lunes, 2 de enero de 2012

"Waiting for the sun"

Ahora sí ya comenzó el Invierno, la ciudad de México se encontró cubierta de nubes que me recordaron aquellas veces en que íbamos a la Marquesa a comer trucha. Y también me acordé de aquella vez que caí al agua helada, y me apena decir que más que el frio, lloré por miedo a las truchas.

Era de esas salidas familiares en las que los adultos pasaban el día platicando, los más jóvenes se iban a las motos o a los caballos.

Ya hace muchos años de eso, demasiados quizá. Algunas de las personas que recuerdo en esas comidas ya no viven, algunos otros hace muchos años que no veo, no sé si están bien o si acaso también han muerto. Hay muchos momentos que compartimos en la vida, pero al no repetirse estos, se pierde el lazo que alguna vez los unió, si es que existió alguno.

O acaso es que al morir la persona que procuraba mantener el lazo familiar, se pierde no solo la persona sino el lazo en sí mismo.

Después de que mi madre falleció deje de ver a mi tía Lucha y mi tía Rosa, -incluso desde antes deje de ver a mi tío Roberto- y por ende a mis primos de ese lado, y ahora no sólo no sé qué ha sido de ellos, sino que su imagen se ha difuminado de mi memoria, no recuerdo si los hijos de mi tío Roberto son tres o dos...

Recuerdo una vez que mi primo "Chipo" hijo de mi tía Rosa, se estuvo quedando unos días en la casa, no recuerdo el motivo, pero sí recuerdo con cariño que me habían regalado una pista hot wheels, que varios días después de navidad seguía en el empaque. Chipo bajo a desayunar y me vio leyendo en la sala, cosa que hacía siempre que no podía salir a jugar por el clima o porque no se me ocurría nada. Después de un dialogo que poco recuerdo, dimos con la idea de la pista. Él dejo de hacer su desayuno y se tomó el tiempo para armarme mi pista, cosa que agradecí, y recuerdo que cuando mi mamá despertó le dije gritando emocionado: "Mami!!! Chipo me armó la pista!!!" y regresé corriendo a la sala a seguir jugando.

Estoy seguro de que él ni siquiera se acuerda de ese día, pero ese día sí quedó grabado en mi memoria porque se tomó el tiempo para jugar conmigo, y eso es el mejor regalo que se puede hacer a un niño, no la pista, sino el jugar y dedicarle tiempo a alguien, de hecho es el mejor regalo para cualquiera, de la edad que sea.

Creo, no estoy seguro, pero me parece que ese día en que Chipo armó mi pista estaba nublado, como hoy. Y eso me pone a pensar, quizás si no hubiera estado nublado yo hubiera estado afuera jugando o dando vueltas en la calle con mi bici, y por tanto no hubiera visto a Chipo bajar a desayunar y esa pista no se hubiera armado ese día, y por tanto no tendría yo este recuerdo que me hace sonreír. Es por eso que no me gusta quejarme de ningún día, por muy nublado que este, ese día nos puede traer una hermosa sorpresa.

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