miércoles, 1 de enero de 2014

Sólo ellos no sabían qué iba a ocurrir.

Al darse cuenta de la hora el caracol decidió correr a casa.
Los perros dejaron de ladrarle a la noche.
Los gatos decidieron no copular.
El colibrí dejó de batir sus alas.
Los topos dejaron de cavar.
Las hormigas tiraron su cargamento.
Las abejas rehuyeron de las flores.
Las ratas se lavaron las manos.
El oso decidió no hibernar.
El lobo se refugió a los pies de una cabra recién nacida.
Las nubes se detuvieron y no se movieron.
Las miles de gotas que conformaban a la cascada decidieron no saltar.
Los pájaros no cantaron, hicieron voto de silencio.
Sol y luna fueron uno.
El niño dejó de llorar en medio de la noche y besó a su madre en la frente mientras la cubría con la frazada.
La araña ayudó a escapar a la mosca que segundos antes había atrapado.
El pelicano depositó con amor en el agua al pez.
El cilindrero detuvo el organillo y fue todo silencio.
Su corazón se detuvo y los granos de arena que pretendían representar el tiempo se detuvieron y todos, atentos admiraron el segundo mismo en que ella lo miro a los ojos, fulminandolo.

A partir de ese segundo todo fue distinto.

Incluso dios sintió una opresión en el pecho, pues sabía qué iba a ocurrir después. Y se sintió indefenso al no poder evitarles la pena y el dolor, uno de ellos moriría primero para dejar al otro solo e indefenso, y quiso evitarlo, quiso ahorrarse los insultos, las maldiciones, pero sobre todo quiso evitarles el dolor, pues el sentía ese dolor como propio, a él también se le desgarró el corazón cuando murió ella y el quedó indefenso. Derramó una lágrima y tragó saliva, pero el nudo seguía ahí. Se sintió indefenso y deseo tener a alguien a quien culpar, pero solo quedaba él.

Exhaló un suspiro y una suave ventisca movió su cabello, el de ella y él pudo ver la belleza en sus ojos, pero había algo más, era dios que quería ver de cerca mientras ella lo sujeto con amor y le dijo, "te amaré como a mi propia sangre y carne, te amaré más que a mi vida".

Dios se mordió el labio y por más que lo intentó no pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla.

El resto de la historia, se sigue escribiendo.

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