siguen avanzando las semanas y la rutina sigue su lento andar, como viejos y enormes engranes de una maquinaria que nadie sabe su función
el tiempo, ese concepto que nos permite aferrarnos a las cosas, nos va rebazando y hace con nosotros lo que le place
si supieramos con exactitud la fecha de nuestro último amanecer, quizás no nos iríamos a dormir con tanta tranquilidad
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