lunes, 19 de septiembre de 2011

José, just like me.

Siempre me ha apasionado lo simple de la vida. Disfruto sobremanera con un libro bajo un árbol, escribiendo, o dibujando en la libreta que siempre cargo.

Aquello que brilla ostentoso no me llama demasiado la atención, por el contrario, puedo pasar horas viendo las alas de una mariposa, concentrarme en caminar por el centro de la ciudad, disfrutando cada uno de los millones de estímulos, sintiendome parte de algo mucho mas grande y maravilloso que mi simple existir.

Me siento parte del conjunto, lo que hago no me afecta sólo a mí, sé que nos afecta a todos.

Procuro tirar la basura en su lugar, tal como me repetía la miss Francis.

Disfruto de unos buenos tacos tanto como de un filete mignón, pero en definitiva prefiero las quesadillas que se comparten junto a los amigos, unos frijoles y esperar que sea suficiente, antes que una vasta comida lujosa hecha en serie y solo.

Amo la risa y todo lo que la provoca, me encanta tener la capacidad de que mis palabras, actos puedan arrancar una sonrisa, eso me hace sentír vivo.

Trabajo para procurarme mis cosas, para poder invitar aunque sea una coca a la gente que quiero, jamás en busca de conseguír dinero que jamás podré gastar.

Soy un ser humano simple, demasiado. Lo que haga no cambiará el curso de la historia, pero me gusta pensar que quizás si. Por eso nunca dejo de sentirme mal por la corrupción, la incompetencia de los que llevan el curso de este país.

Hago lo que me corresponde.

Y como todos, siento respeto y admiración por muchas personas. Respeto a los que luchan por los derechos humanos, respeto a los que denotan lucidez en sus letras, a los que no solo apuntan los fallos de la humanidad, sino que proponen y buscan arreglar las cosas.

Siento respeto infinito por aquellos que respaldan sus palabras con actos.

Es una lástima que haya muerto José Saramago, hombres con esa lucidez no abundan, quizás por eso estamos así.

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