domingo, 18 de diciembre de 2011

Despacio, que llevo prisa.

"Despacio! que llevo prisa" Así solía gritar la maestra Alicia cuando quedaba poco tiempo de clase y mucho material pendiente por ver. Maestra del colegio en el que cursé la Primaria, donde conocí a tantas personas, algunos muy buenos amigos y muchos maestros que me resultaron raros en ese entonces. Mi transcurrir en la primaria fue algo así como un constante martirio, no me agradó jamás hacer las tareas, pero los maestros estaban enamorados de ellas, y al ser gran parte de la calificación muchas veces sufría con los examenes, y es que comprendía lo visto en clase y respondía con relativa facilidad, pero debía sacar un mínimo de 8.5 creo, y si no, vería mermadas mis vacaciones...
Ayer sin querer recordé a la maestra Alicia, y a pesar de que recordé las tantas bromas que le hicimos, sorprendentemente recordé mejor aquello que tantas veces nos decía y que hoy estoy en condiciones de entender mejor...

"Disfruten su infancia, por que pasa muy rapido..." Y es que al ser niño y escuchar esa frase diario, llegó a cansarme, a mí y a varios, no veíamos más allá de la siguiente semana. Pero sin darme cuenta han pasado demasiados años, y los que aún faltan. Y me recordé que en vacaciones de Navidad salía a andar en bicicleta por horas, desde temprano en la mañana, hasta que el frío parecía ser menos, entrada la tarde. Y la ilusión que suponía la cena familiar. Y los regalos de navidad, pero sobre todo el convivir con mi familia, era la época en que podíamos dormír hasta tarde, despertar y continuar lo pendiente, o lo que no nos había dado tiempo de hacer el día anterior. Hoy recuerdo con mucho cariño esos momentos, de los regalos no tengo seguridad de qué recibí en qué momento...

Mezcla irreverente de pasión por la enseñanza y de muy poca paciencia por los alumnos inquietos. Una vez arrojó el borrador del pizarrón a un compañero hiperactivo.
Siempre peleaba con un compañero tartamudo, David, al que obligaba a recorrer su pupitre hasta el frente de la fila, topando con su escritorio de maestra. Siempre distraido y hablando, siempre pidiendome mis revistas para leerlas en clase, ocultas dentro del libro de texto.

Recuerdo que en una ocasión para captar nuestra atención tiro agua en su escritorio, y nos mostró que el agua siempre encuentra un camino, aún ante las barreras impuestas por el hombre, el escritorio, y que si alguien desea algo en esta vida, pero en verdad desea, puede lograrlo al sentirse fluir como agua, haciendo un lado los obstáculos, venciendo a aquellos que dicen que no es posible, o sorteandolos.

"Despacio! que llevo prisa." Después entendí que cuando alguien tiene prisa o urgencia, es muy facil cometer errores, por la concentración que se pierde en lo que uno hace y enfocarla al reloj. Muchas veces cuando me sorprendo apurado por alguna tarea, escucho su voz gritando, "Despacio! que llevo prisa."

Y ayer la recordé al estar sentado en el metro, dentro de un vagón vacio que parecía que jamás se movería de ahí, y cuando pensé "tengo prisa", la voz de la maestra sonó como ya he dicho, y pensé que aún la mayor de mis urgencias no apresuraría al conductor, que no podría yo modificar el horario establecido, así que me senté a disfrutar del viaje, música acompañandome, como siempre, y el trayecto representando la vida. No tiene sentido correr al destino si no se disfruta del viaje, de cada una de las pausas, del aire que golpea el rostro o el sol que nos mira desde lejos, o acaso la luna, darnos el tiempo de disfrutar cada segundo, dejar de ser un ente a lado de otros y comenzar a ser una comunidad, donde el afectado no es solo uno, sino todos.

Que no sean unos cuantos momentos vividos agrupados en una vida, sino que sea una vida llena de experiencias, de sonrisas, de reflexiones, de enseñanzas y de lagrimas, que todo lo que me sucede día a día me configure y me ayude a entender este complejo suceso de experiencias que llamo vida.
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