sábado, 30 de julio de 2016

sin correcciones

la música circula por mis venas, despacito, el bombo vive en mi caja torácica, ahí donde tenía guardado mi corazón, y en mis ojos se aloja el sopor

en mi boca arde un incendio, como evidencia el humo de hace rato, y necesito ahogarlo en algún líquido, lo que sea

mi cuerpo vibra al son de ese bombo con sus ondas, y en ese movimiento peristáltico empuja el engrudo que mis venas encierran y siento como la música viaja dentro de mi, el sensual golpeteo del bajo en cada centímetro de piel hace llegar a mi mente un suave masaje que activa los engranes de mi cuerpo y éste se comienza a mover despacio y, como si hilos invisibles los jalaran, mis labios se desbordan por mis mejillas  y mis dientes sienten el suave masaje del aire y éste entra despacio por el pasillo cerrado, donde hace un momento circularon galaxias, miles de millones de años que se reunieron en un punto, en un momento, en un instante y ser planta que es dejada a secar, al punto de la ceniza y esa historia eterna entra hasta donde viven los alimentos que me nutrieron y de ahí surge feroz una cascada, una llama de luz se abre paso por entre mis entrañas y sale disparada hacia el aire y esa luz acuosa inunda el cuarto e intento detenerla pero esa agua luminosa se vierte por todo lo que me rodea, así que coloco la presa de mis dedos, pero sólo logró minimizar el sonido, el agua fluye como lo que es, un ente vivo, sangre que nutre y que da vida, fluye el agua y surge la cascada que algunos llaman carcajada

viene la calma y el mareo que deja el baile una vez que la canción ha terminado, me detengo a pensar en todo y nada y las estrellas en el cielo rasgan la nube de polvo que nos cubre , cual aguja de tornamesa y el mundo al girar se convierte en acetato que contiene nuestro soundtrack de vida y suenan todas las canciones que nos hicieron vibrar y piensas, si vienen todas, no nos va a dar tiempo, y entonces recuerdas que somos un segundo en una eternidad y entonces el tiempo pierde peso y nos damos cuenta que en verdad no somos nada y nos damos cuenta que podemos escuchar todas e incluso comentarlas y decir en voz alta lo que callamos mientras nuestros pies masajean el suelo y nuestra cabeza se mueve de un lado a otro

al detenerla nos damos cuenta que el movimiento licuó nuestra saliva, convirtiéndola en una pasta que llena todo, mover la lengua cuesta trabajo y abrir la bóveda que es la boca, es casi imposible
la lentitud contagia a cada músculo y todo se mueve muy despacio, y cada vez que la saliva pasa, el estomago se va vaciando, se convierte en bóveda vacía que exige tener algo que alojar

el dejo de la música en la lengua hace que el alimento sepa a gloria y por eso queremos más, no podemos saciar la bóveda y no queremos dejar de saborear la vida, el alimento nutre al cuerpo y éste en respuesta reposa, se deja tragar por un colchón y se deja jalar por la tierra, mientras el viento intenta moverlo, mientras el fuego emana de su corazón y al arder se convierte en ceniza que regresará a la tierra para ser fiel protectora de la semilla que serán aquellos que vengan después 

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