa que ya no usaban, él rompió la delicada piel de plástico para sacar las tripas del sacrificio recibido.

Entre todas la prendas una llamó poderosamente la atención del que aquí escribe y del padre, la señora aclaró que le quedaría perfecto a la niña mientras yo pensaba lo mismo, el padre extendió el sueter y éste ondeó cual orgullosa bandera.

Lo que ocurrió después sólo puedo imaginarlo, pues no lo presencié.

Imagino a la niña majestuosa sobre una pila de basura, un pequeño sueter rosa cubre sus sucios brazos y le servirá de servilleta cuando coma mango y se tapará con él el rostro cuando le dé pena y solo se asomarán sus blancos dientes cuando confirme que no eres una amenaza, le servirá de almohada y de paraguas cuando llueva, se convertirá en un objeto que le dará  la seguridad que el mundo no ha podido transmitirle y su caravana seguirá cruzando la ciudad despacito, una campana siempre anunciando su llegada, todos los días lo mismo, pero ella siempre en lo alto, cuidando que nada se caiga y escuchando a los perros ladrar  mientras papá y mamá recogen la basura de otros a cambio de unas monedas.

Usará ese sueter rosa hasta que ya no le quede e incluso cuando la mugre haya devorado los tonos rosados, ella lo portará con orgullo pues nada tiene que esconder, tiene la consciencia limpia y eso es algo que no muchos pueden presumir.

domingo, 5 de junio de 2016

viernes, 3 de junio de 2016

Adiós mundo, Adiós.

Se dio cuenta que había muerto porque ya no sentía su cuerpo.

Y recordó el accidente, la forma en que el impacto le robó la consciencia y el segundo en que una voz gritó, se nos fue.

Y recordó a su familia, las deudas que dejó, la renta pendiente y en quince días la luz, el pago del carro y del carro quién se va a hacer cargo, seguro es pérdida total y después pensó en sus hijos y en su esposa y en el perro y se sorprendió al sentir lástima por su perro.

Entonces llegó a un zaguán negro donde un viejo vestido de traje, también negro lo recibió con un abrazo y debe decirse que con pesar, como si no lo hubiera querido ver ahí nunca.

El viejo le dijo que a veces es necesario vivir, pero muchas veces es lo que menos hacen...

Entonces el diablo le dijo, las llamas se encargarán de retirar aquello a lo que aún tengas apego, todo lo terrenal que hayas traído hasta aquí, las llamas se encargarán de quitártelo.

-"¿me va a doler? "

-"Eso depende de que tan aferrado estés a las cosas."

Caminante.

El polvo se elevaba despacito a cada uno de sus pasos, dejando una estela cual estrella fugaz o como el caracol que deja un rastro luminoso para aquellos que decidieran seguirla.

La paloma.

Cree que la gente va a la plaza con el único fin de darle de comer.

Día a día.

El sol iba a tardar todavía un rato más en asomarse, pero él ya llevaba rato despierto. 

Su día comienza cuando algunos se encuentran experimentando proyecciones de su psique cómodamente y mientras él bosteza, alguien sueña que va a la playa, pero una tormenta se lo impide y lo que era paisaje surrealista, se convierte en pesadilla y ahora quiere evitar la costa, los lugareños corren con desesperación mientras él llega a una casa abandonada, aquella donde vivió muchos años y desesperamente busca la pequeña caja donde de niño guardaba sus cosas más importantes, su caja del tesoro protegía una bombocha de colores increíbles, su primer diente que ocultó al ratón de los dientes, una hoja de árbol simétrica perfecta, una concha, el tazo que todos codiciaban pero que nadie podía pagar, una tira que canjearía por unos chetos rojos cuando el antojo lo mereciera y entre otras cosas, al fondo, un calcetín con monedas y billetes y justamente eso le arrebató al cofre y siguió corriendo, bajó por el lomo de un puente y se metió en la garganta de un túnel y vio como se le pudrían las muelas a la ciudad, siguió corriendo y llegó casi a tiempo, quiso pagar la cuenta del hospital pero la enfermera le dijo que no era necesario y él entendió que otra vez había llegado tarde, que no había podido cambiar nada. Cabecea y se da cuenta cuenta que ahora tiene más prisa, casi se ha quedado dormido, el agua ya hierve y él apenas puede con el peso de sus párpados y el de su pasado. 

