jueves, 22 de diciembre de 2011

Madre sustituta.

-Y qué pasará si me porto mal, mami?
-Entonces yo ya no podré ser tu madre, por que solo los niños buenos merecen tener una madre amorosa. Aquellos a quienes no les importa lo que sienta su madre, no merecen a alguien que se preocupe por ellos...

El niño se quedó pensando, sabía que su madre decía las cosas de corazón, pero ya algunas veces le había mentido.

-Y si me porto mal, que pasará? A donde iras tú?
-Yo me iré lejos a cuidar a algún niño que si desee tener a una madre y que se porte muy bien...

Por un momento la mirada de la madre se perdió en el fuego que bailaba en la chimenea, absorta en sus pensamientos, recordando sólo dios sabe que, para continuar:
-...Y yo, al irme, tendría que dejarte con una madre de madera y ojos de piedra.

El niño sintió un escalofrío, temió la imagen que se formó en su mente, pero él no creía. No quería creer.

-Pero no es muy caro estar haciendo madres de madera? No es mejor aguantar a los niños malos?

Madre no contesto, el fuego había atrapado su atención y en su ensimismamiento había algo que alejó al niño. Pero las ansias de probar la travesura que tanto presumían sus amigos, seguía latente en él. Pensó que quizá podría intentar una vez ser malo, al cabo que una madre de madera no puede caminar muy rápido...

Dejó a madre frente a la chimenea y salió un momento, miró las estrellas y pensó que una travesura no podría castigarse tan severamente. Decidió intentar lo que sus amigos comentaban pero nadie se atrevía a hacer. Caminó un poco para armarse de valor, cuando se dio cuenta ya estaba demasiado oscuro y el aire de la noche levantaba las hojas que habían caído de esos viejos árboles. Regresó a casa con calma, y vio a madre apoyada en el marco de la puerta, no ma miró ni siquiera cuando ella le preguntó donde había estado, entró a la casa y tiró los platos que había en la mesa, la cena ya fría, se derramó con violencia en el suelo, madre lo miró con asombro, el niño había decidido portarse mal. Mucho pensó en hacer una buena travesura, pero solo se le ocurrió tirar todo lo que vio a su paso, a cada movimiento suyo, Madre se asombraba más y más, al principio intentó calmarlo para después simplemente observarlo decepcionada.

Cuando tiró un par de libros a la chimenea notó que madre no estaba. Miró con atención lo que había hecho y se sintió mal, recogió presuroso y corrió al cuarto de Madre, llorando imploraba perdón, pero Madre no estaba, la buscó por toda la casa, sin encontrarla. Su corazón se agitó y aún llorando, se quedó dormido.

Los primeros rayos de luz golpearon su rostro, despertó pensando que lo hecho había sido tan solo un mal sueño, pero las cenizas de la chimenea le confirmaron lo contrario.
Ese día Madre no llegó, lo sorprendió la noche mientras repasaba su disculpa. Con hambre y frío se quedó esperando a Madre, pero no hubo señales de ella.

Lo despertaron unos pesados pasos, torpes intentos de abrir la puerta le asustaron, corrió para ver omo una fea figura abría la puerta, cayó al intentar huír de esa figura hecha de madera que cruzaba la puerta. Jamás había sentido lo que sentía, quería gritar, golpear esa fea figura, sacarla de su casa y buscar a Madre, pero algo se lo impedía, no conseguía ponerse en pie. Los torpes pasos de la figura de madera retumbaban en toda la casa y causaban un efecto similar en su corazón, consiguió ponerse en pie y fue entonces que notó dos grandes piedras en donde corresponderían los ojos en una figura humana.
Corrió con desesperación hacía la parte trasera de la casa, tuvo que romper una pequeña ventana para poder salír, mientras corría con desesperación alcanzó a escuchar una voz proveniente de la figura que le decía, "ven, ahora yo soy tu madre".

Cuentan que nunca más vieron a la Madre o al niño, pero los viajeros que cruzan el bosque de noche aseguran escuchar a un niño llorar, para después callarse y correr, y al poco tiempo se escuchan pesados pasos en dirección de donde el niño habría corrido...



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