Día a día voy dejando textos a un lado, algunos en boletos de camión, otros en servilletas que seguramente ya no existen, hojas de libretas que ya olvidé, más de una vez he escrito poesía en mí mismo, a falta de papel, incluso he usado hojas de árboles y una rama me ha servido de lápiz.
Quizás sigo escribiendo por gusto, o por inercia, o porque es algo que hago relativamente bien. No lo sé.
Lo que si creo es que quizás mi mejor texto lo sigo escribiendo día a día, este borrador que es mi vida y que al morír podré sentarme a leerlo con calma.
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