jueves, 3 de octubre de 2013

Huyes, deseando ser atrapado.

De sus fauces pude escapar una vez, corrí buscando refugio, pero con el oscuro deseo de ser capturado. Mientras corría pude escuchar el ruido de sus patas golpeando con furia el asfalto, su respiración sentí en mis talones y mientras mi corazón bombeaba con fuerza, decidí realizar un quiebre, detuve la carrera abruptamente y cambié de dirección, pero una piedra me hizo resbalar.

Mi mano derecha tocó el suelo apenas un segundo, pero esa desventaja selló mi derrota.

Posó su pata en mi costado mientras su lengua reclamo para sí mi rostro.

Yo reí, ella ladró y mientras el sol se ocultaba detrás de los volcanes volvimos a correr.
No tiene nada de espectacular ver a alguien correr con su perro, así que los adultos nos ignoraban, pero alcancé a notar a algunos niños que asombrados nos miraban, y más de uno sonrío animado, tal como aquél que entonces rió y ahora tan solo sonríe.

Puede ser que dentro de algunos años recuerde éstos días con nostalgia. Será mejor vivirlos al máximo.

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