viernes, 23 de octubre de 2015

Informe contra mi mismo.

Todo comienza con una pregunta,  ¿cómo te fue?

Mientras te hace la pregunta te señala un cómodo sillón, ese que durante años buscaste pero que no obtuviste, el cuero sintético te recibe con un abrazo y ya una vez que estás cómodo, comienzas tu relato.

-La verdad es que me fue muy bien, mejor de lo que esperaba, aunque quizás quedaron algunas cosas pendientes. Me quedaron pendientes muchas personas por conocer y muchos lugares por visitar,  también algunos amigos que pasados unos años no volví a ver.  También quedaron sueños por completar.

Esa pausa te invita a pensar y reflexionar y por más que buscas no encuentras una respuesta sólida, si quedó algo pendiente es por ti culpa y de nadie más,  todos los reclamos deben estar dirigidos a ti,  a nadie mas.

Comienzas a contar tu vida, lo que recuerdas, no te preocupa el tiempo ni aburrir a aquél que te escucha, pues sabes que en verdad le interesa tu historia.

Cuando llegas a tu juventud te interrumpe con educación infinita, se acerca a un escritorio que no habías notado al llegar, de uno de los cajones toma una pequeña bolsa de papel, comienza a trabajar con calma y al terminar se acerca a ti con la mano extendida, como no se te antoja rechazas su oferta.

La llama ilumina sus ojos al acercarse a su rostro, entonces notas que no tienen color, no como lo hubieras esperado, el color cambia de acuerdo a lo que dice o de acuerdo al ángulo en que lo veas, incluso cambia al momento en que cambia el rumbo de sus pensamientos. La llama arde y transmite su calor al porro, el aroma comienza a invadir la habitación y él,  mientras contiene la respiración,  te pide que continúes.

Las imágenes se suceden una a otra con nitidez,  tu primer amor, tu primer dolor,  las tardes que jugaban a ser mayores,  pretendiendo fumar en la parte de atrás de la secundaria,  todos inventando historias para impresionar a los demás,  mientras tú escuchabas, lleno de burlas por ser virgen,  pero con el honor intacto.
Te sorprenden la cantidad de cosas que viviste y cada una te hace reír o llorar como en el momento en que lo vivías,  haces un cálculo mental y la verdad es que el balance es positivo, fueron más las risas que las lágrimas derramadas.

Entonces sonríes y sonríe el que esta frente a ti, y de esa sonrisa alcanzas a escuchar, "¡No mames! ¡Que buena historia!

Entonces tu Yo interior, tu dios interior te mira con satisfacción y cual espejo,  muestra la sonrisa que sientes ha florecido en tu rostro y comprendes que en la vida sólo tienes que rendirle cuentas a alguien,  a ti.  No a un dios místico e indiferentes o a un dios benevolente, o a un dios egocéntrico que solo quiete escuchar su nombre.  Sólo a ti, a nadie mas y el día del juicio final tendrás que explicarte a ti mismo porque hiciste lo que hiciste y porque dejaste de hacer lo que no hiciste.

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