lunes, 21 de noviembre de 2011

A donde iría?

La luz del sol, intermitente, golpea tu rostro mientras el camión avanza por unas calles que en nada asemejan un lunes por la mañana en el Distrito Federal. Crees que hay algo mal, pero no, simplemente eres parte de aquella minoría que no tiene descanso en este tipo de asuetos. Te acomodas en el acolchado respaldo amarillo, la espalda recta, los pies bien apoyados en el suelo, abres la ventana y sientes el frío golpear tu rostro.
Piensas en tantas cosas, una rapida sucesión de ideas en tu cabeza, como el que aquella mujer que acaba de pasar corriendo y que dio vuelta en una calle de constituyentes, haya decidido correr, quizás corre a ver a su hijo, tantos días separados y hoy que el infante no tiene clases quiere aprovechar el tiempo, o quizá corre a la tienda por huevos, o es que acaso su padre está en cama agonizando y hoy, al ser feriado, no hay tanto transporte y por eso corre, además de la urgencia de decirle "te quiero...", o simplemente le dieron ganas de correr, no hay un trasfondo de esa pulsión, bueno, de hecho si la hay, el querer hacerlo, simplemente.
Y así como ella iba corriendo, hay muchas otras personas que corren en esta ciudad, algunas corren a su segundo empleo, otras corren de la justicia, hay quienes corren por la dulce recompenza de las endorfinas, hay quienes corren en busqueda de algo tan abstracto como la felicidad, o tan material como un carro, o una casa, o una pareja, o una sonrisa, o una dosis de coca, o un teléfono nuevo, o un trabajo...

La mujer ha quedado ya muy lejos, seguramente ya llegó a su destino. Yo estoy a punto de hacer lo mismo, llegar a descansar y seguír pensando, imaginando lo que sucede, o que podría suceder, sin siquiera imaginar el alcance que pueda tener...
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