viernes, 27 de abril de 2012

Café, pan tostado con mantequilla y mermelada.

Debía ser muy niño ya que tengo vagos recuerdos de esos desayunos en que mi papá untaba mantequilla en un pan tostado y al último la mermelada. Comía del manjar matutino mientras el café se cansaba de humear desde una taza.
Alguna vez intenté imitarlo y comencé con la mermelada y después intenté untar la mantequilla, mi pan se hizo un revoltijo y en nada se parecía al de mi papá. Él rió y mientras sujetaba mis manos, untó en un pan la mantequilla y después la mermelada. Yo no bebí café, sino que disfruté de una leche con chocolate.

Fue un viaje que hice con mi Papá, aun sigo sin recordar porqué y menos si mi mamá estuvo de acuerdo.
Fue un viaje a Aguascalientes, eso lo recuerdo porque cuando llegué a casa de mi abuelita corrí a la llave del fregadero y la abrí presuroso, sólo para descubrír que el agua no salía tan caliente como afirmaban.
Supe que era mi abuelita porque a cada pregunta que ella me hacía mi papá parafraseaba la pregunta y le agregaba al final, "eh?, dile a tu abuelita". "Cuantos años tienes, eh? Dile a tu abuelita?" Y así con cada pregunta.
Ahí conocí a mi tía y tíos. Recuerdo que la casa era grande, muy grande, además de que yo era muy pequeño.
Fueron días que pasaron, no puedo decir con seguridad si fueron un par de semanas o un mes o medio año, pero sí sé que cada día extrañaba a mi mamá, quizás por eso mi papá me llevó con ella, a pesar de su deseo de que yo estuviera con él.
Es muy facil decir que él no se preocupa o no se preocupó por mí, pero yo y él sabemos lo que cada uno siente, terceros son los demás y están precisamente "de más".

Conforme pasaron los años ese viaje se convirtió en un olvido, durante mucho tiempo pensé que sólo había sido un sueño recurrente. Pero hace un par de años, yo aún vivía en León, fui a una comida a casa de mi tía Cecilia, y ella me entregó un llavero con forma de corazón y mi foto en el centro del plástico. Debo de tener unos tres años, cuatro cuando mucho, unos enormes cachetes y una mirada embargada de tristeza. Estaba lejos de la mujer que mas amaba y de la que jamás amaré.

Ese no fue el único viaje, recuerdo que estando más grande también fui con mi Papá a Aguscalientes, ese viaje duró menos y lo tengo más presente.

En todos los viajes recuerdo a mi padre untando mantequilla a su pan, después la mermelada mientras el café humeaba en una taza, y creo que detrás de ese vaho puedo ver una silueta, me parece ver a mi madre que me pregunta cuantos hot cakes quiero, la escena se borra y el vaho del café sube y sigue subiendo, viaja en el tiempo y el espacio, sube poco a poco desde la taza que tengo frente a mí, sube por mis fosas nasales y sube hasta mi cerebro, activa dos o tres resortes que interactuan a una velocidad increíble y me llevan a otros lugares y recuerdo lo ya citado, el tiempo deja de estorbar y se convierte en un elemento adicional y no condicionante.

Y con una sonrisa únto la mantequilla a mi pan, dejo el cuchillo a un lado y abro el paquetito de la mermelada y pienso mientras la voz de mi papá hace eco en mis recuerdos, "primero la mantequilla y después el pan, sino se rompe." Y mientras paso el cuchillo con mermelada de fresa sobre el pan cuido que esté bien distribuida.

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