A veces le da hambre suficiente para desayunar y acompañar su café, otras veces bebe su café en silencio y en medio de la oscuridad se queda pensando. Pensando en todo y nada y se descubre efímero, a veces sonríe al darse cuenta que se divirtió en esa suma de momentos y días que llama vida, nunca brilló, es cierto, pero cuando pudo, compartió su débil llama para iluminar a otros. Nunca será recordado como héroe, pero tampoco como un tirano y a pesar de que no es modelo a seguir, tampoco es corrupto y paga sus deudas a tiempo.  Es un tipo común y corriente y como cualquier tipo común y corriente, tiene una historia fascinante. Es en sí mismo, la semilla de una gran historia, una novela increíble que recorre las calles de la ciudad al lado de otros grandes, pero nadie se ha tomado el tiempo para leerlo y por tanto es tan sólo el libro viejo que acumula polvo y que nadie lee, ese que ya no tiene portada y que la tinta tatuada en el lomo ya no brilla, sino que es opaca y sin vida, pero se nos olvida que las letras no están para adornar y consentir a nuestros ojos, sino para masajear nuestro cerebro. Hoy bebe café con pan dulce, una concha de chocolate pues alguien se comió su dona y mientras mastica mecánicamente y sin prisa, el café poco a poco va recorriendo sus entrañas, el corazón, el cerebro y el estomago lo reciben como el anciano recibe una visita no deseada, sin ganas, sin gusto y sin dar las gracias en voz alta, pues esa visita le permite pensar en algo más y abandonar las ideas suicidas. 

El frío le golpea la cara de lleno, pero resiste y se mantiene firme, no puede tambalearse, es apenas el primer round. El eco de sus pasos se pasea por las calles igual que un niño, se mete en el callejón a ver que hay y de ahí se va a la cochera del vecino y le susurra algo al perro quien se asoma curioso, pasa por enfrente de un semáforo que sólo parpadea y en ocasiones se confunde con el zumbido de un letrero de neón, sube un muro y revienta la frágil burbuja que era sueño de su vecino y lo despierta, baja y se mete en la casa abandonada y al no haber muebles que absorban el sonido, se entretiene gritando su nombre. Sale por la ventana rota y corre al lado de él y espera paciente a su lado pues han llegado a su destino. 

Mirar el reloj como acto reflejo y comprobar que aún es temprano es su forma de decir Buenos días, he llegado. Espera unos minutos en la esquina, debajo de un farol que ya está cansado de iluminar y que nadie le de las gracias. 

El transporte llega a tiempo y se saludan en un susurro, como si no quisieran despertar a aquellos que aún pueden dormir, el chofer cierra la puerta mientras él se acomoda, siempre en la parte de atrás. 

Como un santo moderno que adorna un sitio de taxis, el brillo de una aureola de neón le cubre el rostro y nunca podrá el lector saber de quien se trata, no podrá saber quién es ese anónimo que recorre la ciudad cuando ésta se encuentra dormida y sólo podrá suponer quién es o que hace, acaso matón a sueldo, quizás panadero, podría tratarse de un guardia de seguridad que escribe poesía, el trabajador de una fábrica, un tipo que fue doctor pero que la crisis obligó a cruzar la ciudad para trabajar en un taxi, pudiera ser un escritor talentoso que atiende mesas en un restaurante pues sus cuentos no pagan las deudas, o acaso un artista talentoso que dibuja pedazos de su alma en los ratos muertos en la oficina, o simplemente un buscapleitos un sinvergüenza que no ha podido salir a recorrer el mundo y trabaja reparando refrigeradores. Las posibilidades son infinitas y eso es porque quizás no se trata de sólo un personaje, sino de todos aquellos que le dan vida a ésta ciudad caótica, son todas esas historias las que le dan sentido a la historia que llamamos vida, cada uno con sus sueños y miedos va cruzando la ciudad buscando la manera de seguir perpetuando su existencia y la de los suyos de forma relativamente cómoda y para eso tienen que salir a hacer algo que seguramente no les gusta a cambio de unas monedas y de unos billetes y mientras la comida esté en el plato, los sueños pueden esperar, ya tendré tiempo para poner ese negocio, mañana con calma comienzo mi libro, la próxima semana busco otro trabajo, el próximo año vemos si podemos tener un hijo, en la quincena me compro mis pinturas y ahora sí voy a dibujar, el próximo mes ya voy a juntar para comprarme mi guitarra, la próxima semana que trabajo en la mañana, voy a enseñarle a mi hijo a hacer aviones de papel, si puedo hoy llegando a la casa empiezo mis clases de inglés, voy a pedir un día de vacaciones para ir a ver a mi mamá, éste fin de semana si me voy a comprar el vestido, mañana renuncio, hoy,  si me da tiempo, comienzo a vivir. 


