viernes, 29 de diciembre de 2023

En un gesto heredado.

 

Ayer estaba sentado en las bancas de la cancha y algo pasó que de manera instintiva hice un gesto muy característico de mi padre, una mueca, una expresión que es de él, pero que por alguna razón la imité, me salió del alma, desde el fondo de mi ser para expresar desconcierto o sorpresa o desconocimiento, era esa mueca que él hacía cuando alguien le pedía una opinión o confirmar algo cuando el interlocutor quería la voz de alguien experto en el tema, y él, mi padre, simplemente levantaba levemente los hombros, casi de forma imperceptible y hacía el gesto al que me refiero, como para decir ‘no lo sé, no me consta’, ‘no puedo hablar del tema’, ‘no tengo ni puta idea’ y a mí siendo un joven ansioso e inexperto me molestaba el gesto, me parecía lo más estúpido del mundo, en mi cabeza llegaba un ‘pues diles que sí y ya, que le haces a la mamada…’ Pero ahora que tengo a dos hijos hermosos, y que las decepciones han surgido como canas en mis sienes, mis pobres sienes, entiendo que uno no debe afirmar o negar nada con tanta simpleza, muchas veces lo único que tiene un hombre es su palabra, y no debe empeñarla al primer postor, por eso ahora entiendo que mi padre no se comprometiera y no se aventurara a hablar de algo que no conocía a fondo, porque se podía jugar su reputación, aún cuando fuera algo tan simple como afirmar o negar si el gol había sido en el primer o segundo tiempo, algo tan efímero como una opinión acerca de qué era lo mejor para invertir en el ‘98, o una pregunta de tanto valor existencial y de permanencia tal como si alguien debería llamar a su hija Raquel. Seguramente la experiencia le enseñó que no debe uno hablar sin pensar, sin tener el suficiente conocimiento, habrá quienes se sientan cómodos hablando sin saber, pero no todos van por la vida diciendo que sí solamente para que el interlocutor se sienta mejor. Yo soy muy bueno escuchando y soy mejor callándome, me refiero a que procuro nunca dar consejos a menos de que me los pidan. Si alguien se acerca a pedirme escucharlo y es porque algo acongoja su mente, lo escucho con paciencia y aún cuando yo vea una solución no la expreso, procuro limitarme a escuchar y solamente si la persona me lo pide, entonces doy una opinión. También he de decir que soy capaz de leer la situación y a la persona, porque si alguien me pide un consejo, este dependerá de la persona, a saber: Si la persona tiene la fortaleza intelectual o psicológica entonces me puedo atrever a ser más honesto, y hacerles ver lo que desde otra perspectiva puedo ver, sin decirles qué hacer, pero llevándolos a lo que creo yo, puede darles una mejor perspectiva. Si la persona lo único que busca es aliento, entonces les doy esperanza, pero sin mentir, un, mientras no dejes de trabajar, las cosas van a mejorar, o cosas de ese estilo que le den cierta tranquilidad a la persona, pero creo y estoy convencido que lo mejor es la descarga emocional, por eso cuando alguien habla conmigo procuro callarme, no ver la conversación como una oportunidad para hablar de lo que me aqueja, por mucho que sea, sino que me callo y escucho a la persona, solamente hago preguntas para poder tener un mejor panorama, pero no interrumpo con experiencias personales que nada aportan a la persona, entonces se vuelve un momento en el que mi interlocutor puede desahogarse y expresar lo que le duele o lo que siente y entonces, creo yo, hay una descarga emocional.

