lunes, 17 de junio de 2013

Un viaje.

Sacas la mano mientras viajas por la ciudad, tal cómo lo hacías cuando eras niño, imaginas que ya no es tu mano y se convierte en un delfín que sortea esa agua invisible, esa que golpea tu rostro, pero no moja.
Por un momento disfrutas el viaje que cada día produce tedio, las miradas se posan en tu mano, la siguen un momento, después se posan en tu sonrisa y terminan su viaje en tu mirada, para después volar espantadas como las aves del parque al sentir la cercanía de un extraño. Algunas te envidian, otras simplemente no entienden, han olvidado como sonreír.

Un niño te imita y ríe contigo, su madre está a punto de decirle algo, pero jamás sabrás qué, has llegado a tu destino, has de continuar tu rutina, afortunadamente no has olvidado cómo sonreír...

jueves, 13 de junio de 2013

De corazón a corazón.

El contexto lo es todo, ambos dicen temerle a la muerte, uno, sólo en casa, el otro, acostado en la cama de un hospital.
Y mientras mira por la ventana de ese cuarto, en un viejo hospital,imagina lo que dejó pendiente, y hace una lista de todo lo que hará en caso de que esa llama interna no se extinga. "Cuando la edad consuma mi pulso, no escribiré poesía en servilletas, o en hojas vivas, o en hojas muertas, o en boletos del metro, sino que tatuaré mi poesía en su espalda, con dedos cansados y una sonrisa atemporal, esa misma sonrisa que adornó mi rostro de niño. Esa que hoy es tan sólo una mueca que se asoma cuando el doctor me dice que no me preocupe, que es una operación sencilla, algo de rutina..."
Y conforme se esconde el sol recuerda momentos de su vida, la magia de la infancia y los juegos que tanto le hicieron reír, los problemas en que se metió en la adolescencia, y sonríe pensando que, aunque corta, ha tenido una buena vida, aprovechó las oportunidades que tuvo para sonreír, y sí acaso la vida se acaba, lo hará con una sonrisa.
Ese miedo a la muerte sigue latente, quizás mañana comprenda lo que es la vida,o quizás viva años más para seguir inventándose una historia.

Dedicado a aquellos que esperan hoy con incertidumbre que un doctor corte sus males, algo me recordó esa angustia que significa la espera de una operación. Suerte.

martes, 11 de junio de 2013

El mejor cuenta cuentos.

De voz desagradable, pero con un ingenio infinito, se dedicó a contar sus historias a un grupo de sordomudos, quienes fascinados interpretaban sus gestos y a través de sus labios descubrían mundos nuevos. Jamás captaron lo que quería decir, sino que entre todos lograron darle forma a la historia más hermosa, la que cada uno llevaba dentro de sí, pero que jamás se atrevieron a contar...

El caracol.

Mientras el mundo colapsaba, el caracol avanzaba con calma, persiguiendo su sombra.

domingo, 9 de junio de 2013

Divagación matutina.

Mientras esperas a que se enfríe tu café, observas por la ventana la lluvia que cae tímidamente, sabe que no es bienvenida, pretende que su insistencia le de legitimidad o quizás sentido. El golpeteo de la cuchara te recuerda a ese viejo tren de juguete que tan insistentemente habías pedido a tus padres, pero que había permanecido oculto en el baúl de lo viejo, de lo que ya no usas,o de lo que no sabes cómo usar...
Piensas que sería buena idea viajar en tren, lástima que ya no hay, te conformas pensando que hoy viajarás en metro, siempre de un punto a otro corriendo para llegar, y al llegar, deseas salir de ahí.
Ese acto reflejo que supone soplar sobre la taza, inhalar ese aroma que te recuerda tu infancia, tú bebías leche mientras ese aroma inundaba la cocina, impregnaba las cortinas, justo ahí en la esquina de la misma, esa que quemaste sin querer un día, siempre nervioso cuando alguien se acercaba demasiado, imaginando el regaño, ese que podrías recitar de memoria, pero que jamás ocurrió. No puedes evitar mirar la esquina de tu cortina, buscas alguna quemadura, que evidentemente no encuentras.
Pruebas tu café y piensas en toda esa gente que no conoces y que comparte contigo tanto, y a la vez tan poco, esencialmente somos lo mismo, pero no sabemos nuestros nombres.
Es más no sabes si tú has forgado al nombre o si por el contrario el (los) nombre(s) han hecho lo propio. Fuiste pepito, chucho, pepe chuy, josé, meillon, pinguas, el pingüino, joe y otros que has olvidado, pero hay quienes te recuerdan sólo con ese nombre, sólo conciben esa parte de tí, no conocen al conjunto, al todo. Imaginas que ésto se podría explicar con una analogía burda, pero efectiva, las bandas, comienzan sonando a algo y terminan con otro sonido distinto, y así te imaginas a ti mismo, cada persona que te conoce, conoce una faceta tuya, una perspectiva del mismo todo, de igual manera tú conoces sólo una o unas facetas de los que llamas tus amigos, y cuando pasa el tiempo y podemos verlos otra vez, pensamos, pero que cambiado está parece otro... Y quizás el problema no es que cambien, todo cambia, no lamentas el cambio en sí, lamentas no haber sido parte, o al menos testigo...
Terminas tu café, esperas que la cafeína haga lo suyo, que los sueños que merodean tu cabeza, como abejas, se alejen y te permitan pensar con claridad, frase que has oído hasta el cansancio, pero que hoy a tus treinta años, no puedes explicarla.
Cómo tampoco puedes explicar tu sueño, sirves más café, pretendes descifrar los mensajes que te envía tu psique, mientras afuera las nubes han tomado al cielo cómo rehén y parecen no querer negociar...