domingo, 29 de julio de 2007

Mi vieja sonrisa

Mi vieja sonrisa El día de hoy saque la vieja sonrisa que tenía guardada, me sorprendió la cantidad de polvo que acumuló, no puede haber pasado tanto tiempo, pensé mientras la limpiaba. Logré sacarle el viejo brillo que tuvo en la infancia, fue el recuerdo de ese agradable fulgor lo que me motivo a sacarla de mi vieja cajita de recuerdos.
No quise correr riesgos, así que al salir de casa la protegí con mi mano, cerrada, protectora, mas no aprehensiva.


Me dispuse a mostrarla a mi vecina, pero su actitud no invitaba mucho a la cordialidad, al regar por la mañana accidentalmente mojé el periódico de su esposo, y cuando me aliste para colocar mi sonrisa, sólo recibí un, "a ver si te ya fijas cuando riegues pendejo!". Me quedé con el puño apoyado en mis labios durante unos minutos, inclusive después de que la vi alejarse con prisa para llevar a sus hijas al escuela. Mis labios sosteniendo el puño, el puño protegiendo mi vieja sonrisa, mi vieja sonrisa sorprendida por aún no ver el mundo, el mundo indiferente de mi sonrisa.


Pensé que eso no debía ser suficiente para cohibir a mi vieja sonrisa, así que en cuanto subí al auto la deje sobre el tablero, bien visible, lista para ser utilizada en el momento justo. Encendí el radio, una manifestación me obligo a cambiar la ruta a seguir. Me incorporé al tráfico, decidí viajar por el carril de en medio, así evitaría en lo posible las confrontaciones, pensé. Y aún con ese pensamiento, un camión decidió intervenir abruptamente en mi trayectoria, lo que me obligó a maniobrar para no perder el control del vehículo. En ese momento no me pude contener, busqué rebasar a semejante imbécil, bajé el vidrio del copiloto para que pudiera escuchar la mentada de madre que grite sin reserva alguna. En ese momento mi sonrisa estaba debajo del asiento del conductor, había caído ante mi maniobra, ahí se quedó todo el trayecto, pero fue cuando llegue a mi trabajo, cuarenta y cinco minutos después, que me di cuenta de que estaba ahí.


Sin muchas ganas tomé mi vieja sonrisa, la guarde en la bolsa de mi pantalón, llegué a la oficina con dos mentadas de madre, tres títulos de pendejo ganados injustamente, y el que más me dolía, un "neófito" propinado por una anciana que por más que analice la situación, no había manera de que yo fuera un "neófito" y menos ante el volante, en fin, todo eso, y cuarenta minutos de retraso.
Ya en la oficina, no tuve tiempo de pensar en mi sonrisa, las cuentas pendientes, el mal humor del jefe, la falta de Gómez por haberse roto el tobillo, la ineptitud del departamento de contabilidad y tantas cosas que no quiero recordar, me quitaron la buena voluntad de mostrar mi sonrisa.


El camino a casa fue más tranquilo, solamente me mentaron la madre una vez.


Al entrar a casa me dolía la cabeza, tenía hambre, no cené por el mal humor, no tenía ganas de nada. Estaba harto de mi trabajo, de mi vida, de estar cansado y con prisa siempre, de no poder descansar, harto de estar harto.


Quise leer, no tenía ganas, encendí la tele, pero nada me llamó la atención, demasiado ruido, muchas imágenes que veo a diario en la calle, no me llamaba la atención regresar a ese mundo del que soy parte, y sin embargo tanto rehúyo. Me quité los zapatos, estuve un rato deambulando en mi propio departamento, estuve tentado a beber un whisky, pero no estaba de humor. Ante mi apatía, tuve que recurrir a lo único que podría animarme en ese momento, encendí el estéreo, coloque mi disco de "Wish you were here", subí el volumen, y comenzaron los primeros acordes de "Shine on You Crazy Diamond", todo por un momento comenzó a tener un lugar, el trabajo se quedaría con los problemas en la oficina, las mentadas de madre se quedarían sobre el toldo de mi auto.


Por un momento pude dejar de pensar, dejar de ser, solamente la música podría animarme y así fue, hasta que se fue la luz. Lo único que podía animarme, mi único escape me había sido arrebatado.


No pude más, fue entonces que mi frustración llegó al límite, "Puta madre, carajo!", fue lo único que acerté a gritar iracundo, pero más bien impotente, jamás me sentí tan mal, tan triste conmigo mismo.


Decidí que no quería ser mas parte de este día que aún no terminaba, no en los relojes. Decidí, o al menos eso quise hacerme creer, porque la verdad era que no podía más, no fui capaz de mantenerme en pie, las piernas cedieron a la apatía, los brazos se dejaron torcer por la desmotivación y el desengaño, la desilusión se plantó en mis hombros, y para no declarar mi derrota, me engañé diciéndome que tenía sueño, que era hora de dormir.
Cabizbajo fui a mi cuarto, con las manos en la bolsa, y recordé que traía mi vieja sonrisa. Pero, qué sentido tenía sacarla ahora, qué diferencia podía hacer, realmente sería una sonrisa? a estas alturas no me sorprendería que no fuera más que una mueca, no más vieja sonrisa, ahora sería mi nueva mueca.


Tenía que sacarla, no podía dejarla en el pantalón. Ahí estaba, intacta, ansiosa por ser vista, no pude evitar sonreír, fue esa sonrisa infantil lo que me hizo olvidar todos mis pesares, no di crédito a lo que sucedía, una simple sonrisa venida del pasado, rescatada de aquellos que fueron mis mejores días, fue lo que me hizo olvidar las mentadas de madre, los problemas del trabajo, la falta de luz, la impotencia, la decepción, la frustración y el pesar se vieron opacados por una gentil sonrisa de aquel que fui, un simple gesto que no tiene mayor ciencia, es solo cuestión del movimiento de ciertos músculos faciales, y se logra tener esto que sostengo en mi mano, una sonrisa, una vieja sonrisa, fue lo único que necesite durante el día, lo tenía a mi alcance, era cuestión de sacar mi vieja sonrisa, y así como me encuentro, sentado en la cama, podía contemplarla y sonreír.Una risita se escapó cuando menos lo imagine, llegaron a mí los recuerdos de una infancia distante, feliz, y eso, no más, me hizo ser feliz, recordé por que saqué mi vieja sonrisa de la cajita de recuerdos, recordé que quería ser feliz, recordé que en algún momento fui feliz.


Y así sentado en la oscuridad, me di cuenta de que quise mostrarle al mundo mi vieja sonrisa, sin darme cuenta de que el que más necesitaba de ella, era yo.

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