Ayer, con la mirada perdida, siguiendo el ir y venir de las hormigas, pensé en qué puedo hacer para sentirme mejor, porque esta recaída anímica no era lo que esperaba, salté confiado en que alguien me iba a arrojar una cuerda para poder llegar al otro lado y justo cuando me animé a saltar, me sorprendió la falta de ayuda y en su lugar reproches. Ahora estoy en el hoyo que pensé iba a poder saltar con algo de ayuda, y desde aquí abajo me preguntaba ¿qué voy a hacer, cómo puedo salir de aquí? Y fue entonces que me sorprendí respondiendo mi pregunta, yo mismo me dije, en el gesto que siempre hacia mi padre cuando no tenía idea o no tenía todos los elementos para contestar, fue de forma natural instintiva, un acto reflejo que estoy seguro que sorprendía a mi padre de igual manera, era una forma de contestar con el cuerpo antes de que la lengua pudiera hacer el acto de ventriloquia que el cerebro tenía preparado. Y ese gesto, el mío, me sorprendió porque de manera honesta me dije, no tengo ni puta idea, no sé qué podemos hacer, y eso me dolió, ese hábito de no hablar sin saber me desarmó, porque al darme esa respuesta no me di ninguna, al contrario, me hice ver que la cosa está más complicada de lo que pensé, por otra parte y como lo dije antes, sólo si creo que el interlocutor tiene la fortaleza intelectual y psicológica me aventuro a ser más honesto, entonces, al menos quiero pensar que no me di palabras de aliento o falsa esperanza, porque no me servirían y de alguna manera puedo lidiar con esto, en este momento me siento abrumado por el putazo que me di al caer, pero una vez que me dejen de zumbar los oídos, recupere la sensación en las nalgas, me podré levantar y buscar puntos de apoyo para comenzar a escalar, o quizás haya alguna rama que pueda usar, algo, de alguna manera me las voy a ingeniar para salir de aquí, y sí, en este momento sólo tengo por respuesta ese gesto tan simple y sabio que me heredó mi padre, porque no tengo todos los elementos necesarios para entender cabalmente el problema, pero sólo deja que me recupere y podré darte una idea.


Ayer estaba sentado en una banca esperando a que avanzara el tiempo, a que se terminara el día para poder quitarme este saco de plomo que cargo todo el día y poderme acostar a ‘descansar’, porque a veces vienen pensamientos intrusivos que nada tienen que ver en este texto, pero así, de la nada llegan y me abordan y a veces no me dejan dormir, pero mientras esperaba, uno de esos pensamientos me vino a decir cosas horribles, logré callarlo y levantando la voz en mi cabeza me puse a pensar en mi situación y en lo que me sucede y me hice la ya repetida pregunta, ¿cómo voy a salir de aquí? Y en un gesto mío vino desde el pasado o desde algún lugar mi padre a ayudarme a responder la pregunta, en un instante lo recordé haciendo ese gesto y a mí reprochándole el no responder algo, lo que fuera, lo vi en diferentes ocasiones respondiendo con la afirmación de su desconocimiento, lo vi en reuniones con diferentes personas, en diferentes contextos y él siempre con la seguridad de que no le importaba parecer tonto, por el contrario, entendía el poder que tiene no aventurarse a hablar si no se tiene cabal comprensión de lo que le dicen, y entonces me puse a pensar, hoy, que quizás mi pregunta estaba formulada desde el odio y el rencor, desde la frustración de no haber recibido la cuerda que tanto necesitaba, y quizás la pregunta, al estar mal formulada, podía tener una respuesta negativa y mi ser, mi padre, el pasado y todo lo que me conforma respondió, ayer, con ese gesto de desconocimiento, porque muchas veces el que pregunta formula la pregunta a su conveniencia y quiera hacer ver a los demás como los victimarios y pregunta si debería vengarse, alguien, con sólo ese contexto, podría contestar que sí, pero aquél que sabe que las cosas no son tan simples como el mero hecho de contar algo que sucedió a lo largo de días o meses o incluso años, no se puede reducir en una banal conversación de cinco minutos y entonces al preguntarnos si debería vengarse, viene el gesto de desconocimiento, no podría yo decirte que te cobres como crees que te lastimaron, porque no puedo saber que lo que dices es cierto…


Una hormiga regresaba al hormiguero con la buena nueva de que había encontrado comida, mi hija tiró algo de espagueti, y mientras la seguía con la mirada, me hice la pregunta, entonces vino el gesto y sin que pasara un segundo completo, mi visión se tornó borrosa, la hormiga se comenzó a perder de mi visión y cerré los parpados, los apreté, pero aún así una lágrima logró colarse por la rendija de la represa y golpeó el suelo con furia, a escasos centímetros la hormiga, esto no pude verlo, pues cerré los ojos, pero imagino a la hormiga viendo hacia el cielo temerosa de alguna lluvia, para solo verme secar mis lágrimas. Como ves todo ocurrió en menos de cinco segundos, y contado así no tiene mayor relevancia o poder narrativo, pero lo que ocurrió movió algunos de mis cimientos y como dijo Eliseo Alberto, ‘Sí un segundo basta para morir, cómo no ha de bastar para cambiarnos la vida?



1 comentario:

Anónimo dijo...

Un abrazo a la distancia amigo cheche