jueves, 10 de mayo de 2012

Una pequeña concha blanca, blanca como su sonrisa.

Y mientras corrías hacia el mar alcanzabas a escuchar que te gritaba que te pusieras bloqueador.
Increíblemente regresabas aún más rapido de lo que habías corrido hacia el mar. Te recibía con un pequeño regaño y mientras te ponía bloqueador por todos lados, te daba las indicaciones que serían repetidas todos los días, como un viejo ritual transmitido de generación en generación para espantar a los malos espíritus. "No te vayas muy lejos, siempre donde te pueda ver, no te vayas a meter al mar sin avisarme..."
Con el cuerpo lleno de crema corrías al mar y te quedabas en la orillita, cazando olas, no por obediente, sino por miedo que te gustaba llamar respeto.
-Y con los pies sintiendo el cambio de temperatura de la arena, de ese calor insoportable al refrescante sentir que causa la arena mojada, avientas tu playera y corres al mar, entras rapido por que sabes que está frio. Sorteas la primera ola, te adentras y para la segunda te sumerges, nadas y disfrutas del vaiven de las olas, te dejas guiar por una voluntad ajena a tí y recuerdas cuando de niño le tenías más temor al agua. -
Hincado frente al mar, una cubeta y algunos utensilios para hacer castillos, el rastrillo paseandose por la arena humeda, volteas a ver como se va yendo esa ola y notas un reflejo, corres emocionado a ver que tesoro acabas de descubrír, con el dedo escarbas habilmente y descubres una pequeña concha, es blanca, la sujetas fuerte con el puño y sientes como tu respiración se agita, es la primera que ves en tu vida, emocionado te levantas, pero justo antes de incorporarte por completo sientes que con violencia te golpean, tú crees que es como en la escuela, un empujón, metes las manos y te paras, pero no. La ola te tira y del suelo te lleva más allá, quieres gritar, pero el sonido cede ante el agua que te invade con violencia, cierras la boca y los ojos, el puño sigue apretado, sientes como la arena te golpea en un costado, despues la cara y la barriga.
El miedo sirve de resorte y hace que te levantes violentamente, volteas a ver el mar deseando con todo tu ser que no vuelva a atacar, ves el agua alejarse y con el miedo aún en el rostro la volteas a ver, es lo primero que buscas.
Y volteas a la palapa y la ves ahí sentada con un abanico sonriendo, sigues asustado pero sabes por esa sonrisa que todo estará bien.
-Y mientras sales del mar cansado y emocionado, tal como la primera vez que sentiste el mar, corres a la palapa, ésta vez no está ahi. Destapas tu cerveza te recuestas y piensas en ella, otra vez. Te preguntas que opinión tendrá de tí, de tus amigos, de lo que has hecho, de lo que no, piensas divertido lo lindo que sería que estuviera para regañarte cuando hiciera falta.-
La concha se perdió, pero durante mucho tiempo la atesoraste. Se la diste en la mano y emocionado le dijiste "mira lo que descubrí"
Ella la tomó y te sonrió de vuelta, le dijiste con orgullo y dejando tu deseo de conservarla a un lado "te la regalo mami."
Años después tú y ella estaban buscando unos papeles y sin quererlo ni buscarlo, como todo lo bueno de ésta vida, encontraron la concha y sonrieron.
Muchas veces las palabras sobran y una sonrisa lo dice todo. Tú sabes qué significa ésta sonrisa mami, feliz día.

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