El visitante.

Los perros ya llevan rato ladrando.

Quizás le ladran a la muerte o a alguna bruja que anda en búsqueda de niños.

No soy supersticioso. Pero en verdad creo en la sabiduría popular.

Me gustaría gritarles que se callen, pero el miedo no me deja hablar.

Cada vez ladran más fuerte y eso no me gusta nada. 

Ahora mi perra ladra nerviosa.

Sólo de niño tuve éste miedo, noches lluviosas en que los truenos iluminaban la habitación por un segundo y después el sonido del aire rompiéndose, estoy seguro de que algo me observaba desde ese closet, desde esa puerta que nunca terminaba de cerrar,  siempre observándome, esperando. Y yo sin poder resistir, me refugiaba debajo de las cobijas y ahí esperaba a que dejara de llover, pero sé que eso que me observaba quería hacerme daño.

Sólo lo sé, podía sentirlo.

Le pido, le suplico a mi perra que se calle, pero ella a decidido ladrar con furia.

Debería ponerme en pie y ver qué es lo que pasa, pero no puedo, el miedo se ha refugiado en mis piernas y en la boca de mi estomago.

Ahora los perros ladran con más fuerza y sé que lo hacen para apoyar a mi perra, diciéndole "no lo dejes entrar, protege a tu humano", es absurdo, sí, pero pretendo pensar en algo más, en algo que me permita estar tranquilo.

Mi perra sigue ladrando, la única diferencia es que ha ido retrocediendo conforme se escuchaban unos pasos frente a ella, ahora ladra junto a la cama, junto a mí, junto a mi oído, sé que no hay nada mas que hacer, tan sólo espero a que el visitante levante la cobija donde decidí refugiarme.

miércoles, 1 de junio de 2016

Café negro.

No pude creerle nada de lo que decía, fue por eso que tuve que mirarlo a los ojos.

Me dijo que aprendió a leer el café gracias a su tía desde que era un niño y que lo había estado haciendo desde entonces. La cosa es que desde que soy mesero, dijo, leo el café de todos los comensales y en su café vi señales que no me gustaron nada.

Fue entonces que lo miré a los ojos.

Me contó que había visto muerte en mi ultimo café, primero vi infortunio, recitó, después vi un accidente y en su café de hace una semana vi muerte y si no llevara años leyendo el café, hubiera pensado que la muerte iba a visitar a su familia, pero no, lo que vi fue su muerte.  Y después usted no vino más y yo temí lo peor, pero hoy está aquí y como si nada hubiera ocurrido, pidió un café y se sentó a ver la gente pasar.  Pensé que me había equivocado, pero hoy que leí su café, no vi nada. Absolutamente nada.

No me cree verdad, y lo dijo más como una afirmación que no espera respuesta y yo no supe que decirle.

El joven se me quedó viendo y fue entonces que mis ojos golpearon los suyos por segunda vez y fue entonces, al no estar hablando, que me miró con atención y pareció encontrar la respuesta a todas sus preguntas, pues los ojos se abrieron con sorpresa infinita o quizás fue terror y sin decir otra palabra salió de ahí con prisa.

Nunca volví a ver a ese joven en la cafetería y he de decir que me dio cierto alivio, pues así no tendría que explicar nada,  y es que cómo podría explicarle yo a ese joven que a veces nos aferramos a las cosas en vida, cómo explicarle yo a un mortal que en el más allá no nos dejan beber nada.

Olor a tierra mojada.

El niño descubrió el caracol y lo siguió por horas.

