jueves, 5 de enero de 2017

Ideas.

Todos son una proyección de la psique,  nada es real,  es una creación de tu mente.


Las miradas perdidas saturadas en un vagón del metro, deseando no estar ahí, soñando siempre con el futuro o angustiándose con el pasado.
Enfrentas al grupo de autómatas y te dejas llevar por el colectivo que te empuja con violencia hacia adelante, hacia la nada, hacia la próxima estación.   Se respira inconformismo y humanidad, los codos presionan la panza de alguien y los sobacos siempre se las arreglan para presionarse contra una nariz que nunca puede voltear lo suficiente.

Bajas de la misma forma en que subiste, a empujones. La nada que es la rutina empuja la voluntad de todos aquellos que parecieran no querer moverse y que se dirigen a la salida, o a la ilusión de una salida.

El frío te golpea el pecho y se mete a tus pulmones como el amigo que era como un miembro de la familia, se rasca la espalda con los alveolos y se ensucia los pies en la nicotina que hace años te hizo sentir hombre a tus insípidos dieciséis años y se larga sin decir adiós.

Los pies retumban en las madrigueras de las ratas, que a esta hora ya están disfrutando del botín de la noche y listas para esconderse y salir sólo hasta que sea seguro y comparten, sin saberlo una rutina.

Un día más pasa sin saberlo y sin darte cuenta han pasado setenta años y entonces al mirar las manos arrugadas que antes te obedecían sin chistar, ahora bailan un vals silencioso y son torpes y lentas y a veces sueltan las cosas y te desespera verlas así, pero más te duele ver los zurcos que ha dejado el tiempo en tu rostro, los pequeños canales por donde se deslizaron tantas lágrimas y el cabello que ha abandonado el barco, como todas aquellas ideas grandiosas que tenías y que ahora no están y se ven distantes y parecen ser nada.

Ahora eres nada, un engrane oxidado que no le sirve más al sistema y que ya no produce, eres un ser que vive del recuerdo, a falta de la capacidad de forjar nuevos momentos memorables.

Suspiras, pues sólo entonces te das cuenta que repetir una rutina durante años, no se puede llamar vida.


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