jueves, 24 de septiembre de 2015

Treinta y tres años después...

¿Acaso hay un plan maestro, o todo ocurre por azar, o quizás somos el capricho de algo, del universo o esa energía absoluta que minimizamos con el nombre de dios? 


Treinta y tres años después.

La historia tiene dos versiones, la versión real y la versión que podría se aspira para un público infantil, considérese un cuento de los hermanos Grimm y la versión anglosajona de Walt Disney y quizás nos falta una tercera consideración, la real.

Mi versión de WD dice que nací en el hospital satélite, pero la versión oficial, la real, es que fue en una cruz roja, hijo de una madre que jamás conocí, pero que me amó lo suficiente como para entregarme a una mejor vida, o quizás no fue amor, sino consciencia de su cruda realidad.

Hace treinta y tres años me recibieron con un golpe, lloré por que alguien así lo quiso y a pesar de que seguramente sufrí, no lo recuerdo, sólo especulo, quizás nací con una enorme sonrisa, cómo si supiera a qué venía a este mundo y por eso mi madre biológica dijo, no lo quiero, eso no es normal...

Me pregunto si alguien ya tenía preparado lo qué vivo día a día con sorpresa y no importa qué haga, el resultado será el mismo, o si acaso cada paso que doy me acerca a un destino y por tanto me aleja de las otras posibilidades...

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