domingo, 7 de febrero de 2016

Zen de caja de cereal.

El maestro meditaba durante el día y en las tardes jugaba con su perico, regalo que recibió de un viejo amigo.

Todos los días el maestro abría la pequeña puerta de la jaula, pero el perico insistía en cerrarla durante las noches, al momento de dormir. El maestro sonreía como el padre que ríe ante el niño que juega frente a él.

El maestro nunca obligó al perico a ser libre, sino que lo dejó ser libre, encerrado en su jaula. Y pensó que mucha gente así decide ser libre, en su jaula mental.

Al meditar podía sentir las pequeñas patas recorriendo su cuerpo. 

A fuerza de convivencia el perico aprendió varios koans y algunas máximas y se le podía escuchar con su voz de ave decir, "la vida es una ilusión". 

Al morir el maestro la gente recorría miles de kilómetros buscando la sabiduría y la iluminación. 


Ahí se puede ver a un grupo de turistas con un celular frente al rostro, tratando de enfocar a un perico que repite sin saber que quiere decir, " Aquí y Ahora", y todos le aplauden con prisa para después poder elegir un buen filtro y subir la imagen a Instagram y de ahí a Facebook o Twitter...


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