La tierra mojada huele a pasado, a tardes lejanas donde los charcos eran trampolines, donde las gotas se acumulaban en la punta de la lengua y a veces las veías caer una a una, jugando a esquivarlas.

El olor a madera mojada entra por la nariz y se aloja en el corazón ahí donde se guardan los recuerdos de tardes con chocolate caliente, inventando juegos para pasar el rato, o simplemente con la tasa caliente en el refugio de tus manos, la mirada perdida frente a la ventana y los pensamientos compitiendo como esas gotas, tratando de ocupar tu mente pero sin demasiada prisa, o si acaso hubiera tormenta los pensamientos golpean la memoria con fuerza, permitiendo que salgan aquellos que creíamos olvidados o superados, recuerdos que creímos no tenían importancia, pero ahí están, llegan sin ser invitados y se plantean frente a nosotros y nos preguntan a quemarropa,  cómo estás, me extrañaste, algunas ocasiones somos capaces de evitarlos y entonces regresamos a la realidad donde la mirada aún está pérdida en la ventana y recuperamos consciencia de dónde estamos y el golpeteo de la lluvia nos dice, aquí estas, estás bien y no importa lo que hayas sufrido, hoy tienes la oportunidad de ser y hacer todo lo que desees.  Un trago al chocolate y una sonrisa se asoma.

Hay ocasiones en que el pasado nos invade y entonces nos perdemos ante la lluvia, vienen todas esas oportunidades que desaprovechamos, todas las veces que dijimos no, cuando en realidad queríamos decir sí, todas las veces que quisimos irnos pero nos quedamos, aquellas veces que no nos atrevimos a besar un rostro por pena y cuando por fin nos decidimos el ataúd ya no estaba, las veces que callamos y dejamos ir cuando lo que queríamos era abrazar y llorar, la ocasión en que nos mentimos y las veces en que dijimos estar bien mientras nuestra alma ardía, tantas cosas vivídas que ahora vemos desde otra perspectiva y las miles de posibilidades que se hubieran dado en caso de haber hecho un cambio, aún el más mínimo nos tendría en una posición distinta, quizás en el otro lado del mundo o en una urna siendo cenizas de aquél que murió de sobredosis, o siendo doctor o acaso mendigo, las posibilidades son infinitas y la memoria juega con la baraja de la suposición, en una mano somos felices y en la siguiente nos arrepentimos de todo y suspiramos,  todo para darnos cuenta que el pasado ya no está y poco se puede hacer con el,  es como una semilla de limón, no puedes comerla y casi siempre amarga el alimento, por eso hay que saber hacerla a un lado, pero si se sabe encontrar su uso, la simple semilla puede convertirse en majestuoso árbol.

El chocolate realza el sabor de tu sonrisa, provocada por la comparación.

Quizás dentro de muchas lluvias te recuerdes, recuerdes al que eres hoy y mañana recordarás con nostalgia lo que hoy es vívido presente, quizás recuerdes lo que hiciste hoy, pues justo hoy tomarás la decisión de cambiar tu futuro, quizás una simple acción causará una reacción en cadena que te llevará a ser el yo de un futuro irreal, ese que te admira o te odia.

El niño que fuiste sigue persiguiendo al caracol, sigues atento cada centímetro que recorre y desearías saber a dónde va para poder ayudarlo a llegar, si te viera el tú que serás te explicaría que el destino es lo de menos, lo que importa es el camino, pero entonces el que fuiste se preguntaría el sentido de eso, es decir, si no importa a dónde vas, entonces para qué vas, y el que serás respondería que lo importante en el camino es lo que vives antes de llegar, es decir, el destino es importante pero importa más lo que ves y lo que aprendes y con quién recorres el camino. Entonces la sabida curiosidad de la infancia se expresa a través de tu viejo yo y afirma, éste caracol va sólo, desde que llegué a ido sólo, y ahora la sabiduría que dan los años responde, no ha estado sólo, ha estado con nosotros y les deja una estela luminosa a aquellos que quieran seguirlo, pero nadie puede obligar a nadie a recorrer su mismo camino.

El niño que fuiste escucha atento a aquel que será y durante largo rato platicarán acerca del simbolismo que encierra el camino de un caracol y jugarán con imágenes para describir a la vida como un simple camino mojado.